Sin miedo a volar

Emprendiendo el vuelo

Después de mucho pensar, llamé a mi hermano para decirle que aceptaba trabajar con ellos pero no precisamente de lo que él esperaba, yo quería comenzar como cualquier otro empleado e ir escalando por mi propio esfuerzo.

Liam aceptó con una no tan agradable condición: aunque recibiera la capacitación básica y empezara desde abajo también tendría que recibir capacitación que me permitiera ascender más rápido y Emilio sería quién la daría.

— Solamente serán tres semanas Juli, él es el único que puede hacerlo, tienes que llegar a su mismo nivel y si es posible más arriba porque lo que necesitamos es gente de confianza y yo confío en tí más que en Emilio — no me agradaba para nada la idea, si ni siquiera había podido soportarlo una semana pero desde que contemplé la posibilidad de aceptar el trabajo sabía que tarde o temprano me enfrentaría a Emilio otra vez y para ser sincera tenía muchas ganas de hacerlo arrepentirse por haberme hecho pasarla mal y, bueno, ya había renunciado a mi otro empleo así que tuve que acceder a esa condición.

Una vez concluído mi entrenamiento básico para trabajar como ayudante de especialistas en mécanica industrial, tuve que viajar a la ciudad donde sería el primer contrato en tierras mexicanas de la compañía del suegro de Liam, fueron unas 8 horas en autobús porque no estuve dispuesta a subirme a un avión otra vez. Cuando lo pensé bien me di cuenta de que no solo tenía miedo a volar en aviones sino a también a dejar volar mis posibilidades de vida, a cambiar mi forma de enfrentar desafíos y a confiar en los demás. Así que salir de mi zona segura me aterraba pero ya estaba decidido y era tiempo de avanzar.

— A mi tampoco me hace gracia estar aquí contigo — dijo Emilio en el primer momento en que nos encontramos.

— Claro que no — respondí — seguramente estarías más a gusto en una oficina pero como yo rechacé la supervisión, tuviste que venir. — Afortunadamente ya no tenía que limitar mis palabras.

Llegó el momento de la acción y aunque había estudiado y prácticado mucho, me costó enrolarme. 

— Ya te arrepentiste de haber abandonado a las ardillas? — Se mofó Emilio pero yo no iba a rendirme tan fácil.

La compañía rentó una casa para los trabajadores pero mi hermano no quiso que me quedara con ellos y me pidió que me quedara en el hotel donde Emilio y los ingenieros se hospedaron. 

Compartí habitación con dos ingenieras que por lo que había visto eran bastante buenas en el trabajo y me pareció que podía ser una buena oportunidad para aprender de ellas.

Toda esa semana me esforcé bastante y claro que no fue suficiente para volverme experta pero logré comprender lo que hacían.

En cuanto a mis compañeras de habitación, parecía no simpatizarles mucho la idea de que una trabajadora de bajo sueldo se quedara con ellas, tal vez la única razón por la no se quejaron es porque sabían que los trabajadores que se hospedaban en la casa rentada eran todos hombres y hubiera sido incómodo para mí.

Prácticamente éramos tres mujeres intentando demostrar que merecemos tener las mismas oportunidades que ellos así que intenté ser amable. Para no sentirme tan sola en ese lugar procuraba hablar con mis amigos y Óscar, que también se esforzaba por darme ánimo y admito, se estaba volviendo una persona especial para mí. 

Se llegó la otra etapa de mi capacitación y sabía que Emilio no me la pondría fácil, tendría que ser por pequeños lapsos y siendo discretos porque no podía descuidar el que se suponía que era mi empleo. 

El primer día, durante mi hora de almuerzo, me hizo destapar un pequeño equipo y encontrar la falla, no creí que eso fuera necesario pero tuve que intentarlo, se me complicó un poco y me estaba desesperando cuando una de mis compañeras de habitación se me acercó, era una mujer de unos 35 años, de aspecto rudo y mucho carácter.

— Porqué haces eso? — preguntó.

— Me lo pidió el ingeniero Sáenz — respondí y puesto que era su superior no pudo denegarme aquel trabajo.

— Es un idiota — dijo — cree que por ser mujeres no podemos hacer lo mismo que ellos.

— Ya lo sé — sonreí — por eso tenía que intentarlo pero es más complicado de lo que pensé, yo creo que ni el podría reparar ese equipo.

— Déjame ayudarte — dijo puesto que también era su hora libre y con su ayuda fue más rápido detectar el problema y arreglarlo además de que me dio gusto saber que las mujeres podíamos estar unidas.

Emilio regresó antes de lo esperado y  le reclamó —Por qué la ayudó Ingeniera? 

— Es mi hora libre y también es mi responsabilidad que ese equipo sea reparado correctamente — respondió.

— Luego hablaremos de eso — él estaba enfadado — Juliette, ven un momento por favor — pidió. Caminamos hasta el área de fumadores y empezó a fumar un cigarrillo.

— Mira, tenemos que hablar, no me hace feliz lo que te voy a decir pero quiero que por favor aprendas rápido y aprendas bien porque no quiero tener reclamos de Liam, además de que hace un calor infernal y no pienso dedicarme a supervisar personalmemte cada obra que se haga en éste país — sospechaba que el calor le afectaría pero yo ya estaba acostumbrada.

— Aprenderé bien pero me tomaré el tiempo que sea necesario.

— Por qué eres tan terca? — reclamó.

— No voy a responder a eso — dije — alguna otra cosa?

— Sí, te espero esta noche en el restaurante del hotel, hay algunas cosas que tengo que explicarte más a detalle — apagó su cigarrillo a medias.

— Está bien, ahí estaré — respondí.

— A las 7 — señaló.

<<Mierda>>  pensé y regresé a trabajar.

 

 

 

 




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