Sin miedo a volar

Vuelo equivocado

Al día siguiente un repartidor me entregó una bolsa de papel que contenía algo en su interior, eran unas apetitosas rosquillas cuya decoración eran frases como "Sonríe", "Eres especial"" y " Te amo". Estaba segura de que Emilio las había enviado. Me encantó el detalle pero cometí el error de abrirlas en el escritorio de mi secretaria ya que pensaba invitarle y antes de que pudiéramos comerlas o esconderlas Óscar apareció de repente.

— Qué es eso? — preguntó inquieto.

— Mmm — dudé — Susi me está invitando una rosquilla — mentí y ella dedujo que aquello podía causarme problemas, entonces me miró con cierto temor de empeorar la situación.

— Sí, usted también puede tomar una si gusta — dijo.

'Mierda' pensé al ver que ponía la charola frente a Óscar dejando completamente expuestas aquellas frases y él miraba con cierta sospecha a la mujer discreta de poco más de 50 años.

— De verdad ésto es suyo? — le preguntó Óscar.

— Lo siento, es un poco vergonzoso, me las envió un intendente del piso de abajo, ha estado intentando cortejarme — mintió y yo sentí alivio al ver que Óscar mantuvo relajado su semblante.

Salimos a comer y por suerte aquel incidente no pasó a mayores. Tendría que pedirle a Emilio que no nos arriesgáramos más, con verlo por ahí de vez en cuando me levantaba el ánimo.

Cuando regresábamos a casa Óscar buscaba algo en la guantera del auto y por accidente cayeron algunas cosas, comenzó a levantarlas rápidamente pero me di cuenta de que aún guardaba el llavero que un día le regalé. Lo había puesto dentro de una pequeña cajita de plástico y aunque lo tenía quizás como un objeto olvidado supe que todo lo pasado no había sido en vano.

Se acercaba el día de cortar la telaraña invisible que me ataba a un destino poco prometedor, que me arrastraba hacia el mar de miedos y rencores que había creado una persona que juraba ya no creer en el amor.

Estaba dispuesta a hacer un último intento por tocar algún punto sensible en el corazón de Óscar, todos merecemos una segunda oportunidad y hasta una tercera si es que no aprendemos a reconocer las bofetadas que nos da la vida para obligarnos a reaccionar, a sensibilizarnos, a aportar algo que valga la pena en lugar de dejar más dolor y agonía por donde pasamos.

Yo me había vuelto consciente de lo que me rodeaba, de lo que daba y del tipo de camino que deseaba recorrer, uno que condujera al amor, a la paz y de ser posible a un poco de justicia.

Tal vez por algún asunto pendiente que solo el universo conocía me había subido al vuelo equivocado, uno que me llevó a atravesar turbulencias y rumbos desorientados, pero aún tenía las fuerzas y la voluntad suficientes para lanzarme al vacío, un vacío que pretendía llenar con esperanza.

Tenía motivos para pensar todo eso porque entre todas las agonías siempre hubo rayitos de luz que iluminaron mi vida y quería que Óscar pudiera ver que eso era posible también para él y lograra abandonar aquel vuelo en picada que se apresuraba al desplome.

Sé que a pesar de todo Emilio también deseaba ésto para quién él conocía bien y alguna vez consideró su amigo.

Esa tarde me senté en el jardín a contemplar un atardecer, no sabía si sería el último pero quería guardar un buen recuerdo de aquel lugar. Llevé una botella y serví una copa, la cual comencé a beber en pequeños sorbos.

Depués Óscar acercó una mesedora y se sentó junto a mí, se quedó serio y en ese momento yo no dije nada que pudiera meterme en problemas puesto que los hombres vigilaban pero en mi mente ordenaba las palabras que pudieran servirme para lograr que por lo menos se replanteara su objetivo .

ESTAMOS LLEGANDO A LOS ÚLTIMOS CAPÍTULOS, ME GUSTARÍA SABER SI PREFIEREN LEERLOS UNO DIARIO O COMO MARATÓN DENTRO DE ALGUNOS DÍAS CUANDO TERMINE DE PULIR DETALLES.  


 


 


 


 

 




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