Sin miedo a volar

Algo pendiente

Al llegar Óscar me pidió que saliera del auto y lo esperara en mi oficina. Supuse que le entregaría el dinero a Eliel pero me frustró un poco no quedarme con ellos lo suficiente para saber la ubicación de la nueva casa. 

Faltaban unas dos horas para mi hora de salida y mi cabeza estaba a punto de explotar al analizar todas las posibles dificultades que podían surgir.

Al llegar al escritorio de mi secretaria le pedí que no me interrumpieran durante el resto de mi turno salvo cuando Óscar fuera a verme.

— Inge Juli, no tiene que ir al baño? — me preguntó y mi telaraña interna no me permitió reaccionar en ese momento.

— No, gracias. Estaré en mi oficina — respondí.

— Ingeniera, creo que no es bueno contener la vejiga llena por mucho rato, tengo una amiga que se enfermó por eso — me dijo y entonces comoprendí las señales que me hacía con la mirada. Y es que había más personal laborando en esa área.

— Tienes razón — le dije y entonces dejé mi bolso en su escritorio y me apresuré al baño para encontrarme con Emilio antes de que Óscar entrara al edificio. 

Ahí estaba esperándome en el último cúbiculo. Apenas cerré la puerta me jaló suavemente hacía él y me aferré a sus pecho. Sentí el acelerado ritmo de sus latidos y comenzó a poner pequeños besos en mi sien.

— No quiero que estés ahí Juli, no vayas, inventa cualquier cosa para quedarte aquí — me pidió.

— Si no subo a ese auto ellos no se irán y Óscar sospechará que algo pasa — le dije.

— Lo sé, es solo que siento que no he podido protegerte lo suficiente — me abrazó con fuerza.

— Pero ahora estás aquí conmigo y eso es lo que importa — acerqué mis labios a los suyos. En caso de que algo malo pasara quería llevar sus apasionados besos grabados en mi alma.

— Te amo Juliette, mi corazón es tuyo, siempre lo ha sido desde que te conocí.

— Yo también te amo, eres mi arrogante favorito — lo miré y soltamos una pequeña sonrisa para contener la nostalgia porque seguramente Óscar estaba por llegar y no quería que sospechara nada.

Me dijo que Armento esperaría fuera de la casa donde aún viviamos junto a un comandante de policía amigo suyo y el nos seguiría al salir en caso de que fuéramos hacia otra dirección. Entonces tuvimos que despedirnos.

Óscar ya estaba en interrogando a mi secretaria. 

— No puedo ir al baño a gusto? — le pregunté.

— Sí pero estabas tardando — entramos a la oficina y él cerró la puerta.

— Vaciar mi cuenta de ahorros no me sentó bien en el estómago — alegué.

— No hagas un drama — dijo — tendrás mucho más de lo que podrías comprar con eso  — me senté en mi silla y respiré hondo — mañana iremos a ver la nueva casa, hoy tengo que arreglar unos asuntos y Eliel hará un par de entregas ésta noche — supuse que se refería a las personas que estaban en el sótano — prontó comenzarán a mejorar las cosas, tambien ya tengo algo en mente para hacer que a Emilio no le queden ganas de volver a México.

— Ojalá yo pudiera hacer tantos planes — le dije.

En eso sonó su móvil y atendió la llamada que al parecer era para informarle algo y despues de mirarme de una forma extraña colgó.

— No tienes algo pendiente por decirme — me preguntó frunciendo el entrecejo y yo temí que hubiese averiguado algo sobre el plan para entregarlos a la policia.

— Sobre qué? — pretendí no saber de que hablaba.

— Mierda Juliette — se levantó de la silla — me mentiste, aunque la verdad ya lo sospechaba.

— De qué hablas? — me inquieté.

— La mujer, la enfermera. En realidad no es la prometida de Emilio. Él estaba contigo, no con ella. 

— Por qué dices eso? Tu sabes que Emilio y yo nunca nos hemos llevado bien.

— Ya no finjas Juliette — en ese momento giró su móvil para que yo viera la pantalla y un escalofrío recorrió mi cuerpo al ver una foto de Elsa atada a una silla.

— Qué carajos están haciendo Óscar? Y Brian? Donde los tienen, ella está a pocos dias de dar a luz.

— Eliel tenía que hacer una recolección antes de hacer una entrega. Y bueno, esa mujer no vale lo suficiente para que Emilio se vaya.

— Óscar por favor, que no lastimen a Brian — le pedí y pensé que él enfurecería.

— Maldición Juliette — golpeó el escritorio — tienes idea de lo que pasará? He estado intentando protegerte pero no me estás dejando opción.

 

 

 




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