Sintonía de Amor

When Love Hurts

Ahora

─Estás escuchando “Sintonía de Amor” a través de Soul Radio ─anuncié en el micrófono─. Soy Kaia y seré su acompañante en estas dos horas de buena música.

»El tema del día de hoy es… ─Hice una pausa dramática─. ¿El amor duele o no?

»Esta noche lo vamos a averiguar junto a través de las confesiones que ustedes nos envían a nuestras redes sociales.

Una sonrisa apareció en mis labios mientras observaba la pantalla del computador y me daba cuenta de que teníamos más mensajes de los que iba a poder manejar en una noche de viernes, la misma que tenía una sintonía de audiencia que sorprendía a más de uno. Llevaba dos años haciendo uno de los programas más escuchados de la ciudad y que poco a poco iba escalando a convertirse en uno de los mejores del estado. Todo este reconocimiento era un poco abrumador para mí, más aún cuando las personas me reconocían en la calle y me pedían fotos como si fuera toda una celebridad, cuando ese no era el caso. Yo solo era una locutora que le gustaba darle voz a todas esas confesiones que mis radioescuchas enviaban cada noche.

Sophie siempre me decía que en algún momento iba a tener mi propio programa de televisión porque era muy buena expresándome y ayudando a las personas, pero yo solo me reía de sus ocurrencias porque era un gran salto pasar de la radio a la televisión y esa no era mi meta a corto ni a largo plazo. La televisión me daba demasiado miedo como para arriesgarme y prefería quedarme en donde me encontraba actualmente, pues era feliz con lo que hacía. Me gustaba poder trabajar en una de las mejores estaciones de radio y tener un sueldo que me ayudaba a cubrir mis gastos, más ahora que mi compañera de piso estaba a nada de mudarse a la ciudad de Los Ángeles para seguir su sueño de ser famosa, millonaria y deseada; sus palabras, no las mías.

Suspiré con murria al recordar sus palabras y sacudí mi cabeza para aclararla, ya que no podía quedarme con esos pensamientos negativos en mi mente porque solo me arruinaría mi noche de viernes. Era un poco raro que yo amara estar trabajando una noche de viernes cuando la mayoría de las personas de mi edad adoraban estar en fiestas y disfrutar de la compañía de las personas a su alrededor. Sin embargo, yo no era así porque siempre fui una persona misántropa que se le hacía difícil conseguir amistades, así que prefería la soledad de la cabina que al ruido de una discoteca. Los viernes eran mis días favoritos para estar en la radio porque solo éramos los controles, la buena música y yo.

»Y les recuerdo que nuestro número de whatsapp y nuestras redes sociales están disponibles para cada uno de  ustedes y sus confesiones ─continué─. Estaré encantada de ayudarlos de alguna manera. Este espacio es de ustedes ─sonreí.

»Empezaremos con una canción romántica como apertura a nuestra noche de confesiones y nos dará pie para el tema de hoy ─declaré, buscando la canción que iba a empezar a sonar en algunos segundos─. Disfruten de esa noche de buena música y confesiones. Yo soy Kaia y esto es “Sintonía de Amor”.

Reproduje la canción después de encontrarla y apagué el micrófono para que no se escuchara mi voz de fondo como me había sucedido la primera vez que decidí aprender a usar los controles. En mi primer año como locutora tenía un dj a mi disposición, con quien me llevaba muy bien y nos entendíamos en el aspecto música, pues yo era muy quisquillosa con la música que me gustaba que acompañara las confesiones que relataba. No obstante, por motivos personales tuvo que renunciar a la radio, así que me dieron un curso intensivo de dos horas de cómo manejar una consola y poner la música, las cuñas publicitarias y volver al aire sin morir en el intento. Sin embargo, debo decir que un par de veces la arruiné y el productor tuvo que venir a mi rescate para solucionar mi equivocación.

Un par de semanas después consiguieron a otro dj para que trabajara junto a mí, Peter. Un hombre unos cuantos años mayor que yo que tenía demasiada experiencia en el manejo de un programa y que me entendía tan bien que me asustaba, pues ambos teníamos como meta convertir al programa en uno de los mejores. Sus mezclas eran grandiosas y sabía que canción reproducir según el estado de ánimo de las confesiones. A veces sentía que habíamos trabajado más de lo que llevábamos realmente. Sin embargo, los viernes no podía venir porque laboraba en una discoteca local y los jefes permitían que faltara siempre y cuando yo pudiera apañármelas sola con la consola, algo que siempre intentaba con ahínco porque no me sentía ninguna experta al respecto. Tuve que aprender sí o sí por el bien de mi programa y me fascinaba conocer algo nuevo, pues era una persona autodidacta que siempre estaba leyendo. Era raro como las cosas se dieron de la manera correcta para que yo tuviera ese trabajo, como las estrellas se alinearon a mi favor por primera vez en mi vida y estaba totalmente agradecida por haberme conseguido el trabajo de mis sueños.

Me encontraba sentada en el sofá de la sala mientras miraba la pantalla de mi laptop, estaba buscando un trabajo que me brindara un poco más de ganancias que la cafetería, en la cual ya laboraba actualmente ya que por unos meses tenía que cubrir la parte de Sophie porque ella había renunciado al trabajo antes de tener otro en sus manos. No podía reclamarle porque mi mejor amiga había hecho mucho por mí en su momento y sabía que tenía sentimientos encontrados con lo que quería hacer con su vida. «Si yo fuera un poco más sociable…», pensé con el corazón encogiéndose en el centro de mi pecho.




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