Sin miedo a volar

El paisaje que extrañaba

Antes que nada quiero decirles que en mi página de facebook se encuentran los enlaces a las páginas de la reserva en la cual me inspiré para escribir ésta historia. Una es del ecopark y la otra del hotel.

Yo no tengo ninguna conexión con ellos salvo que admiro su labor. Les invito a que aportemos nuestro granito de arena, no necesariamente que viajen a dicho lugar o hagan alguna aportación económica pero pueden darle like y compartir sus publicaciones, eso sería de gran ayuda. No estoy segura de que el enlace que puse aqui en booknet funcione pero pueden encontrarme como Liza Maldonado — Quetzali.

También quedó pendiente la actualización de ayer así que hoy les dejaré dos capítulos. Un abrazo.

— Pero que dices? Yo lo amo por si aún no te ha quedado claro. No me importa lo que haya hecho antes.

— Entonces de verdad se enamoraron. Sabes, pensé que solo serías uno de esos amoríos pasajeros de Óscar, pero creo que me equivoqué y realmente me están causando molestia. 

— Ese es tu problema no nuestro — refuté.

— El caso Juli, es que contigo tuve piedad porque por algún motivo hay algo en tí que me vuelve loco, por más que intente evitarlo. Pero con Óscar no será así. Me estoy esforzando mucho para llegar a donde quiero estar y no voy a permitir que alguien se interponga otra vez.

— Tal vez es una señal para que busques tu camino por otro lado.

— Eso no pasará. Así que o lo convences de que se quede en las tequileras o tendrás que alejarte de él porque yo nunca me retiro con las manos vacías. 

— Dices que no me exponga a lo que pueda hacer Miguel Armento pero tu eres igual que él. Se supone que Óscar es tu amigo 

— Yo no tengo amigos, solo aces bajo la manga y más te vale no decir algo sobre ésta conversación porque si a mi me va mal a tí tambien Juliette.

— Eres un idiota Emilio — colgué.

Se me revolvieron los sentimientos después de aquella llamada, cuando llegué a casa mi madre y Eida tenían la cena lista, se les veía muy contentas pero yo no lograba conectar con su conversación.

— Estás bien Juli? — preguntaron.

— Sí, es solo que tengo algunos asuntos pendientes del trabajo — dije y terminando de cenar me retiré a mi habitación.

Cuando Óscar me llamó dijo que su padre había aceptado que trabajara para él y que Emilio se veía un poco molesto pero no habían tenido ningún problema.

Yo estaba indecisa pero finalmente le conté lo que me había dicho Emilio.

— Ya no lo escuches Juli, es un cobarde que no se atreve a decirme las cosas a mí en la cara. — Me dijo.

— Yo lo sé pero no quiero que te haga daño.

— Todo estará bien princesa, él es el que tiene que regresar a Canadá. 

— Ojalá que así sea. Me estoy cansando de él.

Emilio se estaba volviendo más molesto que de costumbre y comenzaba a darme miedo lo que pudiera hacer. Pero confié en que Óscar lo solucionaría.

Se llegó el miércoles y tal como había dicho Eida, tenía que subir al helicóptero con la hija del ingeniero Estrada. Su nombre era Yairín, era una mujer muy bonita de unos 35 años, pelirroja y con lindas pecas. Iba acompañada de uno de sus colegas y dos topógrafos, estaba aterrada pero tuve que ser fuerte por el bien de la reserva.

Sabía que aquello sería peor que viajar en avión, así que por la noche y en la mañana me aseguré de tomar algunos tés relajantes que me preparó mi madre.

Mi corazón latía fuerte y cerré los ojos durante casi todo el camino. Yairín me dió una goma de mascar para ver si me servía de algo.

— Lamento que tuvieras que hacer ésto Juli pero es la única forma — me dijo Yairín.

— No te preocupes, creo que podré soportarlo — respondí y ella me hizo conversación para que me relajara un poco. Era una mujer bastante simpática y amigable.

Cuando por fin nos acercamos al área de la reserva miré hacia afuera poco a poco y respiré hondo. Después de una pequeña sensación de vértigo comencé a apreciar la belleza del paisaje, ese paisaje que yo tanto extrañaba y que para ser honesta desde las abajo no podía apreciarse de una forma tan impresionante.

Yairín también estaba contenta de que su padre le hubiese sugerido áquel lugar. Una vez que descendimos y salimos del helicóptero fue como llegar a casa. Me emocioné al ver a mi amiga Andrea y nos dimos un fuerte abrazo.

Junto con el secretario de la organización sin fines de lucro les dimos un pequeño recorrido por la reserva.  Quedaron pendientes algunos detalles pero en general me pareció que llegaron a un buen acuerdo. Mientras ellos se fueron a revisar el terreno donde plneaban construir el hotel yo me quedé a charlar un rato con mi amiga y mis antiguos compañeros. 

— Tenemos que celebrar, quédate Juli — dijeron. Fue una oferta tentadora pero debía regresar ya que solo había solicitado permiso para ese día y a mi hermano no le agradaba que yo hubiera intervenido en el asunto de la alcoholera.

Con todo lo que pasó me había olvidado de revisar mi móvil. Al llegar a casa me di cuenta que tenía varias llamadas perdidas de Óscar y un texto de Emilio que decía 'Te lo advertí Juliette, no sé por qué te gusta complicar las cosas'.




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