Siempre hay una segunda oportunidad.

Epílogo.

La oscuridad no es tan mala una vez que te acostumbras a ella, la paz y tranquilidad que hay dentro es algo que pocas veces podemos experimentar. La mayoría del tiempo, vivimos nuestras vidas a un ritmo demasiado acelerado, no nos queda tiempo para detenernos un momento y preguntarnos ¿Qué estoy haciendo? ¿Por qué? O ¿Por quién lo hago? Simplemente continuamos nuestra rutina diaria en la que no podemos tomarnos un respiro.

Al estar así de relajado es como si estuviera en un piscina llena de agua, donde cada vez me sumerjo más y más despacio, una vez que llegue al final es cuando todo se termina.

Cuando abrí los ojos, me di cuenta que no recuerdo cómo llegué aquí. Imagino que después de estar varias horas inconsciente es normal que ya todo haya terminado y me hayan trasladado a mi habitación del hospital, estaba acostado demasiado rígido, con una mascarilla puesta y un tanque de oxígeno al lado de mi cama, sentía un dolor muy fuerte en mi espalda, justo en mi columna. No había nadie, no había nada, el reloj de pared ya no estaba funcionando, se detuvo justo a las 1:00 a.m

Las luces estaban apagadas, no pude conseguir moverme, sentía las articulaciones demasiado pesadas, me sentí como si hubiera dormido por mucho tiempo, no sentía del todo mi  cuerpo.

Intenté hablar, pero sólo salía un gruñido de mi boca, nadie podría escucharme así. Tampoco encontré el botón de alarma, no funcionó el aparato  de mi dedo índice. Pareciera que estoy totalmente solo y no puedo moverme.

Cerré mis ojos e intenté descansar. Pero fue imposible porque una alarma comenzó a sonar muy fuerte, mis ojos se sentían demasiado pesados como para abrirlos, cada vez el sueño era más y más pesado. Supongo que debería abrirlos y ver qué pasa… pensé, pero resultó un poco difícil. Hice mi mejor esfuerzo para abrirlos, lo que pude ver fue lo que menos esperaba.

En realidad, vi cómo un doctor estaba abriendo mis párpados a la fuerza, buscando algo de vida dentro de mí, lo siguiente que sé es que hubo un estruendo como si fuera un terremoto. Algo que me asustó mucho, me hizo sentir como si en ese momento estuviera perdiendo algo demasiado valioso para mí. Como si me lo estuvieran arrebatando. Luego de eso, volví a sumergirme dentro de la oscuridad.

Cuando abrí mis ojos de nuevo, lo  primero que vi fue el rostro de mi mamá, se nota que había estado llorando. Su rostro estaba enrojecido, sus ojos hinchados. Estaba muy feliz de verme, lo supé cuando me abrazó y comenzó a llorar de nuevo.

Intenté decirle algo, hasta que logré decirle con una voz muy ronca:

-Ma. Estoy, estoy bien ¿Por qué lloras tanto?

-¡Gracias a Dios! ¡Gracias a Dios!- decía al mismo tiempo que besaba todo mi rostro. Lloraba y agradecía, luego se separaba para verme el rostro y volvía a comenzar de nuevo.

-¿Sucede algo? ¿Por qué estuviste llorando?

-Porque justo a mitad de la intervención, sufriste un paro cardíaco- escucho a Bryson decir. Comienzo a buscarlo con la mirada y lo encuentro sentado en una silla de ruedas, vistiendo un piyama de los del hospital, está muy cerca de mí pero no lo había notado.

-Pensaba que… pensaba que te iba a perder- dice mi  mamá- Me preocupé mucho cuando vi que se tardaban más de lo normal, me desesperé por saber algo cuando vi que sacaron de inmediato a Bryson del quirófano y no me decían nada de ti…

-Pero, estoy bien. Todo está bien ahora ¿cierto?

-Casi- dice mamá acariciando mi cabello con ternura- Todavía tenemos que esperar a ver tu reacción, pero el doctor Randall dijo que es muy probable que te den el alta en menos de una semana.

-Eso es…un alivio- digo y vuelvo a recostarme en mi cama.

Miro al techo y siento como si estuviera olvidando algo, o a alguien pero no sé con exactitud qué o quién es… No me siento capaz de pensar por mi mismo, el cansancio mental es peor que el cansancio físico.

Noto que mi mamá está un poco nerviosa, cada cinco minutos intercambia miradas con Bryson, como si estuvieran ocultando algo.

-¿Pasa algo? ¿Por qué ustedes se ven demasiado nerviosos?-pregunto.

-Bueno- comienza mi mamá- Kenny… verás, no sé si sea buena idea decírtelo en éstos momentos.

-¿Decirme el qué?

-Es sobre Annie… Ya no está con nosotros…

¡Ahí está! Eso es lo que estaba olvidando.

-¿Qué pasó con ella? ¿Ya terminó su operación?

 Mi mamá niega con la cabeza, Bryson mira hacia el suelo. Nadie quiere darme las respuestas que necesito saber.

-Mamá. ¿Qué pasó con Annie? ¿Y su operación?

-…No lo sabemos…- dice retorciendo el dobladillo de su camisa.

-¿Cómo que no lo saben?

-Es que… Annie no está en el hospital.

-¡¿Cómo que Annie no está en el hospital?!- digo más fuerte de lo necesario.

-Su mamá… se la llevó. Justo antes que pudieran comenzar la operación, vino y firmó unos papeles para que se la entregaran. Pero…




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.