Sin miedo a volar

Turbulencia

— Qué piensas hacer Óscar? — Safé mi mano de su agarre y me detuve antes de entrar al edificio.

— Mi padre, tiene que parar con ésto — noté que él realmente estaba enfadado.

— Yo ya no quiero hablar con él y tu necesitas calmarte — me senté en la orilla de una jardinera.

— Y que más podemos hacer, quieres que nos casemos para que nos deje en paz? — no me agradó escuchar eso.

— Claro que no, no voy a casarme por conveniencia ni por obligación — respondí — además tu y yo no somos nada, será mejor que busques a alguien más que esté dispuesta a hacerlo para que me dejen tranquila de una vez — sugerí en mi frustración aunque por supuesto que no era eso lo que yo deseaba, el caso es que prácticamente éramos solo dos amigos que se encontraban de vez en cuando para tener sexo y al parecer eso nunca termina bien.

— No digas eso Juli — se sentó junto a mí pero antes de que pudiéramos decir algo más una elegante mujer mayor se acercó.

— Óscar — extendió su mano para saludarle, yo respiré hondo y tratamos de aparentar que todo estaba bien — qué gusto verte, vienes a ver a Miguel?

— No exactamente, — nos pusimos de pie — ella es la ingeniera Juli — me presentó — es la directora de Typipes aquí en México.

— Que impresionante para alguien tan joven — nos dimos un saludo de mano — yo soy Eida Olsen, soy socia del corporativo.

— Mucho gusto, acabo de estar una reunión con algunos de sus colegas — le dije.

— Oh, lo siento, yo debí haber estado en esa reunión pero me surgió algo, espero no haberme perdido de algo importante. 

— No, solo fue mero protocolo — respondí y en ese momento comencé a sentir un dolor punzante en mi pelvis. Ellos cruzaron algunas palabras más pero yo me desconecté de la conversación porque tuve que hacer un esfuerzo para contener el dolor que se estaba intensificando. Finalmente nos despedimos y la señora Eida se alejó.

— Oscar, llama a mi chofer! — quien había ido a comer. Me senté nuevamente en la orilla de la jardinera y presioné mi abdomen con las manos, comencé a sentir una especie de mareo.

— Que tienes July? Te duele algo? — preguntó preocupado.

— Sí, llévame a un hospital! Me duele mucho, no creo poder aguantar más.

— Iré por mi auto, lo dejé en el estacionamiento del restaurante. 

— Apresúrate por favor — le pedí.

Mientras él se dirigía hacia ayá me desvanecí, pude escuhar un murmullo pero no podía incorporarme.

Desperté en una cama de hospital, apenas tomé conciencia me dí cuenta de que el dolor continuaba aunque con menor intensidad. Me sorprendió ver a la señora Olsen en una silla junto a mí.

— No te muevas July, llamaré a la enfermera.

La enfermera revisó mis signos vitales y aunque insistí en saber lo que había pasado, me pidió que esperara a la doctora que me había atendido.

— Hola Juliette, cómo te sientes? — preguntó la doctora.

— Me siento adolorida, y quiero saber que es lo que me suscedió.

— Por supuesto, mira Juliette, con el paso de los dias y analgésicos el dolor irá disminuyendo — anotó algo en el expediente y la ví respirar hondo. — Tuviste un aborto espontáneo, te hicimos un legrado — recibir esa noticia me partió el alma — sabías que estabas embarazada? — lo negué con la cabeza porque se había hecho un nudo en mi garganta.— Estabas aproximadamente de 8 semanas, lo más probable es que el aborto se debiera a una anomalía génetica en el feto, lo lamento mucho, te encuentras estable en éste momento y la enfermera estará pendiente de tus medicamentos — La doctora se marchó y algunas lágrimas brotaron de mis ojos.

Cuando Eida Olsen entró nuevamente a la habitación se acercó a mí para tratar de consolarme.

— Óscar ya sabe? — le pregunté cuando me tranquilicé un poco.

— Si cariño, él estuvo contigo todo el tiempo pero me ofrecí a quedarme un rato contigo para que pudiera descansar.

Me contó que ella se había quedado junto a la puerta del edificio atendiendo una llamada y vió cuando me desmayé, Óscar apenas había llegado al otro lado de la calle cuando se dió cuenta que algo había ocurrido y se regresó rápidamente, el auto de ella aún estaba estacionado afuera del edificio así que le pidió a su chofer que nos llevara al hospital.

— Óscar también me habló sobre la discusión que tuviste con el ingeniero Armento y creo que hiciste lo correcto a pesar de que mis intereses tambien se han visto afectados por esa pequeña reserva, yo no puedo hacer nada directamente pero creo que puedo ayudarles a ganar un poco de tiempo mientras te recuperas. — Escuchar eso me dio un poco de alivio.

Le estaba dando las gracias a Eida cuando entró mi madre a la habitación. No sé como describir exactamente ese momento porque yo aún intentaba asimilar lo sucedido pero pude percibir cierto flechazo en las miradas de ella y la señora Olsen.

Mi madre me abrazó y se disculpó por haber estado distante, me dijo que estaba en trámites de divorcio con su tercer esposo y que se quedaría conmigo para estar pendiente de mi salud mientras fuera necesario. 

Eida tenía que irse y mi madre la acompañó a la puerta, tuvieron una charla corta y después de eso mostró mucha curiosidad sobre ella.

Por la tarde Óscar regresó, nos quedamos a solas sin decir nada durante un momento. Lo noté preocupado y tan confundido como yo.

Se acercó, acarició mi mejilla y estiró uno de mis rizos para ponerlo tras de mi oreja, después acercó la silla, se sentó y tomó mi mano para poner un pequeño beso sobre ella. 

 

 

 

 




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