Sin miedo a volar

Volando juntos

Cuando llegamos al edificio donde estaba su departamento Liam y los niños salieron a encontrarnos y nos dimos un fuerte abrazo.

Adentro, Joseph y Ana también me recibieron con gusto. Comimos y estuvimos charlando un rato pero el sueño aún me vencía.

Creo que los padres de Emilio lo notaron porque se marcharon pronto llevándo a Brian consigo. Mi hermano y su familia también se despidieron.

—Tía, un día podrías llevarme a la selva de México? — me preguntó mi sobrinito antes de irse — Mi tío Emilio dice que tu eres la mejor salvando árboles. 

— En serio eso te dijo? — me sorprendí — La verdad es que tu tío me ayudó un poco, y te prometo que un día iremos todos juntos para que él también conozca a todas las ardillas que ayudó a rescatar.

— Va a ser genial — dijo el pequeño.

— Descansa un rato — dijo mi hermano y entonces se marcharon. 

Tan pronto cerramos la puerta nos abrazamos, había extrañado tanto sentir el calor de su cuerpo. 

— De verdad crees que soy la mejor rescatando árboles? — le pregunté y entonces él me levantó para ayudarme a sentar sobre la larga y angosta mesa del recibidor.

— También me salvaste a mí, le diste sentido a mi vida — me regaló una tierna mirada y acarició mi rizado cabello.

— Y tu a la mía, jamás pensé que te convertirías en mi arrogante favorito — le dije y  se acercó más para besarme. Mi cuerpo reconoció su tacto cuando comenzó a acariciar mi espalda por debajo de la blusa y comencé a desabotonar su camisa.

Pasó sus labios por el borde de mis mejillas — amo cada parte de tí — susurró y sé que inhaló el aroma perfumado que se desprendía de mi cuello.

Me ayudó a desvestir y cuando tuvo mi cuerpo desnudo frente él me observó con deseo.

Es cierto que me sentía cansada pero estaba dispuesta a estar junto a él incluso aunque se tratara de mi último aliento.

Después de eso nos duchamos y nos acurrucamos, no tardé mucho en quedarme dormida entre sus brazos y cuando desperté al dia siguiente mi corazón latió con fuerza al no poder contener la alegría de que aquello no era solo un sueño, era muy real.

Nos asentamos en una hermosa región de Canadá, con hermosos y paradisíacos paisajes. Cuando Joseph se retiró, Emilio se convirtió en el presidente de la compañía trabajando en equipo con Liam. La compañía incrementó su aportación al rubro ambiental en México y yo quedé a cargo. Así que cuando Emilio recuperó su permiso para entrar a México viajamos juntos y por fin pudo conocer los lugares que yo tanto amaba. 

Visitamos una zona turística de cascadas y fue como un descanso a mi alma estar ahí junto a él, dejándome llevar por la refrescante agua, sintiéndome libre y amada, contemplando su hermosa sonrisa y sabiendo que si un día tuviera que amarrarme a un árbol, él me acompañaría.

No había necesidad de un compromiso, porque nuestros corazones ya se pertenecían pero mientras recorríamos uno de mis lugares favoritos, sentí que de pronto caminaba sola y al voltear, ahí esta el, con una sortija en sus manos y soltó las palabras a las que yo antes jamás hubiera pensado en corresponder. 

Por supuesto que acepté y dos meses después unimos oficialmente nuestras vidas. Gracias a las terapias el pequeño Brian comenzaba a dar sus primero pasos y él fue quien nos entregó las sortijas. Fue una ceremonia pequeña pero para mí fue perfecta. Descubrí que era un buen bailarín y una energía agradable se percibía en él cuando se permitía sentir la vida desde una perspectiva más libre de la antigua personalidad en la que durante mucho tiempo se escudó. Sin duda era el mejor compañero de vida que pude haber elegido.

Nuestra de Luna de miel fue en Verona.

— La ciudad del amor! — exclamé cuando me dió la sospresa.

— En realidad es la ciudad de los amores trágicos — sonrió — pero por suerte la Juliette Capuleto que yo conozco está aquí junto a mí.

Fue un viaje inolvidable, al final perdí mi miedo a volar, y era más grato cuando Emilio estaba a mi lado.

Más tarde Eida se retiró y finalmente le vendió sus acciones a Óscar, quien se convirtió en el nuevo Ceo del corporativo. Nos enteramos que recibió ayuda psicológica y se estaba esforzando por desempeñar un buen trabajo, tal vez se quedó ahí en honor a su padre pero tratando de hacerlo de la manera correcta. Inició una relación con Yairín y el ingeniero Estraba sin duda no desisitiría hasta convertirlo en un hombre merecedor de su hija.

Mi madre y Eida también se casaron, ellos fueron invitados y aunque todo indicaba que sería un encuentro lleno de tensión, Óscar se acercó a Emilio y por fin hablaron terminando aquella charla con un abrazo. 

Es díficil comprender la forma en que el universo acomoda cada una de sus piezas cuando estamos dispuestos a colaborar, a aprender y a elegir, pero yo estoy agradecida de que la tormenta por fin se haya apaciguado y no lo sé, tal vez pronto sea momento de que nuestra pequeña familia crezca y quizás algún día les platiquemos a nuestros hijos y nietos ésta historia.

Gracias por quedarse hasta el final. 

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Queda pendiente el épilogo, pronto estará losto pero a continuación les dejó un fragmento de la novela en la que estaré trabajando. Ya está publicada.

 

 

 




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