Sin miedo a volar

La desición

Me estaba hartando de la gente rica que creía que por tener dinero podían salirse con la suya.

Al día siguiente mi amiga y yo nos encargamos de que Óscar no la pasara nada bien, no le advertimos que usara repelente y lo picotearon los mosquitos, Andrea incluso lo obligó a darle de comer a un ocelote.

—Qué te pareció? — le pregunté mientras esperábamos a mi amiga.

Descubrí que no es mi territorio favorito pero creo que lo están haciendo bien y vale la pena apoyarlos. —Solté una pequeña sonrisa de ironía.

—  Por qué no me dices el verdadero motivo por que estás aquí? — se sorprendió.

— A qué te refieres Juli? — me preguntó.

— Anoche te escuché discutir al teléfono — su rostro se tornó serio.

— Juli por favor no pienses mal, desde hace tiempo mi padre cree que necesito casarme para sentar cabeza, tu hermano le habló maravillas sobre ti y tal parece que lo dejaste impresionado el día de la cena.

— Entonces Emilio tenía razón, si quieres algo a cambio — Reclamé.

— No niego que me gustas pero pocas veces cedo ante los caprichos de mi padre, yo solo aproveché para escapar un rato de sus sermones, de las tonterías de Emilio y de las estúpidas apariencias. — mi corazón se aceleró al escuchar eso, parecía que después de todo Óscar no era igual a ellos.

— El caso es que tu padre sí espera que obtengas algo a cambio y es su dinero el que piensas aportar así que no puedo aceptarlo.

— Entiendo Juli solo quiero que sepas que de verdad la pasé bien contigo, con tus amigos, con todo esto —
parecía sincero y se quedó tan serio durante el camino de regreso a casa que solo se límito a revisar su móvil sin decir nada y a rascarse ocasionalmente.

— Ya compré un vuelo, te prometo que no te volveré a molestar — dijo al llegar y su mirada linda se volvió nostálgica, lo había visto tan contento disfrutando con nosotros un día antes que me pareció injusto que las cosas fueran así para los dos. — Sólo déjame pasar por mis cosas. 

— A qué horas es tu vuelo — pregunté mientras él alistaba una pequeña mochila sobre mi cama.

— Es mañana por la mañana pero me quedaré en un hotel cerca del aeropuerto.

— Quédate a comer — ofrecí.

— Gracias pero será mejor que me vaya. 

— Al menos déjame darte algo para esas picaduras — pasé junto a él para sacar un ungüento del cajón de mi buró y cuando estuve frente a él para darle el pequeño frasco, lo miré a los ojos y un calor recorrió mi cuerpo pero tuve que controlar mis impulsos por más apetecibles que fueran sus labios. Me recordé a mi misma que la última vez que me enamoré me lastimaron y desde entonces solo prefería los encuentros casuales sin complicaciones.

Un taxi fue a recogerlo y lo acompañé al portón para despedirlo, nos dimos un abrazo y puso un tierno beso en mi mejilla pero ya no pude contenerme más entonces en lugar de soltarlo rodeé su cuello con mis brazos y no pude resistirme a besar sus labios, él correspondió pero de pronto se detuvo.

— Juli, me gustas mucho, de verdad, no solo porque mi padre y tu hermano quieran que pase algo entre nosotros, no me arrepiento de haberte seguido, aunque te la pasaras dormida la mitad del tiempo — me sacó una sonrisa.

— Te creo — afirmé y puse un pequeño beso en sus labios — y tu también me gustas, es solo que no quiero que pienses que soy una mujer a la que puedes comprar.

— Lo sé — me besó una vez más pero el taxista se estaba desesperando — te puedo marcar cuando esté en el hotel? — yo asentí y mis emociones se revolvieron al verlo marcharse.

Después de eso caí en la cuenta de que me había dado el lujo de rechazar una buena cantidad de dinero para la reserva, dinero que realmente necesitábamos porque desde hacía algún tiempo yo sabía que en cualquier momento podíamos perderla porque la verdad es que legalmente aún no estabamos reconocidos como reserva sino como área verde y eso es porque solo la mitad del terreno que ocupábamos había sido donada, el resto nos la facilitaban los propietarios de dos enormes terrenos vecinos y era donde se encontraban los pozos, el plan era comprar esos terrenos pero aún nos faltaba bastante dinero sin olvidar que del otro lado había una empresa queriendo construir una alcoholera.

Así que aunque me sentía orgullosa de lo que consideraba mi trabajo, sabía que podía perderlo en cualquier momento, además admito que era frustrante tener prácticamente que mendigar apoyo y ver como personas que podían hacerlo, no estaban interesados en ayudar a este tipo de proyectos.

​​​​​​Entonces recordé las palabras de mi hermano, sabía que yo tenía la capacidad para cumplir con lo que me ofrecía, también sabía que necesitaba mejorar mi situación ecónomica pero sobre todo deseaba poder aportar más dinero a preservar las áreas verdes que yo tanto amaba, así que debería ponerme a analizar todas mis opciones y tomar una desición que sí o sí tenía que funcionar.

Les comenté a mis amigos lo que pensaba y aunque Andrea se molestó un poco, al final dijeron que me me apoyarían en lo que yo decidiera.

Esa noche Óscar y yo platicamos al teléfono durante un buen rato, le conté sobre la situación que me inquietaba y para resumir ambos nos dejamos en claro que no buscábamos una relación y mucho menos matrimonio pero podíamos conocernos más y vernos sin que mi padre o mi hermano se dieran cuenta para que no pensaran que se habían salido con la suya.

Después de todo él y yo no éramos tan diferentes, los dos éramos un poco tercos en nuestras ideas y en llevarles la contraria a nuestra familia.

 

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