-Supongo que no tenemos otra opción ¿cierto?- me pregunta Max dudosamente.
-Yo no tengo opción, tú sí- le contesto mientras busco el número que está escrito en mi comprobante.
-Vamos, creíste que ¿te dejaría irte sin mí?
-¿Eso es una confesión o algo así?
Me mira divertido y sonríe pícaramente, da un paso más cerca de mí y dice en mi oreja:
-¡No soy Gay!
-Pero ¿Qué sucede con el rumor que te vieron con Clay Lawrence debajo de las escaleras de la pista de fútbol?
Rueda los ojos con desesperación y dice:
-Eso fue en secundaria, además yo estaba buscando mi billetera y él chico sólo se ofreció a ayudarme, ¿acaso no recuerdas que ustedes, imbéciles se llevaron mis anteojos?
Ruedo los ojos burlonamente y le digo:
-Sí, claro y ¿eso pasó las dos veces que los vieron juntos?
-¡Que te jodan!- me grita enfadado, yo me río sonoramente porque es gracioso recordar esos viejos tiempos, recuerdo que como nuestro equipo de fútbol ganó, nos pusimos como locos y terminamos saltando en las escaleras, Jordan le quitó los anteojos a Max y salimos corriendo hacia la entrada. Después de eso Max comenzó a usar lentillas.
-Entonces, ¿Exactamente qué tenemos que hacer aquí?- me pregunta al sacarme de mis pensamientos.
-Fácil, entramos y hacemos un examen práctico para un intercambio de universidad, sólo lo hacemos y nos vamos.
-¿Estás seguro que quieres dejar a St. Luther King?- me pregunta al detenerse frente al salón que nos corresponde.
-No mucho, pero no pierdo nada al intentarlo.
-Hermano, mis ahorros son tus ahorros, si necesitas algo sólo- lo interrumpo diciendo:
-Para nada, agradezco tus intenciones pero si éste plan no funciona, siempre puedo aplicar a una beca en Lincoln y de paso, puedo aprovechar y comprar mi propio auto con mis fondos universitarios.
-¿Acaso no es más facil usar tus fondos para terminar la carera?
-Puede ser…
Entramos al salón, es bastante grande y espacioso. Nos sentamos cerca de la puerta, una mujer bajita, vestida de negro, con unos enormes lentes rojos y con apariencia de troll entra, cierra la puerta de golpe y dice:
-Tomen sus asientos y no platiquen, no se distraigan y sobre todo si pensaban que iban a poder copiar, será mejor que lo olviden y se pongan a rezar.
Se para frente a mí, me da una mirada lasciva y estampa violentamente un folleto sobre mi escritorio. Luego continúa haciendo lo mismo con los que faltan hasta que se dirige al frente y nos da permiso para comenzar el examen.
Pareciera un halcón esperando a su presa.
Abro mi folleto y le doy una ojeada pero ¿Qué demonios es esto? ¿Qué carajos tiene que ver la geografía, las matemáticas, la química y muchas otras cosas más con Periodismo? Si lo que querían era negarme el intercambio, sólo bastaba con que me cerraran la puerta en la cara pero esto es…
La mujer troll me da miradas agresivas cada diez segundos, es como si pensara que son algún vago tramposo que sólo vino a copiar las respuestas de alguien más.
Pero, afortunadamente estudié una noche antes, espero que mi memoria fotográfica no me falle, algo de lo cual estoy orgulloso. O al menos eso espero. Ajusto mi gorro y comienzo a rellenar las burbujas.
Dos horas más tarde, después de revisar trece veces mi examen, me levanté y caminé hasta el escritorio de la mujer troll, se lo extendí y me dijo:
-¡Ya era hora jovencito!
Me asustó su reacción pero comprendí porqué lo decía; Fui el último en terminar el examen. Ella toma el folleto, me mira molesta y vuelve a decir:
-Espere pasado mañana los resultados, en caso que usted apruebe, tendrá que informar a su otra universidad para que nos transfieran sus datos, el ciclo académico comienza la próxima semana y en caso que no apruebe, por favor absténgase de volver a poner un pie en ésta institución.
Me dejó sorprendido su descaro, si apruebo espero no volver a verla nunca más. Me hace una seña para que firme la asistencia al examen y me entrega un comprobante.
-M- muchas gracias- le digo tartamudeando, luego recuerdo que yo soy el que tiene la sonrisa derrite mujeres y cuando me mira a los ojos le digo:
-Que tenga un buen día- si mi madre tiene razón, ella ya se dio cuenta de mis encantos porque no me dijo nada más.
Salí del aula buscando con la mirada a Max, él está esperándome en una banca jugando con su celular. Me acerco hasta él y le digo:
-¿Qué tal te fue?
-Supongo que si llego a veinte puntos será un milagro.
-Vamos, no creo que te haya ido tan mal.
-Bueno, espero que no te sorprendas de mis bajas calificaciones cuando entreguen los resultados.