Sin identidad

Capitulo 1

Capítulo I

 

                La blanquecina luz del enorme foco sobre su cama se cuela a través de los ojos cerrados de Carlota, intenta abrirlos, pero sus pesados párpados no se lo permiten, es como si fueran de plomo. Un grito de desesperación se le ahoga en la garganta, incapaz de emitir sonido alguno, quedándose atorado junto a sus cuerdas vocales.

                ¿Qué me pasó? ¿Por qué no puedo despertar?, se pregunta una y otra vez sin encontrar respuesta. Por su cabeza pasa la posibilidad de estar inmersa en un sueño surrealista de los que tanto ha escuchado hablar en sus clases de psicología, en ellos por más que luchas no puedes despertar, parecen reales, más sólo son una treta del malévolo inconsciente. Es tan extraño lo que le sucede que no duda ni un segundo en sopesar que sea su caso. Aunque de ser así, deduce con audacia, no estaría pensando que lo es.

                Hace un esfuerzo sobrehumano por recordar, su mente es una vorágine de pensamientos que se aglomeran en su conciencia haciéndola sentir un tanto mareada. Imágenes borrosas desfilan delante de ella y trata de atraparlas como si fueran moscas volando a su alrededor, necesita unirlas para lograr entender, pero cuando está a punto de distinguir alguna una densa niebla se cierne sobre ella como si fuera humo entrando por alguna rendija, invade todo a su alrededor sumiéndola de nuevo en la inconsciencia, su cerebro se apaga lentamente siendo engullido totalmente por la terrible oscuridad.

                El tiempo para Carlota es abstracto, no logra distinguir un instante de otro, deambula entre la realidad y la inconsciencia de manera discontinua. A veces por un segundo es capaz de sentir una ráfaga de aire o escuchar un discreto ruido. Sin embargo son sólo sutiles toques de consciencia, la mayor parte del tiempo está sumida en un mundo desconocido, pérdida en aguas oscuras y profundas de su mente.

A veces logra tener un contacto más real con el mundo a su alrededor, son momentos gloriosos a los que Carlota trata de asirse con todas sus fuerzas para no volver a desvanecerse, más son intentos vanos que duran escasos segundos.

Lentamente un olor va penetrando su sistema, es tan intenso que de a poco va jalando su mente a un primer plano de la realidad, ni idea tiene de cuánto tiempo paso desde la última vez que tuvo un instante de lucidez, pudo ser un minuto o una eternidad. De nuevo la fuerte luz invade sus pupilas, está vez de forma tan nítida que es capaz de distinguir sombras a su alrededor. Haciendo acopio de la poca voluntad que aún tiene, consigue abrir lentamente los ojos siendo deslumbrada al instante por la claridad alcanzando tan solo a vislumbrar siluetas sin forma ni rostro que se arremolinan a su alrededor. Un murmullo de voces se filtra por sus oídos, no es capaz de entender ni una sola de las palabras: ¿Dónde estoy? ¿Qué carajos me pasó? No veo, no oigo, no siento… ¡Dios mío, ayúdame! Repite una y otra vez en su desesperada mente, jamás en toda su existencia se había sentido tan desorientada, tan atenazada por un miedo escalofriante provocado por esa sensación agonizante de desolación… Por favor, ayuda… es su último grito en el silencio antes de que la nube negra la absorba otra vez.

 

 

                La oscuridad comienza a desvanecerse. Un débil halo de luz de nuevo se filtra a través de sus inertes parpados, está vez viene en tecnicolor, no como las otras veces que era blanco y estéril. A su alrededor todo se vuelve más real, a sus oídos llegan ruidos inteligibles que van aumentando decibeles poco a poco, haciéndose cada vez más nítidos, aunque son voces que no reconoce en absoluto.

                “No creo que se despierte”, dice una voz femenina que no tiene registrada en su banco de memoria. “Es una lástima, es tan jovencita”, le responde alguien, su tono es de una persona mayor, una mujer sin duda entrada en muchos años. Intenta moverse, levantar la mano, asirse a algo para encontrar un poco de cordura en medio de este desorden mental en el que está inmersa, pero es imposible. Una puerta se cierra, pasos firmes se acercan a ella. “Dejen de especular, se va a despertar”, exclama una voz masculina que suena como una delicada caricia.

                Un tacto suave toma su mano haciéndola sentir calidez en medio del insoportable frío, disfruta un instante la sensación que hace reaccionar su mente, no lo puede creer, está percibiendo el contacto, su piel reacciona a la fuerte mano que sostiene la suya, ya no está entumida, puede sentir. Tampoco la oscuridad la ha envuelto de nuevo. Los ruidos a su alrededor aumentan, mientras el gélido frio que le calaba los huesos desaparece dándole paso a un tenue calor que provoca que los vellitos de la piel se le ericen de la emoción. ¿Estará volviendo de quien sabe dónde diablos andaba?...

                Su olfato parece despertar también, un fuerte olor la invade,  sabe que lo ha percibido antes, pero tal parece que el acceso a los archivos de su memoria está bloqueado, no logra relacionarlo con nada. El olor se hace cada vez más fuerte, una mezcla de desinfectante con formol o alcohol, piensa sin estar segura, lo que le tiene sin cuidado, lo realmente importante es que percibe ruidos, tactos y aromas, debe asirse a ellos antes de que la bruma se apodere de nuevo arrastrándola al sepulcro de la inconsciencia.

                El juego de luces en sus ojos sigue girando como un caleidoscopio de colores, sumándose ahora sombras y siluetas. De repente un agudo dolor penetra en su sistema, un pinchazo en la mano izquierda cada vez es más fuerte casi al grado de ser insoportable.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.