Sin miedo a volar

Advertencia

Al dia siguiernte Óscar se fue muy temprano, iba preocupado por la reacción de su padre pero aún así intentaría hablar con él. Le pedí que no le mencionara que Emilio había actuado en su contra donando uno de los terrenos a la reserva porque si Armento se enteraba seguramente lo correría y tendría que regresar a la empresa de su padre.

Nos despedimos y quedamos de vernos para su cumpleaños. — Ve con cuidado — le dije — espero que todo salga bien. Seguramente después de eso yo ya no sería el prospecto de nuera para Miguel Armento.

— Juli, olvidé decirte algo, tendrás que ir el miércoles al terreno de la alcoholera con la hija de el ingeniero Estrada — me dijo Eida.

— De acuerdo, le diré a mi chofer que nos lleve.

— No Juli, irán en helicóptero para que ella pueda ver la extensión del terreno junto a la reserva, la razón por la que se interesó en el lugar es para ofrecer una experiencia completa a sus huéspedes, planea hacer un acuerdo con la organización en la que trabajabas para hacer recorridos guiados, pero tú tienes que ir.

— No Eida! Yo no me subiré a un helicóptero, puedo ir en mi auto y verla ayá.

— Ya hemos avanzado bastante como para arriesgarlo, tendrás que hacer un esfuerzo extra para subir a ese helicóptero. — Entendí que no había otra opción.

— Maldición — musité.

— Puedes tomar una de tus pastillas ese día para que no estés muy ansiosa — sugirió mi madre.

— No mamá, cada vez que lo hago algo incómodo sucede! — Alegué. — Ya veré que hierba fumo para soportarlo — dije sarcásticamente.

— Juli! — exlamó mi madre.

— Es broma mamá, es solo una expresión. — Le dije y Eida soltó una pequeña carcaja al vernos discutir.

Al ver la hora me apresuré a alistarme para ir a trabajar, mis enamoradas visitas se irían hasta el martes por la mañana así que las dejé encargadas de mi departamento. La mañana estuvo bastante tranquila y yo ya había retomado el ritmo laboral. Óscar me avisó que ya había llegado pero aun no sabía si ya había logrado hablar con su padre.

— Señorita Salazar, tiene una llamada del señor Sáenz — al escuchar eso pensé que se trataba del suegro de Liam y acepté la llamada pero tuve una sensación desagradable al escuchar la voz de Emilio.

— Por qué llamas a la oficina? Pensé que se trataba de tu padre — alegué.

— Precisamente por eso, si sabías que era yo seguramente no contestarías. — Tenían sentido sus palabras.

— Y qué quieres? — Intenté sonar cortante.

— Decirte que me alegra que estés por solucionar lo que tanto te preocupaba. 

— Esperas que te dé las gracias por ayudarme a reparar el daño que tu causaste? 

— No, no es necesario. Lo hice porque aunque no lo creas tengo un poco de ética y sé que tus ardillas son importantes.

— Es difícil de creer — le dije.

— Por qué eres tan terca Juli? Intento hablar bien contigo — reclamó.

— Pues sé directo por favor, estoy ocupada.

— Bien, pero vas a escuchar con atención o te puedes arrepentir de no hacerlo — ahí estaban sus amenazas otra vez.

— Habla de una vez.

— Miguel Armento está enfadado, sobre todo contigo. A Óscar por fin se le ocurrió presentarse por aquí y su padre mejoró su humor gracias a eso, seguramente porque omitió que está saliendo contigo y supo lo que estuviste haciendo todo éste tiempo por sabotear la construcción de la alcoholera.

— Intentas chantajearme?

— No Juli, no conoces a Armento, no tienes que exponerte a ésto. — Desconocí el tono de voz.

— Y según tu. ¿Qué debo hacer?

— Aléjate de Óscar! — Advirtió.

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