El miércoles amaneció con un cielo despejado y un calor que ya se sentía a las ocho de la mañana, como si el verano quisiera colarse en pleno otoño cordobés. Alex se levantó con el estómago revuelto, una mezcla de nervios y expectativa que le hacía dar vueltas la cabeza.
Era el día de la entrevista en TechSport Solutions, esa oportunidad que había caído del cielo justo cuando más lo necesitaba. Se miró al espejo mientras se lavaba la cara, todavía con las ojeras marcadas y las raspaduras que empezaban a sanar. "Hoy puede cambiar todo", pensó, intentando convencerse de que esta era su mejor oportunidad para estar bien con Ann.
Se puso lo mejor que tenía: una camisa blanca que Claudia le había planchado la noche anterior, un jean oscuro que no estuviera roto y las zapatillas nuevas que había sacado del placard, las del torneo estaban demasiado gastadas para algo así. Desayunó rápido, un mate cocido con una tostada, mientras Nico lo miraba desde la mesa con cara de sueño.
—¿Vas a agarrar la pala? —preguntó Nico, con una sonrisa burlona mientras se rascaba la cabeza.
—Ya te va a tocar a vos también, salame —respondió Alex, dándole un golpe en la cabeza antes de agarrar la mochila.
Claudia salió de la cocina con una sonrisa, limpiándose las manos en el delantal.
—Vas a estar genial, hijo. Mostrales lo que valés —dijo, dándole un abrazo corto que lo hizo sentir un poco más seguro.
Andrés no estaba se había ido temprano a la fábrica, como siempre, y Alex lo agradeció en silencio. No necesitaba otro sermón antes de salir. Tomó el colectivo rumbo al barrio privado, donde estaba la oficina de TechSport Solutions, un viaje de casi una hora que lo dejó sudado y con los nervios a flor de piel. El edificio era chico pero moderno, con paredes de vidrio y un logo brillante en la entrada que decía "TechSport" en letras blancas. Alex respiró hondo y entró, sintiéndose fuera de lugar entre los muebles blancos y la recepcionista que lo miró con una sonrisa profesional.
—Soy Alex Kovalyk, vengo por la entrevista de las nueve —dijo, con la voz un poco más ronca de lo que esperaba.
La recepcionista asintió y lo hizo pasar a una sala pequeña con una mesa redonda y tres sillas. Al rato entró un tipo joven, de unos cuarenta y pico, con una camisa negra ajustada y una sonrisa fácil. Se presentó como Matías, el coordinador de proyectos de la empresa.
—Alex, un placer. Tomá asiento, relájate. Leí tu postulación y me llamó la atención tu interés tecnológico en deportes —dijo Matías, sentándose frente a él con una carpeta en la mano.
—Sí, me interesa mucho el mundo del fútbol, estoy al tanto de todo lo que pasa, es mi hobby favorito, es algo que sigo y analizo a diario. Siempre estoy mirando las últimas tendencias en tecnología aplicada al deporte, desde el uso de datos en scouting y análisis táctico hasta las innovaciones en entretenimiento, videojuegos etc. Me apasiona cómo la tecnología y la inteligencia artificial están transformando el mundo —respondió Alex, con una mezcla de orgullo y convicción.
Matías golpeó la mesa suavemente con la palma de la mano, entusiasmado.
—Genial, me encanta esa energía. Acá en TechSport buscamos gente así, con ganas de meterle pilas a su pasión. El puesto de Gerente de Proyectos en Innovación Deportiva es nuevo, y queremos alguien joven, con ideas frescas, apasionado, proactivo y que conozca las nuevas tecnologías y las redes sociales. No te voy a mentir, mi hijo te vio en las redes sociales en ese deporte nuevo que están jugando y vi que tenés varios seguidores, estamos buscando un perfil así.
Alex se sorprendió, no esperaba que sus videos jugando en la plaza llegaran a esta clase de personas.
—Por lo que vi en tu presentación, no tenés experiencia formal, ni una especialidad, pero tu energía nos interesa, de todo lo demás nos encargamos nosotros —dijo, mirándolo con una sonrisa—. ¿Qué te parece el desafío?
Alex sintió un subidón de adrenalina, como si estuviera entrando al campo antes de un partido importante.
—Suena increíble. Siempre quise trabajar en algo relacionado al fútbol, y esto... esto sería un sueño —respondió, con una sonrisa que no podía contener.
Matías asintió, conforme, pero hojeó un momento la carpeta antes de seguir.
—Decime, Alex… ¿seguís en el colegio verdad?
Alex se acomodó en la silla.
—Sí, estoy en el último año. Me quedan pocas materias igual… El cole ya es casi un trámite —dijo, como disculpándose sin querer.
Matías sonrió.
—Perfecto, eso no es un problema. De hecho, estamos buscando chicos jóvenes, con pasión y tiempo para formarse. Mientras termines el secundario, nosotros te bancamos. Podés acomodar los exámenes o lo que necesites. Lo importante es que cuando termines, ya estés completamente metido en el proyecto —explicó, con tono sincero.
Alex sintió que la tensión bajaba un poco.
—Buenísimo. Gracias, de verdad —respondió.
Matías se inclinó hacia adelante, juntando las manos sobre la mesa.
—Perfecto, me gusta esa actitud. Mirá, la oferta es esta: te capacitamos desde cero, te damos un salario base de seiscientos mil por mes para empezar, más incentivos si los proyectos que liderás despegan. Es un puesto estable, con chances de crecer rápido si le metés onda. ¿Qué decís? —preguntó, con un brillo en los ojos que prometía un futuro brillante.
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Editado: 10.05.2025