Siempre hay una segunda oportunidad.

Algo inevitable ~1° parte~

Annie me pidió que la ayudara en algo, no me dijo exactamente qué. Así que le prometi que saldríamos hoy y pasar el rato juntos en una cita real, pero las cosas no me salieron como esperaba y ahora:

Hay una larga fila detrás de nosotros. Estoy en medio de dos mujeres a punto de darse los guantasos e imagino que yo podría terminar recibiendo más de alguno. Me debato entre salir corriendo y no moverme para que no se estrangulen entre sí.

-¡Si no fueras tan inútil, ya podría estar lejos de aquí!

-¡Nadie te detiene! Las ancianas son indispensables aquí- le dice la cajera con sorna- Además, por si no lo sabía éste lugar es para JÓVENES, no vejestorios enormemente gordos.

La otra mujer, destrás de la caja agarra su bolso de mano con fuerza y parece a punto de estamparlo en la cara de la cajera. Me encojo por instinto pero mi estatura no es la más conveniente por ésta vez.

Alguien regresa corriendo, se para frente a nosotros antes que yo termine inconsciente por un carterazo que no merezco.

-¡Es ella!- grita y apunta a la mujer que está a punto de golpearme.

Dos guardias entran corriendo y la toman por ambos lados, la mujer intenta zafarse y grita a todo pulmón que la suelten hasta que la sacan casi a rastras del local.

-Siento mucho lo que pasó- se disculpa el gerente- Pero ya habíamos tenido un reporte sobre una mujer entrando a las salas sin pagar. Para disculparme por las molestias, les daremos una función gratis- dice apenado.

Retomo mi lugar en la fila y escojo algo mientras Annie llega.

-¿Entonces, cuál vamos a ver? Quizá sea mejor una comedia, si escojo una de miedo, ella me obligará a verla solo- pienso en voz alta.

La cajera me da una sonrisa cansada y apenada mientras escojo la película, saco de mi billetera el dinero de las dos entradas pero ella me mira sorprendida y dice:

-Se supone que es gratis- sus ojos muestran confusión.

-En realidad, es una propina- le guiño un ojo y le sonrío dulcemente. Ella se sonroja y me agradece por haberme quedado ahí junto a ella, le digo que no fue nada y me dirijo hacia la barra de dulces.

Paso al lado de la aún larga fila y unas chicas de secundaria sonríen y cuchichean al verme.

-Tengo la suerte de atraer sólo mujeres locas- digo intentando ignorar sus miradas acosadoras, sus sonrisillas tontas y sus insinuaciones.

-Intentaré pretender que no escuché eso- dice una voz detrás de mí.

Me doy la vuelta lentamente, no me sorprende ver a mi ex en pleno día.

 -Me gustaría hablar contigo- dice tímidamente- Tengo que decirte muchas cosas importantes.

-Escucha, no voy a perder mi tiempo contigo nunca más- le digo- Y tampoco voy a armar una escenita en éste lugar, será mejor que te detengas.

-Espera, espera- Annie llega y me toma del brazo, úne nuestros dedos- Hay que escuchar lo que tiene que decir. Ya que se tomó la molestia, hay que escucharla.

Cloe la mira fascinadamente, con una sonrisa… molesta y sorprendida al mismo tiempo.  Cojo a Annie de la mano y nos dirijimos a unas mesas vacías al fondo del cine, nos sentamos juntos y acto seguido, Cloe se sienta en frente de nosotros.

-Sólo quería decirte que me voy en unos días- me mira a los ojos con la mirada más inocente que tiene, antes sucunbía ante eso, pero ahora ya no- Esperaba que antes de irme, debía asegurarme que vamos a ser amigos, como antes. Empezar desde cero.

-¿Cómo supiste que estaba aquí?- le evado la pregunta.

-Iba pasando cuando te vi en medio de esas dos mujeres.

-Bien- digo más para mí que para ella- Ahora, exactamente ¿Qué es lo que quieres de mí? ¿Qué esperas mandándome tantos mensajes y llamadas?

-¿Te has estado mensajeando con ella?- me interroga Annie.

-No.  En realidad, desde hace un par de días, ella comenzó a mandarme todo tipo de mensajes y dejando llamadas. Obviamente no contesté ninguna.

Annie entrecierra los ojos acusadoramente.

-Ya te lo dije, quiero que hagamos las pases, para poder irme sabiendo que estás bien, que me perdonaste y que podemos seguir siendo amigos, igual que lo éramos antes que comenzaramos a salir.

-Creo que eso debiste haberlo hecho justo antes de irte- le digo en tono de reproche- No ahora, casi un año después de eso.

-No sabía qué pensar, creía que no querías verme después de todo.

-Y así es, no quiero verte porque no tengo el más mínimo interés en ti.




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