Sin miedo a volar

Un pequeño cambio

Por la mañana me sentía más tranquila y con energía suficiente para soportar el día siempre y cuando mantuviera mi distancia de Emilio. Me ofrecí a llevar a los niños al área de juegos para que mi cuñada y mi hermano descansaran un rato más, me senté en un lugar cómodo desde donde podía verlos y llamé a Andrea.

—Todo está bien por acá tú relájate — dijo ella.

— Eso intento pero te prometo que mis próximas vacaciones serán contigo y Lalo, sin idiotas que critiquen.

— Quién te criticó Yuli? Qué pasó? — interrogó.

— Es solo que todo esto es muy diferente, no sé por qué los arrogantes y egoístas lo tienen todo y a los que intentamos salvar aunque sea una pequeña parte del mundo todos se nos desmorona — me puse un poco sentimental.

— No digas eso nosotros también podemos tenerlo todo, somos lo suficientemente fuertes para ir en contra de lo ordinario cariño — dijo mi amiga.

— Lo suficientemente fuertes o suficientemente locas? — bromeé.

— Ambas funcionan nena, pero dime estás menstruando o tus pastillas te descontrolaron las hormonas, te noto muy sensible — dijo.

— No cariño, mis hormonas están bien en este momento. 

— Está bien solo intenta pasarla bien, después hablamos, tengo que ir a revisar el águila que trajeron ayer. — Mi amiga es una veterinaria apasionada de su trabajo en realidad ella me había contagiado su amor a la naturaleza y había sido mi mayor motivación para trabajar en la reserva.

Nos despedimos y después de colgar estuve pensando durante un rato en mis dudas existenciales hasta que al mirar hacia la playa mis pensamientos se derritieron al ver a Óscar caminando por la orilla del mar junto a un hombre mayor. Admito que me pareció más sensualatractivo que el día anterior por más elegante que hubiera estado vestido. Su piel era un poco más clara que la mía pero tenía un ligero bronceado que se veía muy natural.

—Tía! tía! — mis pequeños sobrinos me trajeron de vuelta a la realidad — Podemos ir a la piscina? 

— Le preguntaré a su papá — llamé a mi hermano y dijo que sí pero que ellos bajarían enseguida para cuidarlos.

Por algún motivo no pude evitar pensar en Óscar durante el día pero no estaba ahí para enamorarme sino para convivir con mi hermano y su familia y de ser posible, conseguir algo de apoyo para la reserva.

Los tres dias siguientes no estuvieron mal, incluso mi sobrina Allison de 10 años y yo nos hicimos un cambio de imagen no fue algo radical pero nos encantó el resultado, aclararon un poco el tono de mi cabello y cambié mis rizos por un alaciado temporal así que de traerlo a los hombros se alargó casi hasta media espalda.

El cabello de la pequeña ya era hermoso, largo, claro y lacio, solamente se lo cortaron a la misma altura que el mío pero a mi hermano casi le da un infarto.

— Haz lo que quieras con tu cabello y con tu vida pero a tu sobrina no la enredes con tus ideas — reclamó Liam al vernos.

Afortunadamente a mi cuñada no le molestó y al cabo de un rato a mi hermano no le quedó más remedio que contentarse.

Emilio se desaparecía desde temprano así que no tuve que soportar sus estúpidos comentarios al respecto.

Era viernes y nos reuniríamos para cenar con Óscar y sus padres, yo sabia que esa reunión era muy importante para Liam así que me arreglé lo mejor que pude para causar buena impresión, asegurándome de estar lista a tiempo. Bajamos todos juntos al restaurante  pero mi cuñada recordó que había dejado la plancha encendida así que discretamente me pidió que yo fuera a desconectarla sin decirle a mi hermano lo que había pasado.

— Tengo que ir al baño, ya regreso.

— A qué hora se te ocurre July, los Armento ya deben estar por llegar. 

— Lo siento, tengo que ir — él estaba nervioso así que cualquier cosa que pusiera en riesgo el éxito de aquella reunión le haría enfadar. Y es que mi hermano normalmente es agradable pero cuando se enoja tiene un caracter de los mil demonios, más o menos igual que yo. 

Me apresuré a subir y efectivamente la plancha estaba encendida, así que la desenchufé y salí de la habitación.

— Estás perdida? — levanté la mirada y ahí estaba Emilio observándome.

— Solo vine a desconectar la plancha — respondí.

— Pensé que intentabas robar, no te reconocí cuando entraste — supuse que lo dijo por mi cabello así que no contesté nada y comencé a caminar hacia mi habitación con la intención de quitar una etiqueta del vestido que me incomodaba, pero al pasar frente a él me tomó del brazo obligando a detenerme a lo cual lo miré a los ojos con molestia.

— Te queda mejor el cabello rizado — dijo.

— No me interesa tu opinión — alegué y jalé mi brazo para que me soltara, entonces pude ver que su rostro se tornó muy serio.

— Será mejor que ya bajemos para que no llegues tarde otra vez.

"Maldición" pensé. "Espero que éste idiota no me haga perder la paciencia durante la cena". Así que salimos de la suite sin cruzar una sola palabra o mirada y por suerte llegamos unos segundos antes que los Armento.

 

 

 




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