Sin verguenza

12

―¡Oigan, pero si quieren le digo a mi mamá que se nos una! ―exclama Rebeca.

Suelto una gran carcajada. No puede ser. Debe estar loca. Rafael asiente con entusiasmo. ¿Pero qué mierda?

―No, Rebe, es muy mala idea. ¿Olvidaste como suda, mamá Sara? ―le recuerda Karla.

―¡Ay, tonta, tampoco exageres! ―le responde cortante.

―Yo, la verdad, si quiero mojarme hoy, y opino que nos grabemos ―escucho atónito a Mariale.

―Dale, está bien, probemos ―acepta Rafael.

―Entonces, Johan… ¿Si te animas? ―me pregunta Rebeca. Siento su mano en mi cuello y la miro, justo cuando se muerde el labio―. Cariño, no te sientas obligado. Si algo no te convence o no quieres, dinos.

Por más que mi cerebro se niega a esta locura, ese simple gesto de su boca acaba por ponerme duro y convencerme. Paso el brazo por su hombro y me acerco a ella.

―No, no me siento obligado. Claro que me animo ―contesto.

―¿Seguro?

―Totalmente ―reafirmo.

―Bueno, vamos. Ya tengo ganas ―dice Karla levantándose de la silla. Y todos la imitamos, pero yo necesito un segundo a solas para darme valor, así que pido prestado el baño.  



#16373 en Otros
#4704 en Relatos cortos
#2555 en Humor

En el texto hay: amistad, amistad amor humor, juegossexuales

Editado: 22.11.2020

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.