Perdí la cuenta de cuantas veces desperté en medio de la noche. Perdí la cuenta de todas las veces que me sumergí en el mundo de los sueños para escapar de mi realidad el mayor tiempo posible.
Dejo escapar un suspiro.
Supongo que me lo merezco por ser tan idiota pero me cuesta al levantar el teléfono, después miro su número por mucho tiempo y justo cuando me decido a llamarle, cuelgo antes que suene el primer tono. Ni siquiera sé si de verdad quiero escucharla, mucho menos verla a los ojos.
Me aterra el sólo pensar que ya no me quiera, no que no pueda verla nunca más (y viceversa) Me preocupa mucho que la operen y yo ni siquiera me entere que estará bien.
Creo que estar demasiado tiempo solo y deprimido me ha hecho ver las cosas de una manera diferente. Ahora pienso en qué va a pasar después de todo esto, me refiero a que quizá sea hora de que nuestros caminos se separen y al final, sólo tengamos recuerdos dolorosos el uno del otro.
No. Eso es imposible. Me niego a creer que algo así podría pasarnos. ¿O no?
-¡Kenny! ¡Tienes visita!- escucho que me gritan desde abajo. Decido ignorarla y fingir que duermo. Así no tengo que hablar de cómo me siento y todo eso. Hablarlo no me ayuda en nada.
-¿Estás seguro?- sé que es Max. Lo sé porque él siempre sabe lo que pienso cada vez que algo malo pasa- Pensé que ya se había resuelto todo pero mírate, estás hecho un desastre y ella también.
-¿…Fuiste a verla?- me doy la vuelta para buscar en su rostro algo que me lo confirme- ¿Cuándo la viste?
-¿Ahora quieres que sea tu psicólogo de nuevo, cierto?
-Deja de bromear ¿Cuándo la viste?
Suspira fingidamente- La vi ayer. Está igual o peor que tú pero por lo menos no se la pasa semi drogada todo el día para evitar a todo el mundo.
-Eso es lo que ella hace conmigo.
-Eso es porque no le tuviste la confianza suficiente, la cagaste. De nuevo.
-¿Siempre tiene que ser mi culpa? ¿Acaso ella no hizo lo mismo?
-Sí pero-
-¡Ella hizo lo mismo! Me mintió y luego me despachó de su vida como si nada. ¿Y aun así fue sólo culpa mía?
-Ya deja de ser tan imbécil- dice mirándome a los ojos- Tienes mucho por lo que agradecer y te das el lujo de preocuparte sólo por ti mismo.
-¿Hablaste con Bryson?
-No. Es sólo que no sabes la suerte que tienes de tener una familia que te cuida antes que cualquier otra cosa, tienes una chica que vale la pena el esfuerzo y sobre todo, siempre has sido muy afortunado. No todos los días una chica guapa se acerca a mí ¿sabes? y si lo hacen es para preguntarme sobre ti. Y todavía estoy aquí apoyándote cuando sabes perfectamente que Annie es quien se llevará la peor parte de esto. Tú puedes recuperarte más fácilmente, pero ¿Y ella?
-Ya deja de mencionarla…- le doy la espalda y camino hacia la ventana- No es como si no supiera todo lo que me dices. Ya lo sé ¿Y?
-Intenta hacer algo. Mueve tu enfermo culo fuera de esa cama y ve a verla.
-Ella no quiere verme. ¿De qué servirá?
-Olvídalo. Será mejor que dejes de drogarte y salgas de tu cuarto.
-No me drogo. Sólo me tomo medio frasco de somníferos.
-¿Lo ves? Eres un imbécil- dice muy enojado.
La tarde del sábado, mi mamá corretea por toda la casa. Limpiando, ordenando, acomodando y cocinando hasta que llega a mi habitación. Abre la puerta con un sonoro golpe y dice:
-¡Muy bien! Sal de ésa cama por ti mismo o te voy a sacar a la fuerza. No tengo todo el día para esperar a que te entren las ganas de moverte.
-¿Por qué no limpias otro lugar? Me gusta mi habitación tal y como está.
-¡Porque eso ya lo hice! Y si no te levantas ahora mismo, vas a tener que bañar al perro de Simon mañana por la mañana.
-¿Por qué haces tanto alboroto?
-Porque tu abuela viene mañana a pasar el fin de semana. Y porque no todos los días Bryson y tú cumplen dieciocho años.
-Tú lo has dicho. Es mi cumpleaños ¿no podría quedarme a descansar?
-¡Fuera!
-Bien. Me largo a la sala.
-Si tocas algo, vuelve a dejarlo en su lugar.
-Seh.
Cuando bajé a la primera planta de la casa, el timbre sonó. Tuve que ir a abrir para ver quién era. A quien menos quería ver.
-Te dije que iría detrás de ti si la hacías llorar.
-No solo fue mi culpa- le digo en tono neutro y cerré la puerta detrás de mi.
-¡Ahora está hecha un desastre por tu culpa!- toma el cuello de mi camisa con ambas manos- Te dije… que no le hicieras daño- dice cada vez más suave, casi un susurro. Hasta que me doy cuenta que está sollozando. Su agarre se afloja cada vez más.
-Ella no es la única que está sufriendo…-le digo tranquilo- Los dos tenemos que regresar a ése quirófano y seguir luchando.
-¿Tú también vas a…?- Asiento lentamente- Ella no me dijo nada de eso…
-Escucha. Está molesta y no la culpo por actuar como lo está haciendo. Yo también lo hice, pero quiero darle su tiempo para pensar las cosas.