Siempre hay una segunda oportunidad.

Una noticia, no tan grandiosa ~1° parte~

-¡Kenny, que alegría volver a verte por aquí!- me dice la señorita Lane al verme entrar a Oncología.

-Me alegra verla de nuevo- sonrío y la abrazo.

-Las cosas son un poco aburridas sin ti- dice- los niños te extrañan igual que la señora “G” y el comandante.

-A mí también me hacen muchísima falta.

El enfermero, no, el doctor Liam camina hacia mí. Me sonríe al verme de nuevo, no es que no me alegre de verlo pero….

-Señora Monroe, Kenny ¿están listos para el examen?

-Terminemos con esto de una vez por favor- le dice mi mamá, toma mi mano y la aprieta. Yo sé que no quería venir pero no me quiso hacer caso cuando le dije que yo podía venir solo y terminó dejando a Simon bajo el cuidado de Bryson.

Caminamos hasta la sala del laboratorio clínico, ahora que la veo desde un punto de vista diferente, me atrevo a decir que extraño un poco pasar mis días en el hospital.

Al entrar, nos sentamos donde siempre solíamos hacerlo, mi mamá sigue tan tensa como la primera vez, yo me siento un poco ansioso porque le prometí a Annie que cuando saliera del hospital iría a su casa a visitarla.

Una enfermera un poco mayor se acerca a nosotros, trae una jeringa y una liga en sus manos, me dice que primero me sacará sangre para ver cómo está mi nivel de glóbulos rojos y todo eso. Más tarde, me están tomando una ultra y una radiografía para ver qué tan dañado está mi estómago  y mis riñones.

Una vez que tenemos todos los exámenes,  nos dirigimos al consultorio, el doctor Randall nos está esperando como siempre, nos sentamos frente a su escritorio, mamá le da los exámenes y el los revisa sin decir nada por veinte odiosos minutos. Luego dice retóricamente:

-Esto… esto no tiene sentido.

-¿A qué se refiere? ¿Pasa algo malo?- le pregunta mi mamá totalmente alterada.

-No es nada grave, simplemente los exámenes muestran una contradicción. En el examen de sangre se muestra una anemia por los glóbulos rojos pero las plaquetas no son demasiado inestables. La ultrasonografía y la  radiografía muestran pequeñas anormalidades pero todo apunta que es por causa de la anemia que Kenneth está padeciendo. Sin embargo, pareciera que siempre ha sido un chico saludable.

-¿Qué significa exactamente doctor?- le pregunto.

-¿Cómo te has sentido estos días? ¿Te ha dolido algo? ¿Te sientes más cansado?- me pregunta a mí.

-Me he sentido bien, mi cabello ya está de regreso; Duermo más de ocho horas al día y mi mamá me obliga a comer casi cinco tiempos al día.

-Señora Monroe, por una parte el tratamiento ha hecho efecto. Pero por otra, me temo que dentro del cuerpo de Kenny aún hay residuos de la quimioterapia. No descarto la posibilidad que la leucemia regrese. Es más, Kenny aún no está en remisión y me temo que tendrá que seguir haciéndose éstos exámenes como una rutina mensual hasta que estemos totalmente seguros.

-Entonces… ¿Aún tiene leucemia?- le pregunta mi mamá a punto de llorar.

-Yo no lo diría de esa manera, sino que me puedo atrever a decir que hemos avanzado un sesenta y nueve por ciento. Kenny está teniendo buenos cambios en estos momentos, sin embargo no podemos confiarnos que no puede recaer en cualquier momento.

-Eso es una buena noticia…

Más tarde, de camino a casa mamá no habló mucho en el camino, sólo me preguntó:

-¿Sabes qué tal le está yendo a Annie?

-No me ha dicho nada, pero prometo preguntarle esta tarde que vaya a su casa.

-¿Irás a verla hoy?

-Sí, espero que no te moleste si voy a su casa.

-No, no. Está bien que vayas, dile que venga a vernos cuando pueda, además que, ya sabes,  siempre es bienvenida por ser tú-

-Annie sólo es mi amiga mamá-  le corto inmediatamente.

-Vamos, no te creo. Bryson me contó que el otro día tú y ella…

-Sólo somos amigos ¿de acuerdo?

-Bien, bien. Sólo digo que ella es una chica muy buena y me cae mejor que la chica con la que saliste hace tiempo.

-¡MAMÁ!

-Está bien, está bien. Me callo- dice golpeando el volante.

Nos quedamos en silencio durante todo el camino, al llegar a casa almorcé y subí a mi habitación a cambiarme de ropa. Justo cuando estaba por salir, Bryson me detiene y dice:

-¿A dónde crees que vas chico impaciente?

-¿A casa de Annie?-le contesto.

-Creí que no tenías permitido salir de casa.

-Uh, no lo creo- me acerco hasta el bol- ¡Mamá! Tomaré prestado tu auto, voy a casa de Annie, vuelvo más tarde.

-¡Bien, salúdala de mi parte!- me grita mamá desde la cocina.




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