Siempre hay una segunda oportunidad.

Mono terapia ~1° parte~

Me desperté unas horas más tarde, mamá estaba sentada al lado de mi cama, tenía los ojos llenos de lágrimas. Cuando me vio despertar se puso a sollozar más fuerte que antes. Intenté sentarme sobre la cama pero no pude, mi cuerpo no respondía demasiado así que me quedé acostado.

Ella tomó mi mano libre y empezó a pasar sus manos sobre la mía, parecía aliviada al verme despertar. Tomó una bocanada de aire y dijo llorando:

-Lamento mucho no haber estado aquí anoche.

-N-no te preocupes- alcancé a decir.

-La enfermera me dijo que te pusiste muy mal, ¿cómo quieres que no me preocupe? Te dejé solo- dice aún llorando.

-No estuve solo. Annie Benson me ayudó cuando tuve que vomitar, luego me trajo aquí y llamó a la enfermera.

-Esa chica es un ángel como pensé- dice sonriendo un poco.

Logré acomodarme en la cama, me costó un infierno porque tenía un dolor de cabeza agudo, mi cuerpo dolía pero no como anoche y los mareos regresaron pero no sentía ganas de vomitar nuevamente.

-¿Dónde está Simon?- le pregunto.

-Se quedó con la vecina, tuve que dejarlo porque nunca te ha visto así y no puedo estar pendiente de él todo el tiempo.

-No lo dejes solo mucho tiempo ¿está bien?

-No lo haré. Por cierto tu papá llamó anoche.

-¿En serio? ¿Qué dijo?

-Dijo que vendría en cuanto pudiera, me preguntó por ti y lo noté muy preocupado, ah también me dijo que habló con Bryson pero no le dijo nada de la quimioterapia.

-Me alegra que no lo sepa.

-Kenny,  él tiene derecho a saber. Él se preocupa por ti aunque no esté aquí con nosotros.

-No quiero hablar de eso.

Deja escapar un suspiro, se nota más cansada que ayer. Pareciera que en tan poco tiempo ha perdido diez años de vida gracias a mi enfermedad, siento que todo es mi culpa. Siempre tengo que ser yo el que la haga preocuparse, Bryson nunca le ha robado tantos años de su vida porque siempre ha sido el hijo perfecto, en cambio yo, ni siquiera puedo ser un chico saludable por lo menos.

-Por cierto, ¿has visto a Annie Benson o a su abuela?- le pregunto.

-No, no he visto a ninguna de las dos ¿Por qué?

-Porque hoy Annie recibirá su primera quimio.

El miedo en su rostro no fue disimulado, ella quería llorar nuevamente pero no lo hizo. Después de que se tranquilizara le dije:

-Le prometí que iría a verla pero ahora mismo no me siento tan bien como quisiera.

-No te preocupes cariño, yo la iré a ver por ti- dice mientras acaricia mi cabeza con cuidado.

Mamá es interrumpida por su teléfono, alguien la está llamando. Ella contesta y por la expresión en su rostro puedo decir que algo malo pasó. Cuando termina de hablar me dice:

-Era Sarah, la vecina. Dijo que Simon no para de llorar y está preguntando por nosotros.

-Deberías ir a verlo.

-Pero no te quiero dejar solo ni un momento más.

-Mamá, será mejor que vayas o la vecina no querrá volver a cuidar a Simon, yo estaré bien. Lo peor ya pasó, además tienes que ir a casa y descansar también.

 -Pero quería ir a ver a Annie- dice como si fuera una niña pequeña poniendo peros a todo.

-Ya me estoy sintiendo mejor- le dije para tranquilizarla- yo la iré a ver. Tú no te preocupes.

-Está bien- suspira derrotada- pero vendré más tarde a verlos.

Salió de la habitación arrastrando los pies. Más tarde otra enfermera vino a verme, me dio unas pastillas para el dolor y las náuseas, me dijo que si quería podía bañarme y luego ir a comer algo pero no me fuera muy lejos.

Tomé una ducha caliente porque aún tenía olor a vómito en mi cuerpo. Cuando me restregaba la cabeza mi cabello empezó a desprenderse fácilmente, los mechones se desprendían y quedaban pegados en mis dedos, sentí lastima de mí mismo al ver cómo se iba mi cabello castaño por el drenaje.

Cuando terminé de vestirme, me aseguré de ponerme mi gorro peruano para disimular un poco la alopecia. No me sentía tan mal. La enfermera había removido el suero de mi brazo y hasta me sentía más liviano. Salí de mi habitación para ir a la de Annie Benson, quería saber cómo se encontraba.

Llegué a la habitación número dos, toqué la puerta y unos segundos después Emily Collins abrió la misma puerta, me tomé un momento para preguntarle:

-¿Se encuentra Annie Benson?

-No. Se acaba de ir a la sala de quimioterapia- dijo con el semblante triste.

Emily es una chica de catorce años, su condición es un tanto parecida a la mía, la única diferencia es que ella tiene cáncer pulmonar. Para su edad se mira muy mayor como todos los demás pacientes, sus ojos verdes y ojerosos  como los míos ya no tienen brillo ni color, su cabello largo y liso está todo maltratado, ella está tan delgada que pareciera que nunca existieron unas  mejillas sonrosadas y llenas de pecas en su rostro.




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