Sin frenos sin reglas

Capítulo 2 Cuando la Burla quema

1 de marzo 16:34

Hunter Cavaleri:

— No me llames cariño — me responde, y sus músculos se tensan al instante, como si una chispa estuviera a punto de encender todo.

Sus ojos se estrechan, desafiantes, mientras da un paso adelante, acortando la distancia entre nosotros. Su respiración se vuelve más pesada, el cuerpo firme, como si estuviera esperando algo. Un leve movimiento de su mandíbula revela que no va a retroceder, que está lista para cualquier cosa. Cada vez que la veo, parece que no sigue reglas, que todo lo que hace está marcado por un impulso impredecible, como si desafiara el mundo entero con cada gesto.

— Mejor será que me vayas llamando Reina — su voz es baja, desinteresada, mientras sus labios se curvan en una sonrisa ligera, sin que sus ojos se muevan ni un centímetro. Da un paso hacia mí, el movimiento decidido, y el borde de su chaqueta cae de forma despreocupada mientras juega con él entre sus dedos. — Porque te voy a esperar en la línea de meta.

Se planta frente a mí, el cuerpo erguido, sin apartar la mirada, como si el espacio entre nosotros no fuera nada. Sus gestos son lentos, calculados, como si todo a su alrededor hubiera dejado de importar. No hace un solo esfuerzo por esconder que sabe exactamente lo que está haciendo.

— Me encanta tu seguridad y confianza, pero cuando pierdas, no quiero excusas — le sonreí, dejando que mi mirada se alargara sobre ella, estudiándola un segundo más de lo necesario.

Mi voz fue suave, casi demasiado, pero fue precisamente eso lo que la hizo caer en la trampa. Observé cómo su pecho se alzaba y caía con más rapidez, como si algo en mis palabras le hubiera alterado. El leve temblor de su mandíbula no pasó desapercibido para mí, pero no lo mencioné. Solo mantuve mi sonrisa, perfectamente en su lugar, como si realmente me importara lo que pensaba. Quería que siguiera creyendo que tenía control, pero sabía que, en cuanto llegara el momento, todo eso se desmoronaría y la tendría en la palma de mi mano. Aún no le iba a mostrar que, en realidad, yo era quien tenía el poder.

— No las habrá, pero prepara un pañuelo en mano para secarte las lágrimas — me dice, con la voz firme, y aunque su tono es desafiante, no puedo evitar notar cómo su mirada nunca vacila.

No hace falta que lo diga, lo veo en cómo se planta frente a mí, sin moverse ni un centímetro, como si todo lo que dijera fuera una amenaza que no le tocaba. Da un paso más cerca, sus manos relajadas a los costados, pero su postura está completamente lista para lo que venga.

— Que sea mujer no significa que vaya a perder — añade con seguridad, y aunque la idea de que pueda haber algo de verdad en esas palabras me hace sonreír por dentro, su rostro no refleja ni un asomo de duda. — Mi padre era piloto, Hunter, y me enseñó muchas cosas de niña.

Mientras hablaba, el viento seguía despeinándome, y en mi mente se desplegó un flashback de mis días con él.

Lo miro mientras habla, la misma seguridad en sus palabras, esa chispa en su mirada que siempre me hace querer hacerla callar. Pero entonces lo dice, como si fuera una de esas cosas que se olvidan, pero que en el fondo, sabe que no es cierto. La veo desafiarme como siempre lo hace, pero algo en sus ojos se detiene, como si de repente estuviera recordando algo más profundo.

Flashbacks :

Recuerdo a su padre. Un hombre callado, imponente, con ese aire de autoridad que solo los pilotos veteranos tienen. El coche de carreras que siempre había sido más que un simple vehículo, algo que parecía hecho para correr, para sentir la velocidad en cada curva. Trixie, siendo solo una niña, con el cabello recogido y la mirada brillante, sentada en su regazo, las manos pequeñas sobre el volante de aquel coche como si fuera la cosa más natural del mundo.

Mi mente me transporta al sonido del motor rugiendo bajo el control de él, el crujir del volante mientras su padre le enseñaba las bases de un mundo que ella parecía haber entendido antes que yo, aunque aún no lo supiera.

—Tienes que sentirlo, Trixie. El coche te habla —su voz grave resonando en mis recuerdos, como una lección impresa en la piel de ella, y no pude evitar notar cómo sus ojos brillaban con cada palabra que su padre le decía. No estaba solo enseñándole a conducir. Estaba enseñándole a ser fuerte, a manejar no solo el volante, sino su propia vida.

Y ahí estaba ella, de pie frente a mí, cada palabra de su padre flotando en el aire entre nosotros. Mi mente comienza a dar vueltas, y por primera vez me pregunto si ella realmente puede ganar esta carrera. No es solo una cuestión de coches, es algo más profundo, algo que no puedo comprender del todo.

—Primero, nunca pierdas de vista la pista —dijo su padre, y el eco de esas palabras parece resonar en mi mente. ¿Quién era yo para desafiar eso? ¿Quién era yo para pensar que podría ganar contra alguien que lleva esas lecciones tan arraigadas?

La veo, y por un momento, no veo solo a una chica desafiante. La veo como una competidora real, alguien que no solo está aquí para ganar, sino que lo hace con la determinación de alguien que ha sido preparada desde pequeña para esto. Y entonces, la imagen de su padre, el respeto en sus ojos cuando le enseñaba cada movimiento, se mezcla con la realidad de ahora.

—Hoy, las voy a poner en práctica. —Las palabras de Trixie me sacan de mis pensamientos. Algo en su tono me hace darme cuenta de que esta vez no va a ser como siempre.

Presente :

El rugir de su motor me hace volver al presente, pero hay algo distinto en la forma en que escucho el sonido ahora. Algo más real. Algo que me hace preguntarme si realmente estoy preparado para lo que viene.

—¿De verdad crees que tus recuerdos de infancia serán suficientes para ganarme? —preguntó yo , con una sonrisa desafiante.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.