Cuando bajamos las escaleras de la azotea, estábamos más tranquilos y con hambre. Yo sentía como que mis preocupaciones habían sido llevadas por el viento, muy lejos de mí. De repente Annie se puso frente a mí, bloqueando el paso y me dijo:
-¿Sabes qué día es hoy?- Negué con la cabeza todo aturdido.
-¡Es viernes!- exclama un poco sorprendida.
-¿Qué hay de malo con los viernes?
-Los viernes son de Pizza. Rosa prepara pizza para el almuerzo y la cena- me dice incrédula.
-Oh, ¿Desde cuándo hace eso?- le pregunto.
-Llevas más tiempo que yo aquí y ¿No sabes de los viernes de pizza? ¿Y si hacemos los viernes de pizza y películas?
-Te sorprenderías si te contara cuantas veces he comido tres tiempos seguidos en la cafetería desde que estoy aquí.
-No han sido pocas ¿O sí?
Me encojo de hombros, es lo único que puedo hacer para responderle. De todas formas la mayoría de veces he sido alimentado líquidamente y casi nunca salía de mi habitación, hasta que conocí a Annie Benson.
Continuamos caminando lentamente, no sé exactamente a dónde nos dirigíamos pero eso estaba bien por ahora, es decir, llevaba muchos días sin verla, mi mamá se ha estado volviendo loca de la preocupación y gracias al cielo ella está bien. Además quiero aprovechar nuestro tiempo antes de que me vaya de aquí.
Escuché decirle a doctor decirle a mi mamá que tal vez la próxima semana, tenga mi última quimio, le dijo que si no recaía durante la semana, podría irme más pronto a casa. Es algo que de todas formas iba a pasar ¿Cierto?
Quiero contarle sobre mi posible salida pero ella se detiene frente a una habitación, es la número diez, no recuerdo que hubiera algún paciente ahí. La puerta está abierta y Annie entra, empieza a saludar a un chico que parece que apenas está comenzando a recibir el tratamiento. Annie le dice:
-¿Scott?- el chico delgado, piel morena, cabello rizado, oscuro y ojos claros asiente.
-¡Annie! Me preguntaba cuál es tu habitación.
-Es la número dos, con Emily Collins, dime ¿Ya tienes algún compañero?- Annie se acerca y lo abraza.
-Eh, sí. Acaba de ser re-ingresado- dice mirando hacia el suelo.
-¿Quién es?- le pregunta Annie entusiasmada.
-Es Daniel Johns.
-¿Daniel? ¿Acaso no es un niño pequeño?- Scott asiente.
El rostro de ambos cambia de alegría a tristeza, incluso el mío. La última vez que vi a Daniel, ya estaba casi deteriorado del todo y no puedo creer que él venga de regreso a éste lugar. A veces pienso que Dios castiga a los que no se lo merecen, eso me hace sentir muy enojado con él. Hablamos de ¡¿Un niño de seis años?! ¡Eso no es justo! Tiene la misma edad que mi hermano menor y ya está luchando por un poco más de vida.
Annie al fin recuerda que estoy parada junto a ella y dice:
-Kenny, te presento a Scott Anderson, somos compañeros de quimioterapia, digo monoterapia. Nos juntaron desde mi segundo tratamiento.
-Mucho gusto- me extiende su mano muy entusiasmadamente, yo lo hago de mala gana y finjo una sonrisa sólo para no hacerlo sentir más mal de lo que ya se sentirá.
-Bien, será mejor que los deje solos- les digo un tanto serio- de seguro mi mamá está por llegar y si no me encuentra……….
-Espera ¿Qué pasará con nuestro viernes de pizza?- pregunta Annie cuando yo ya estoy de espaldas.
-¿Pizza? ¿Puedo acompañarlos?- pregunta el forastero, no es por nada pero ellos parecen muy cercanos y además pensé que sólo había cupo para dos en nuestro pequeño club, así que dejo que Annie le conteste por ambos:
-Claro, ¿por qué no?- Y esa fue la gota que derramó el vaso.
Cuando llegué a mi habitación, me sorprendió ver a ese hombre vestido de traje oscuro, parado junto a mi mamá mientras despeinaba a Simon. Él me vio entrar y esperó hasta que llegara hacia él, cuando lo hice me dijo sonriendo:
-¿Cómo has estado hombrecito?
-Un poco mejor creo. ¿Qué hay de ti papá?
-Mmmm, no mucho. Lamento no haber venido la semana pasada como te prometí, pero ahora vendré a verte un poco más seguido- me da un abrazo rápidamente.
-Kenny, tenemos buenas noticias- dice mi mamá.
-¿Enserio? ¿Cuáles son esas buenas noticias?
-¡El próximo domingo te darán el alta! Dijeron que ya estás casi listo para regresar a casa y hasta podrías recibir las demás quimio en casa.
Oh, eso no es lo que esperaba escuchar, eso va a costar una millonada y mis papás ya han gastado demasiado con mis tratamientos. A parte, están pagando la universidad privada en la que estudio. Además está el colegio y la niñera de Simon.