Sin miedo a volar

Placer refrescante

Cuando por fin nos encontramos con mis amigos se quedaron asombrados porque yo no les avisé que había alguien conmigo.

Los presenté y no fuimos al auto, Óscar y yo nos fuimos en la parte de atrás pero yo no tardé mucho en quedarme dormida, entre sueños escuchaba algunas risas pero no podía abrir los ojos, hasta que sentí que el auto dejó de moverse.

— Vaya, resusitaste! — dijo Andrea.

— Donde estamos? — cuestioné al darme cuenta de que aún no habíamos llegado a la casa y Óscar no estaba en el auto.

— Tu sexi acosador quería pasar a comprar algo — respondió Lalo.

— Mierda, pensé que se había arrepentido de venir — bostecé.

— No amiga, parece muy contento de estar aquí, quieres que lo hagamos desear volver a casa? — preguntó Andrea.

— No, dejenlo así, está interesado en apoyar la reserva.

— Entonces lo cuidaremos bien — dijo Lalo y no pude evitar reir por los comentarios de mis amigos.

Cuando ví a Óscar acercarse para subir al auto me sonrojé por algún motivo. << Es tan lindo >> pensé pero mi conciencia me molestó recordandome que debía tener cuidado y no dar rienda suelta a mis hormonas.

— Quieres que te dejemos en algún hotel? — pregunté una vez que estuvo dentro del auto y me miró confundido.

— La verdad es que ya tengo donde quedarme — respondió — Eduardo me invitó a quedarme en su casa — mis amigos soltaron una carcajada.

— En serio Lalo? Tu ni siquiera vives ahí — alegué.

— Lo siento nena, no podemos dejarlo solo — objetó mi amigo — además no te había dicho pero tuve una discusión con Carlos y me he estado quedando con Andrea.

— Y entonces donde se supone que dormirá Óscar?

— Saben qué, creo que mejor si me quedaré en un hotel, no quiero molestar — sugirió Óscar.

— No es molestia, es solo que es diferente a lo que estás acostumbrado.

— Tengo espíritu aventurero — sonrío.

— Eso ya lo noté — le dije.

— Nosotros podemos poner el colchón inflable en la habitación de Andrea y él que se quede en la tuya — por lo visto Lalo había encontrado la solución.

La casa que Lalo nos rentaba era pequeña pero tenía una bonita fachada, de eso no podíamos quejarnos. Además Andrea y yo habíamos hecho un buen trabajo con el jardín de la entrada aunque no tanto con la decoración del interior. 

Noté que Óscar se sorprendió al ver que había pocos muebles y por dentro aquel sitio no parecía muy acogedor.

— Puedo dormir en el sofá, por mí no hay problema — me dijo mientras le mostraba la habitación.

— No soportarías el calor, aquí estarás más cómodo — las habitaciones tenían aire acondicionado porque las noches eran calurosas en verano.

El aceptó y estuvo toda la tarde con nosotros, quedamos en ir a recorrer la zona de cascadas al día siguiente así que nos acostamos temprano porque nos esperaban largas caminatas. Mis amigos no tardaron mucho en quedarse dormidos pero yo ya había dormido bastante así que no tenía sueño. 

Dejé cargando mi móvil y fui a la sala para ver una película aburrida en la televisión. Al poco rato salió Óscar para tomar agua y se sentó al otro lado del sofá.

— Te gusta esa película? — preguntó.

— No, solo intento aburrirme para ver si me da un poco de sueño — soltó una pequeña carcajada y nos pusimos a conversar un rato sobre varias cosas, parecía ser alguien divertido, por un momento dudé que pudiera tener algo en común con Emilio. Parecía muy interesado en mi trabajo y en apoyar la reserva, le conté que ese lugar había sido donado a la organización en la que yo trabajaba por una persona que se negó a vender esa tierras a alguien que pretendía deforestar y le habían amenzado, también le conté que mi trabajo prácticamente era voluntario porque cobraba por comisión. 

Finalmente él se estaba quedando dormido y se fue a la cama, yo comenzaba a sentir un poco de sueño y quise entrar a la habitación de Andrea pero no pude, parecía tener seguro por dentro, toqué la puerta y nadie respondió así que supuse que era una broma estúpida de mis amigos.

Volví a encender el ventilador y me acosté en el sofá hasta que finalmente me quedé dormida  pero despues de un rato desperté sudando porque la tela del sofá acaloró mi espalda y me estaba dando comezón. 

<< Que fastidio >> pensé y camine hacía mi habitación para ver si Óscar había dejado la puerta sin seguro, por suerte pude entrar y sentir un poco de frescura pero el rechinido de la puerta del clóset lo despertó y encendió la linterna de su móvil.

— Qué haces? — preguntó.

— Solo vengo por ropa — respondí.

— Son las 3:30 de la mañana, pensé que nos iríamos hasta las 7 — dijo y tuve que contarle lo que había pasado.

— Te molesta si me doy una ducha rápida — pregunté y el respondió que no así que refresqué mi cuerpo y me puse un camisón ligero.

Al salir del baño la luz de la habitación estaba encendida y él estaba terminando de acomodar una almohada sobre un tenderete que hizo en el piso con mi cobija.

— La cama es toda tuya — sonrió.

Aquella oferta me pareció tentadora porque en realidad no quería volver a dormir en el sofá así que le agradecí, apagué la luz y me acomodé en mi cama pero sentí un poco de pena por él porque seguramente se levantaría adolorido.

<< Que sufra un poco >> pensé y no tardé mucho en quedarme dormida.

Después de un rato me giré para abrazar una almohada y la sentí un poco más rígida pero no le di mucha importancia hasta que alguien sacudió mi brazo. 

— Juli, son las  6:30! — Óscar habló lo suficientemente fuerte para despertarme.

— Maldición — exclamé al darme cuenta de que lo abrazaba con fuerza y me levanté rapidamente.

— Lo siento Juli, no pude aguantar más en el piso y me acosté en la orilla de tu cama pero al parecer me confundiste con la almohada — me sonrojé al escuchar aquello.

— Obviamente no fue intencional — aclaré — así que asunto olvidado, vamos a alistarnos.




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