Sin miedo a volar

Mejores enemigos (fragmento)

Dicen que por algo pasan las cosas pero no puedo evitar percibir como tragedia lo que está pasando.

Mi madre me enseñó a esforzarme cada día para ser una mujer fuerte, capaz de luchar por mí misma en ésta vida sin tener que depender de un hombre. Durante mucho tiempo ella me lo demostró con hechos pero ahora que el tratamiento contra el cáncer la ha debilitado no es tan fácil para ninguna de las dos.

Mi padre falleció cuando yo tenía unos 6 años, casi no lo recuerdo. Según me cuenta mi madre, ella lo consideraba su héroe, huyó con él cuando tenía 16 años para escapar de un padrastro alcohólico que abusaba de ella. Y aunque papá era un hombre responsable y buen proveedor, él creía que un certificado de matrimonio era inecesario así que nunca se casaron legalmente, entonces cuando murió lo perdimos todo, incluso la casa donde vivíamos porque supuestamente pertenecía a la inmobiliaria que dirigía.

Su socio, Antoan de la Vega, ofreció respetar la parte que me correspondía como herencia a cambio de que mi madre se convirtiera en su amante pero ella se negó y él arregló todo para hacerla quedar como mentirosa y a mí como una hija bastarda, engrandeciéndose a sí mismo con negocios que no eran completamente suyos.

Así que solo hemos sido nosotras dos desde entonces, y lo estábamos haciendo bien. Ella empezó con un pequeño puesto de comida que después se convirtió en un concurrido restaurante. Incluso había podido pagarme una buena universidad, pero poco antes de concluir mis estudios le diagnosticaron cáncer de esófago y su vitalidad comenzó a menguar.

Me vi obligada a abandonar la escuela para ayudarle de tiempo completo, pero cuando el seguro médico dejó de cubrir el tratamiento tuvimos que hipotecar la casa y el restaurante que con esfuerzo habíamos construido. Por suerte el restaurante seguía funcionando bien pero el tratamiento se alargó y cuando gastamos el dinero del crédito me retrasé en los pagos. Pedí una prórroga pero la negaron y después de unos meses nos obligaron a desalojar.

Al menos esa cuenta quedó saldada pero mi madre no ha mejorado. Mi tía Eleanor nos prestó un pequeño departamento en una de sus propiedades, del cuál solo pago los servicios pero me he dado cuenta de que ella le guarda rencor a mi madre porque no corrió con la misma suerte de poder escapar del martirio que marcó su infancia así que de cualquier forma quiero que nos vayamos de aquí en cuanto consiga un ingreso estable.

Hace poco comencé a salir con Gabriel, es el dueño de un bar austero en la planta baja de la vecindad donde vivimos. 

Una tarde yo salí a la acera para refrescarme un poco y evitar llorar frente a mi madre. Él se acercó y después de escuchar mi triste y desesperada historia me ofreció trabajo como mesera pero al ver que yo sabía cocinar y que los clientes solían tratarme con falta de respeto me tranfirió al área donde se preparan las botanas.

El trabajo me vino bien porque puedo estar cerca de mamá y la protección también ya que era una zona peligrosa de la ciudad. 

Gabriel tiene demasiados tatuajes para mi gusto, siempre viste ropa deportiva y se deja crecer un poco los rizos pero en general es físicamente atractivo y a pesar de que nuestra relación no es seria ni exclusiva, le estoy agradecida. Además mi mala suerte no impide que mi cuerpo pueda experimentar placer de vez en cuando. 

El caso es que todo éste tiempo él ha insistido en que intente recuperar el dinero de mi padre, incluso me ha ofrecido su ayuda y admito que lo he llegado a considerar como una opción pero le  prometí a mi madre que nunca haría nada al respecto para no correr el riesgo de caer en las manos del 'distinguido' arquitecto de la Vega además de que Gabriel tiene un instinto temerario que podría meternos en problemas.

Solo me he limitado a curiosear un poco sobre la lujosa vida de la familia de Antoan. Sus hijos son reconocidos profesionistas, nunca han sentido el temor de ser echados de sus lujosas casas. Uno de ellos, Alexey de la Vega, es un abogado y político que pretende dárselas de Robin Hood, pero es fácil hacerlo cuando alguien te respalda. 

Un día mi prima Vanessa llega de visita, pienso que solo pasa a saludarnos pero en realidad viene para avisarnos que hay una persona interesada en arrendar el departamento y ofrece más del precio regular.

— La única forma de que sigan ocupando el departamento es que iguales la oferta de arrendamiento. Lo siento prima, es que nosotros también tenemos gastos y ya les hemos ayudado bastante. — me dice.

— Y por qué no vino mi tía a decirnos? — La llevé afuera para que mi madre no escuchara aquella conversación.

— Porque tu mamá es su única hermana y le apena tener que hacer ésto ahora que a ustedes les está llendo tan mal — justifica. 

— Ésta mala racha es algo temporal ¿Podrías hablar con ella para que me de un par de semanas más por favor? Haré todo lo posible por encontrar otro trabajo — prácticamente suplico a pesar de que quisiera alegar, llorar y decirle unas cuantas verdades sobre las veces que mi mamá les ayudó sin pedir nada a cambio, pero no puedo ser irrespetuosa con alguien que de cualquier forma nos ha permitido vivir varios meses en su propiedad. 

— Lo intentaré Mili (así es como siempre me ha llamado mi familia) pero no te prometo nada.

Eso fue como la gota que derramó el vaso.

"Tengo que conseguir otro empleo", pienso porque no estoy dispuesta a ser echada otra vez y humillada como si no mereciera tener un espacio seguro para escapar de la cruel realidad. Me apresuro a ponerme un vestido sencillo pero que me haga ver con una apariencia lo suficientemente presentable para que me contraten. Recojo mi largo cabello castaño y me maquillo un poco. Antes de salir busco algunas copias de mi solicitud de trabajo.

— A donde vas con tanta prisa hija? — Pregunta mi madre.

— No te preocupes, olvidé hacer unas compras de la cocina y ésta noche se transmitirá un partido así que el bar estará repleto.




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