Sin miedo a volar

Amenaza

— Quisiera hacer algo más por las tardes — le pedí mientras comíamos — en la casa hay una persona encargada de la limpieza, de la cocina, de todo, yo solo estoy ahí de adorno — intenté convencerlo aunque en realidad las palabras de Eida me habían hecho pensar y analizar mis posibilidades de escapar de ahí.

— Y qué quieres hacer? — me preguntó. 

— Me gusta el yoga, estaba tomando clases antes de venir aquí y me hacía sentir bien — por su expresión supe que no le agradó la idea. 

— Pues pide continuar en línea — sugirió.

— Ólvidalo — rodé ligeramente los ojos. 

— Tan mal la estás pasando conmigo? — cuestionó.

— Es diferente a lo que alguna vez imaginamos — le dije.

— Pero funciona Juliette, estamos juntos, no creo tratarte tan mal, te dedicas a lo que siempre quisiste, no ganas dinero pero igual nunca ganaste nada cuando te considerabas activista ambiental — enfurecí en mi interior.

— Lo dices en serio? Me siento como una prisionera que tiene que estirar la mano para que le den de comer. Dime, de verdad te convertiste en ésto de la noche a la mañana o es lo que planeabas para nosotros mientras me conquistabas? — reclamé sin elevar la voz pero estaba al borde de las lágrimas y él bajo los cubiertos y los puso sobre el plato, después sacó un par de billetes suficientes para cubrir la cuenta y los dejó sobre la mesa al mismo tiempo que se ponía de pie.

— Te espero en el auto — dijo y salió hacia el estacionamiento del edificio.

Algunos nos observaron pero traté de salir de ahí tranquila y con la frente en alto. 

Cuando llegué al auto él me abrió la puerta por dentro y subí, nos quedamos un par de minutos en silencio con la calefacción encendida porque afuera hacía algo de frío.

— Al principio pensé que yo podía ser diferente, sabes, pero Emilio no me dejó opción. Yo nunca he sido un santo Juliette, intenté ser bueno para tí pero soy hijo de Miguel Armento, el hombre que encerraba a su propio hijo en la cajuela de un auto — esquivó mi mirada.

— No tienes que ser igual — intenté tocar su hombro pero se movió un poco para que no lo hiciera. — Yo creo que Emilio aprendió la lección, no tienes que probar que eres más fuerte.

— Mira Juli, no tienes idea de las veces que lo odié, yo era un niño tímido y nunca pude estar a la altura de lo que mi padre esperaba, en cambio él no tenía miedo de mostrar su actitud exéntrica y todos parecían estar conformes con eso. Así que de cierta forma me anclé a él para sobrevivir, pero ya era tiempo de quitarlo de en medio, ya no lo necesito y me importa poco si se convierte en la madre Teresa. — Al escucharlo era como si su niño interior aun tuviera miedo y había pasado mucho tiempo acumulando ira.

— Y de verdad me amas cómo para necesitarme a tu lado? O solo te fijaste en mí como un trofeo porque sabías que yo le gustaba? — me atreví a preguntar sabiendo que enfurecería.

— Desde un principio me dí cuenta que él no te agradaba y eso llamó mi atención hacia tí. Eres guapa y un poco terca, me gustas, pero a fin de cuentas eres ingenua y fácil de manipular, por eso mi padre tenía razón al creer que serías una buena esposa, que al final acabarias cediendo. Ahora piensa que te subestimó, pero yo sé que sabes lo que te conviene — fui yo quien enfureció y le dí una bofetada. 

— Eres un tonto — le dije y lágrimas brotaron de mis ojos — yo fui sincera, si estuve enamorada de ti! — exclamé y quise bajar del auto pero no quitó el seguro.

— Yo de verdad lamento lo de nuestro bebé Juliette, en eso no mentí, pero, quién encuentra el amor verdadero en éstos tiempos? Eso es pura fantasía — me tomó con fuerza de las muñecas para evitar que yo forcejeara. — Admito que pensé en dejarte libre después de lo que pasó pero te diré de una vez lo que pasa: Tu y yo podemos lograr algo grande juntos. Si quieres salir, iremos el fin de semana a cenar con Eida y tu madre, quiero que poco a poco la convenzas de retirarse y heredarte sus acciones, después tú me las darás a mí, vamos a intentarlo de una forma razonable y más te vale que cooperes o tendremos que intentarlo de otra forma — amenazó y temí por ellas. 

 

 

 

 

 

 

 




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