Sin miedo a volar

Puedes leer lo que quieras

— Cómo estuvo tú día? — me senté y acerqué la silla para sentarme junto a él. 

— Bien pero la verdad es que hoy no me siento con suficiente ánimo para dar cátedras, creo que ha sido uno de esos días en que ni siquiera mis teorías me dan ánimo. Te importa si leo algo más alegre.

— Puedes leer lo que quieras Juliette, igual me quedaré dormido — sonreí al escuchar eso y me dio gusto que por lo menos él estuviera de buen humor.

Lei una historia corta con un toque de humor que logró relajarme un poco, incluso reímos un poco pero tuve que cambiar algunas partes cómicas para que él no tuviera que hacer mucho esfuerzo al reírse.

— No sé por qué no intenté llevarme bien contigo antes — dijo y noté algo de nostalgia en su mirada, al parecer comenzaba a sensibilizarse su arrogante corazón.

— Aún podemos ser amigos — le dije — yo también he sido irreverente contigo pero ahora solo quiero que te recuperes.

— Ahora te preocupas por mí? — preguntó.

— No te creas tan especial, solo quiero volver a dormir toda la noche en mi cama — sonrió.

— Lamento que también tengas tengas que lidiar con ésto pero me agrada tu compañía, cuando mi madre está aquí prefiero dormir porque de la nada comienza a llorar y me duele verla así. Ésto es muy desesperante. — Me sorprendió su sinceridad, supe que él también intentaba ser fuerte pero aquella situación lo superaba. Algunas lágrimas rodaron por su mejilla y tuve que limpiarlas.

— Sé que necesitas desahogarte pero debes estar tranquilo, no puedes forzarte. — Había sufrido fracturas en una de sus costillas, en el hombro derecho y su cadera estaba lastimada así que su cuerpo era una especie de prisión dolorosa — Hay una película que siempre me hace sentir mejor, quieres verla? 

— Está bien — dijo y puse en mi móvil 'Cartas a Julieta'. Entonces sonrió.

— Julieta Capuleto? — preguntó.

— Sí, sé que es irónico, por ella mi madre me puso Juliette y mi película favorita lleva su nombre — respondí y comenzamos a verla, se tranquilizó y poco despues se quedó dormido.

Por algún motivo me agradaban nuestras extrañas charlas nocturnas, de no ser por todos los incómodos momentos que pasamos antes hasta yo hubiera pensado que éramos dos viejos amigos.

Dos días despues me entró una llamada de Óscar pero no respondí.

*Cómo está Emilio?  envió en un texto y volvió a marcar.

— No vas a responder?

— No, Óscar quiere saber como estás, si de verdad le preocupas que venga a verte y de paso aclaran sus diferencias.

— Yo no quiero verlo, dile que estoy bien.

— No estás bien Emilio y él tampoco. Tarde o temprano tendrán que hablar. No es cualquier cosa lo que te pasó, tal vez te lo merecías pero es un maldito delito. Todavía no puedo creer que Óscar haya sido capaz de causarte ésto.

— Óscar? Es en serio? Él hizo ésto? — Sentí un escalofrío al escuchar la voz de su madre — todo éste tiempo han sabido que fue él? No puedo creerlo — se recargó en la pared para intentar procesarlo.

— Si mamá pero no tiene caso decir la verdad.

— Por poco te matan Emilio.

— Yo lo hice enojar, hice algo que no debía y si se dan cuenta también tendré que asumir las consecuencias.

— Pues a ver si así aprenden, ya no son unos niños Emilio, lo siento pero ésto es grave. — Salió de la habitación.

— Ve tras ella Juli, intenta detenerla — me pidió Emilio, así que le puse un pequeño beso en su mejilla y salí tras su madre.

 

 

 

 




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