-¡Kenny! Tenía miedo de equivocarme de casa- dice abrazándome fuertemente.
-Nop, no te equivocaste- La suelto y me aparto para que entre
Entra a mi casa, está nerviosa y lo puedo notar. Se mira más radiante que de costumbre, su sonrisa es más alegre y se mira mejor que antes. Está vistiendo una camisa negra y holgada con un panda de frente, unos leggins azules ajustados y unas Adidas grises, trae una mochila sobre su espalda. Aún está usando mi gorro; no, su gorro peruano sin importar que esté haciendo calor.
-¿Dónde está tu mamá?- me pregunta.
-¿Mamá? Tiene el turno de la mañana, sale al medio día para ir a recoger a Simon al colegio.
-Me alegra que estés bien- me dice de repente.
-¿Cómo está tu abuela?
-Muy bien, ahora que ya no tiene horarios de hospital está muy contenta. Siempre me pregunta por ti.
-Mi mamá también me pregunta por ti.
Nos sentamos en el sofá de la sala, es raro porque siento como si no tuviera nada de qué conversar con Annie aún cuando tengo demasiadas preguntas en mi cabeza que quiero hacerle al mismo tiempo.
-Oh, es cierto. Mamá no pudo hacer el almuerzo porque se fue temprano pero me dijo que pidiera una pizza para que almorzáramos mientras ella regresa del trabajo ¿De qué quieres qué la pida?
-¿Y qué tal si cocinamos?- me pregunta entusiasmada.
-¿Cocinar? Lo siento mucho pero la cocina y yo no somos amigos, hasta el agua se me quema.
Se ríe incrédulamente y me dice:
-Vamos será divertido sorprender a tu mamá- dice rogando.
-Está bien, está bien pero espero que sepas cocinar porque yo soy un inútil para eso.
-Ven conmigo- dice tomando mi mano para que nos levantemos. La dirijo a la cocina, le indico dónde creo que pueden estar las cosas comestibles. Creo que recuerdo de dónde saca mamá cada cosa, o al menos eso pienso.
Annie abre el refrigerador, analiza lo que está dentro de él y me pregunta sin mirarme:
-¿Qué te parece si cocinamos Lasaña de carne?
-¿Sabes cocinar Lasaña?
-Por supuesto que sé cocinar lasaña y mucho más- dice tranquilamente.
Empieza a sacar los ingredientes y los pone en la barra. Yo sólo observo cómo se mueve con tanta agilidad dentro de la cocina. No me esperaba que ella supiera cocinar. Me decido a preguntarle:
-Benson ¿Dónde aprendiste a cocinar?
-Tengo dos hermanos mayores holgazanes, tuve que aprender a cocinar para mí desde muy pequeña o de lo contrario hubiera muerto de hambre- dice encogiéndose de hombros.
-¿Tienes dos hermanos mayores?
-Sip. Mi hermana de veinte años Leah y mi hermano Ryan de diecinueve. Yo soy la menor con diecisiete.
-¿Los tres aún viven con tus padres?
-Nop, sólo vivimos con mi mamá porque mi papá murió cuando yo tenía once, Ah también está mi sobrinito de dos años y mi abuela vino a vivir con nosotros hasta hace poco, justo antes que me diagnosticaran.
Me quedé en silencio examinando mentalmente lo que me acababa de decir, ella seguía picando chiles sobre la mesa sin darse cuenta de que lo que me estaba diciendo es un poco serio.
Levanta la vista sólo para decirme:
-¿Dónde están las cacerolas?
-En la alacena superior, a la derecha- le digo.
Ella continúa cocinando como si nada, tiene una naturaleza que te contagia cualquiera que sea el sentimiento que ella siente en estos momentos. La curiosidad es más fuerte que yo por lo que le pregunto:
-¿Tienes un sobrino de dos años?
-Así es, mi hermana salió embarazada a los dieciocho y se fue de casa con su novio, terminaron rompiendo y ella regresó a casa.
-¿Y tu mamá que dijo?
-Estaba muy molesta pero al final no tuvo más remedio que aceptar las decisiones de mi hermana- dice salteando la carne sobre la cocina de mi mamá.
Me quedo un rato observándola cocinar, pareciera que la cocina y ella son mejores amigas porque se entienden muy bien. Si yo fuera el que está cocinando probablemente ya se habría incendiado hasta la casa entera.