Sin miedo a volar

Sí quiero

Conocimos al pequeño Brian, estaba dormido. Era muy lindo aunque fue dificil imaginar que debido al síndrome de down le sería complicado llevar una vida normal.

Emilio lo observó y sé que le fue difícil asimilarlo pero acarició sus rosadas mejillas y cierta ternura se desprendió de su mirada.

— Haremos la prueba de paternidad, puedes esperar al menos hasta que estén los resultados? — le preguntó a Eva y ella aceptó.

Poco antes de marcharnos el bebé despertó y pude cargarlo, al principio lloró un poco pero despues nos regaló hermosas sonrisas.

Al regresar al edificio Ana nos esperaba con una expresión de disgusto.

— Hablaré con ella, tú sube a tu departamento o comenzará a sermonearte — me pidió Emilio.

El chofer le ayudó a bajar del auto mientras yo extendía el andador.

— Dónde estaban? Es muy tarde, ni siquiera fuiste a la terapia Emilio — le regañó y yo solo le dirigí una sonrisa forzada mientras nos dirigiamos al ascensor pero sentí que me fulminaba con la mirada.

— Espera a que estemos dentro mamá — le pidió y entonces ellos se quedaron en el segundo piso y yo subí al tercero.

Al día siguiente Ana estaba más tranquila y fue a disculparse, le había hecho ilusión la idea de tener un nieto e incluso habia pensado en algunas formas de organizarnos para cuidar al pequeño.

Después de diez días llegaron los resultados y la prueba salió positiva así que fuimos por él y Eva se marchó ese mismo día.

Era un pequeño de poco más de un año así que extrañó los brazos de su madre, sobre todo los primeros dias. Despues comenzó a acostumbrarse a nosotros y por fortuna dormía casi toda la noche.

Yo comencé a enseñar a Ali todo lo necesario para hacer mi trabajo, así ella podría cubrirme de ser necesario y quizás con el tiempo estaría preparada para ascender. Cuando regresaba a casa pasaba las tardes con el pequeño Brian mientras Emilio iba a terapia acompañado de su madre.

Su recuperación comenzaba a ser notoria, pudo dejar el andador para apoyarse en un bastón sencillo.

Nuestras charlas comenzaron a tratar sobre biberones, pañales y juguetes, se le veía contento de tener a Brian con él, quizás esa fue su mayor motivación para esforzarse al máximo en su rehabilitación física.

Cierta noche, regresé a mi departamento después de dejar al pequeño dormido en su cuna junto a su abuela, comenzaba a desvestirme para tomar una ducha cuando tocaron el timbre y por la mirilla vi a Emilio con una caja de regalo así que abrí la puerta.

— Sé que aún faltan dos semanas para tu cumpleaños pero quiero darte ésto — me entregó la caja junto con un tierno beso en la mejilla.

Estaba algo pesado así que lo puse sobre la mesa para abrirlo, era una maceta de barro pintada con una frase que decía "Riega tus sueños y cosecharás días felices", traía sembrada una sansevieria probablemente porque era una planta de poco cuidado y al fondo un equipo de auto riego.

Le di las gracias y la coloqué junto a las moribundas plantas de mi balcón ya que no habia tenido suficiente tiempo para regarlas.

— Creo que estoy perdiendo mi conexión con la naturaleza — solté con un poco de frustración.

— Estoy seguro de que la recuperarás — nos sentamos en el sofá y me recargué junto a él.

Comenzamos a hablar de Brian pero de pronto sentí un poco de nostalgia al darme cuenta que me había encariñado mucho con el pequeño.

— Juli, quiero darte las gracias por haber insistido en que conociera a Brian, él y tu se han adueñado de mi corazón — dijo el apuesto hombre que tenía frente a mí y me acerqué para darle un pequeño beso — Sé que es complicado pero los amo demasiado, quiero estar bien para poder cuidar de ustedes.

— Vamos  a estar bien — le dije y me subí a horcajadas sobre su regazo. Temía lastimarlo pero a él pareció no molestarle.

Había contenido la atracción sexual que sentía hacia él desde hacía algún tiempo que estar en esa posición despertó mis perversos instintos. Comenzamos a besarnos y a regalarnos intensas caricias.

— De verdad quieres que hagamos ésto? — se detuvo por un momento y aunque mi conciencia sentia un poco de remordimiento mi cuerpo estaba deseoso de sentir.

— Si quiero — respondí.

Sabía que no había marcha atrás y que después de eso mi cuerpo también lo necesitaría pero me dejé llevar por el calor que me recorría y fue muy placentero.

Luego me senté a su lado y al abrazarme puso  un pequeño beso en mi frente.

Fue cariñoso conmigo en aquella ocasión pero me dió la sensación de que tenía un instinto salvaje.

— Mentí la otra vez – me dijo — yo nunca te compartiría con nadie.

— No tienes que hacerlo — le dije y aunque no repetimos aquel acto durante los siguientes dias sus besos y caricias estaban marcadas en mi.

Nos volvimos un poco juguetones y aunque a veces aún hacíamos bromas sarcásticas no volvimos a ser ireeverentes. Llegué a sentir cierta paz y alegría en medio del caos auque sabía que Brian volvería con su madre y Emilio pronto debería cumplir su labor social.

Cierta tarde, unas tres semanas despues, cuando volvía con Brian de un parque cercano vi a un hombre recargado en un auto lujoso frente al edificio. Al acercarme y reconocerlo un escalofrío recorrió mi cuerpo. 

 

 




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