Sintonía de Amor

Encantador de Serpientes

Cinco meses antes

Bostecé con aburrimientos, pues era un sábado en la tarde y no tenía nada más que hacer que mirar mis redes sociales y comprobar los mensajes que mis oyentes me enviaban a Instagram. Me encontraba un poco inquieta y aprensiva porque había intentado comunicarme con Bruno para preguntarle si quería hacer algo conmigo y así pasar un bien tiempo juntos, ya que entre semana nuestros horarios laborales chocaban. Bruno era mi novio y apenas teníamos una semana juntos, así que era muy raro tratarlo con cariño o con apodos que la mayoría de parejas se decían, pues todavía no me sentía cómoda haciéndolo. «Las cosas recién empiezan, Kaia», murmuró mi mente y asentí en acuerdo, ya que tenía que conocerlo un poquito más para que el amor floreciera en mi interior.

Bruno y yo nos habíamos conocido hace un mes en una discoteca donde tuve que hacer de presentadora para un dj que daría su espectáculo a la multitud presente. La radio era uno de sus auspiciantes y necesitaban a alguien que lo presentara al mismo tiempo que debía animar al público para mantenerlos emocionados con el show. Esa fue mi primera vez en la tarima y los nervios me habían gobernado desde el primer instante en que puse un pie en las tablas, pero pude salir adelante y hacer un excelente trabajo, el mismo que representaba un dinero extra en mi sueldo porque en mi contrato estaba especificado que ese tipo de eventos eran remunerados como horas extras, lo que no era nada mal para mi economía.

Él se había acercado a mí cuando el dj hizo su gran entrada y yo pude por fin respirar con normalidad. Bruno empezó a decirme que le pareció que hice un excelente trabajo en la tarima, lo cual me puso mucho más nerviosa de lo que ya me encontraba porque no me sentía segura de eso, pues yo siempre dudaba de mi capacidad para hacer cosas fuera de mi zona de confort. Hablé un poco más con él, cosas que ya ni recuerdo para el caso, antes de que yo tuviera que volver con Sophie, ya que mi amiga había decidido que quería acompañarme a uno de mis nuevos logros y yo no podía estar más de acuerdo con ella. Mi mejor amiga era mi mayor animadora con respecto a mi trayectoria como locutora, tanto que me había convencido de seguir algunos cursos para aprender a expresarme un poco más en el micrófono y no sentir que me moriría ahogada con las palabras en mi garganta.

─¿Quién era es, Kaia? ─cuestionó mi amiga en mi oreja porque la música alta no dejaba conversar con normalidad.

─Un chico que conocí. ─Me encogí de hombros.

─No me agrada.

─Sophie… ─me quejé.

─No me gusta cómo te ve, Kaia.

─¿Y cómo me ve? ─Puse mis ojos en blanco, pues a veces mi mejor amiga se comportaba como una madre sobreprotectora.

─Como si quisiera llevarte a la cama y romper tu corazón en miles de pedazos ─respondió.

─Sophie, estás exagerando ─bufé.

─Ese tipo no me cae bien ─aseveró─. Y espero que te mantengas lejos de él.

─Sophie…

─Mi radar de amiga me lo dice ─declaré.

─Sabes que quiero enamorarme y…

─Lo sé ─me interrumpió─, pero él no es para ti. Solo se quiere acostar contigo.

─¿Ahora lees la mente? ─bromeé para aligerar un poco la tensión de la conversación.

─No me gusta cómo te miró. ─Frunció el ceño.

─Sophie… ─suspiré─, todos los hombres quieren llevar a una mujer a la cama.

─No todos, Kaia ─manifestó─. Algunos quieren amarte y hacerte el amor, no solo follarte como si fueras un pasatiempo más ─contraatacó.

─Sophie…

─Lo digo por tu bien, cariño ─declaró─. Por favor, mantente lejos de él.

Sus palabras siguieron resonando en mi cabeza por un largo tiempo, pero terminé haciéndole caso a mi corazón y seguir a lo que él me decía, pues Bruno realmente me gustaba y se comportó como todo un caballero conmigo, ya que nunca demostró lo que mi amiga estaba diciendo. Por lo tanto, cuando recibí un mensaje suyo en el Whatsapp de la radio me emocioné y casi me levantó de mi silla para bailar y saltar de la felicidad. Sin embargo, estaba con el dj y debía comportarme como siempre lo hacía cuando me hallaba acompañada por alguien. Leí su mensaje al aire porque lo ameritaba, lo que provocó que mis oyentes se volvieran locos preguntando si era algún admirador mío, algo que no sabía cómo responder y solo me concentré en desviar las preguntas personales porque mi trabajo era escuchar sus anécdotas amorosas, no contarles las mías.

Unos días después me encontró en las redes sociales y empezamos a hablar por ese medio hasta que me invitó a salir en una cita. Mi yo más joven no había dejado de gritar por esa invitación, pues yo nunca antes había tenido una cita y me sentía emocionada de que Bruno diera ese paso conmigo. Tuvimos unas tres citas continuas; salidas a comer algo en la tarde antes de que yo tuviera que ir a la radio, aunque él tenía que escaparse de su trabajo para poder hacerlo. Yo entraba a trabajar a las ocho de la noche y salía a las diez, lo que complicaba un poco si se quería tener una cita nocturna o ir al cine en ese horario, donde las cosas se sentían un poco más románticas e íntimas. El horario de mi programa me gustaba, pues me ayudaba a que yo pudiera hacer otras cosas en el día y la sintonía en la noche era más alta que en la diurna.




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