Siempre hay una segunda oportunidad.

No puedes verme así.

-Quiero que te relajes mientras estás aquí, volveré en un par de minutos- dice la enfermera Lane mientras termina de colocar la intravenosa en mi brazo.

-Entendido Señorita Lane- le digo    más aburrido que nada.

Me gusta llamarla señorita porque ella fue maestra en alguna secundaria hace tiempo, me causa mucha gracia porque no puedo imaginármela enseñando sobre la sexualidad a muchos chicos que probablemente saben más que ella sobre ese tema ya que al ser una enfermera de veinticinco años y soltera lo hace aún más gracioso.

Ella sale de la habitación, mi mamá está sentada a la par mía mientras Simon duerme sobre un sillón frente a nosotros, ella está leyendo una revista de las que siempre ponen de muestra en los hospitales. Yo me pongo mis audífonos y busco algo que me entretenga un buen rato en mi ipod.

Busco en mi lista y encuentro “Alone again, wonderfull world” de Plastic Tree. Llámame raro pero soy aficionado a la música japonesa. Me encanta el rock, lo amo y es mi vida pero hace poco descubrí un género japonés que se llama Visual kei. Es básicamente rock pero en otro idioma y con un estilo diferente pero muy genial.

De repente al escuchar la canción, empiezo a recordar su significado; siempre que escucho una canción en japonés me gusta buscar qué significa, así sé que no me están insultando en otro idioma.

Mientras tarareo la canción.

 Me quedo observando cómo gotea el líquido rojo de mi intravenosa y se esconde en mi mano una vez que ha terminado de bajar.

Ésta noche será demasiado larga y los próximos días también, tal y como sucedió durante mi primera quimio.

La puerta de la habitación se abrió de nuevo y la enfermera Lane entró con su rostro ilegible como siempre, no sé si es alguna especie de mujer sádica que le gusta ver cómo reciben sus dolorosos tratamientos los niños o sólo se siente mal por todos nosotros y su forma de redimirse es ayudar aquí.

Cuando ya estaba adentro,   me sonrió y dijo:

-Entren por favor.

Me quité los audífonos y me quedé viendo hacia la puerta, atónito, esperando para ver quién es la nueva víctima de la señorita Lane, a los pocos segundos logro distinguir a su nueva víctima. Sip, es quien hace poco conocí y ya está en la sala del horror como llamo yo a la sala de quimioterapia.

Exacto, es Annie Benson. Pareciera que en un par de días ha adelgazado aún más, sus ojeras son enormes y hacen parecer a sus ojos marrones como si estuvieran apagados.

Se sorprende al verme y ni siquiera lo esconde, luego me sonríe tímidamente y eso es todo. Su abuela viene detrás de ella, inspeccionando con la mirada toda la habitación

Annie Benson se sienta en la hilera de sillas frente a mí, su abuela la imita. Mamá se da cuenta de su presencia y las saluda alegremente:

-¡Hola! ¿Cómo han estado?- el rostro de ambas cambia en un segundo. Genial mamá, lo mejor que puedes preguntarle a un enfermo es ¿cómo ha estado? Ellos casi siempre responden: “De maravilla”.

 -Señora Monroe- dice Annie Benson- es un gusto volver a verla.

-El gusto es mío cariño.

-Me alegra verlos de nuevo- dice la Señora Benson.

La señorita Lane primero se acerca a mí para revisar el tiempo transcurrido de mi tratamiento, luego se para al centro de la  habitación y dice:

-Ésta es la sala dónde recibirás tus quimioterapias Annie, como puedes ver, es un proceso en el que te sientas durante algunas horas mientras tienes puesta una intravenosa cómo él la está recibiendo justo ahora- me señala con el dedo, me avergüenzo cuando todos fijan su mirada sobre mí- Cuanto te toque el tratamiento vendrás directamente a ésta sala.

-Entiendo- dice la señora Benson- pero ¿Es necesario hospitalizarla?

-Será por un par de días. Verá, es su primera quimioterapia, no sabemos cómo va a reaccionar su cuerpo y usualmente todos los pacientes que pasan por esto reaccionan de manera diferente, como éste chico por ejemplo- vuelve a señalarme- su cuerpo no permitía que la quimioterapia hiciera su trabajo y terminó muy grave, por eso estuvo hospitalizado más dos semanas.

-¡Oiga!- le grité a la señorita Lane más indignado que molesto.

Me sonrojé mucho al acordarme que tuve que vestir esa fea piyama casi transparente, por suerte hoy me dejaron vestir con algo de ropa normal y desgarbada igual que yo.

-Calma Kenneth, eres un ejemplo a seguir.

-Eso no ayuda mucho señorita Lane- le digo molesto.

La enfermera Grant entra a la habitación y le dice algo al oído a la señorita Lane, luego ambas salen corriendo de la habitación dejándonos sólo a los cinco.

-Entonces ¿Te quedarás a partir de hoy?- le pregunta mi mamá a Annie Benson.




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