Skill Shot: El camino de Alex - Historia de Fútbol Callejero

Capítulo 8: El calor de la mañana

El sábado amaneció con un cielo despejado y una brisa fresca que se colaba por las calles de Córdoba, como si el clima supiera que algo grande estaba por pasar.

Alex se despertó temprano, con el cuerpo eléctrico de nervios y una sonrisa que no podía borrar, sintiendo el calor de Ann todavía a su lado en la cama. Ella seguía dormida, respirando suave con el pelo desparramado sobre la almohada, y él se quedó un segundo mirándola, agradecido por la noche anterior.

Era el día del próximo torneo de Skill Shot, y esta vez no iba solo, ni solo con Nico: Ann iba a estar ahí, cumpliendo la promesa que le había hecho. La idea de tenerla en la plaza, viéndolo competir, le daba un empujón que no esperaba. Era como si todos los repartos, las peleas con su padre, las derrotas, hubieran valido la pena para llegar a ese momento.

Ann se movió un poco, murmurando algo incomprensible mientras abría los ojos despacio. Lo vio mirándola y una sonrisa chiquita se le dibujó en la cara, todavía medio dormida.

—Buenos días, precioso —dijo, con la voz ronca y suave, estirando una mano para tocarle el brazo.

—Buenos días, mi vida —respondió él, inclinándose para darle un beso corto en la frente—. ¿Dormiste bien?

—Como un oso. Tu cama es más cómoda de lo que recordaba —dijo ella, riéndose bajito mientras se frotaba los ojos—. ¿Qué hora es?

—Temprano todavía, tipo diez. Voy a la cocina a preparar algo para el desayuno, ¿venís? —preguntó Alex, levantándose de la cama y poniéndose una remera vieja que estaba tirada en una silla.

—Dame un segundo para despertarme del todo y bajo —respondió Ann, sentándose en la cama y pasándose las manos por el pelo para desenredarlo un poco—. No te comas todo antes, eh.

—No prometo nada —dijo él, guiñándole un ojo antes de salir del cuarto con esa sonrisa que no se le iba.

En la cocina, Nico ya estaba dando vueltas como de costumbre, con su remera de Messi y una mochila cargada con una botella de agua y un paquete de galletitas que había robado de la despensa.

—Para, ansioso, faltan como treinta horas para ir a la plaza —dijo Alex, riéndose mientras lo veía pelear con el cierre de la mochila.

—No me molestes —gruñó Nico, sacándole la lengua.

Claudia estaba poniendo la pava con esa calma de siempre, el silbido suave del agua calentándose llenando el aire. Andrés, sentado a la mesa con el celular en la mano, refunfuñaba por un reel de política que lo tenía de mal humor, murmurando "estos hijos de p…" entre dientes.

—Buenos días, ma —dijo Alex, agarrando una tostada del plato que Claudia había dejado en la mesada—. Ann se quedó a dormir anoche, hoy viene con nosotros al torneo.

Claudia se giró con una sonrisa, limpiándose las manos con un repasador.

—¿En serio? Qué lindo, hace rato que no la veo. ¿Cómo está ella? —preguntó, con ese tono cálido que siempre usaba cuando hablaba de Ann.

—Bien, cansada por el trabajo, pero contenta. Ya viene, creo —respondió él, dándole un mordisco a la tostada mientras Nico lo miraba con ojos brillantes.

—¡Va a ser épico, Alex! Con Ann gritando con nosotros, no vas a perder ni un partido —dijo su hermano, chocándole el puño como si ya hubieran ganado.

Andrés levantó la vista del celular, frunciendo el ceño como siempre que salía el tema del fútbol.

—¿Sigue esa pavada de la plaza? —masculló, pero no espero respuesta antes de volver a los videos, pasando el dedo por la pantalla con un bufido.

En ese momento, Ann apareció en la puerta con pasos suaves, frotándose los ojos con una mano. Llevaba el pelo suelto, todavía enredado del sueño, la remera de Alex que le quedaba grande y una sonrisa tímida al ver a la familia reunida.

—Buenos días —dijo, saludando con una mano mientras se acercaba a la mesa.

—¡Ann, qué alegría verte! —dijo Claudia, yendo hacia ella para darle un abrazo corto—. ¿Dormiste bien? Vení, sentate, te hago un mate cocido.

—Gracias. Dormí perfecto, Alex no roncó esta vez —respondió ella, riéndose mientras lo miraba con un guiño. Se sentó al lado de Nico, que ya estaba listo para hacerle mil preguntas.

Andrés gruñó un "Buenos días" sin despegar los ojos del celular. Claudia, pasó por el lado poniendo una taza humeante frente a Ann y sirviendo más tostadas para todos.

Desayunaron juntos, con Nico hablando sin parar sobre cómo Tomás había humillado a Ronny en el torneo pasado, y Ann preguntando cosas básicas sobre Skill Shot, "¿Entonces un gol de caño es más que un gol común?" que Alex contestaba con paciencia y un entusiasmo que se le escapaba por los poros.

Claudia escuchaba con una sonrisa suave, aprovechando para meterse en la charla.

—Y vos, Ann, ¿cómo estás con esos turnos en el bar? Me dijo Alex que estás haciendo muchas horas extras últimamente —preguntó, sentándose con su propio mate cocido y mirándola con cariño.

Ann suspiró, dejando la taza en la mesa y apoyando la barbilla en la mano.

—Agotada, la verdad. La semana pasada cubrí a una compañera que se enfermó, y ahora estoy con doble turno casi todos los días. Salgo muerta, pero necesito la plata —dijo, con una mezcla de cansancio y resignación–. Entre eso, el colegio y el curso de programación online que estoy haciendo, no me queda mucho tiempo para respirar.




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