Skill Shot: El camino de Alex - Historia de Fútbol Callejero

Capítulo 17: La final

La final llegó como un trueno: Alex contra Emilia, el duelo que todos esperaban. Matemáticamente, el ganador de la fecha se llevaba el ranking general, y la tensión se podía cortar con un cuchillo. Rubí levantó el micrófono con una sonrisa enorme.

El silencio se apoderó de la plaza. Alex y Emilia estaban espalda contra espalda, sintiendo la respiración del otro. Entre ellos, la pelota esperaba atenta.

—¡Final de lujo, gente! ¡Alex Kovalyk contra Emilia Zanek! ¡El campeón del año se define ahora mismo!

El murmullo de la multitud creció hasta convertirse en un rugido cuando Rubí alzó la mano.

—¡YA!

Ambos giraron al mismo tiempo. Sus zapatillas rasparon el suelo y sus piernas se estiraron hacia la pelota. Emilia fue más rápida. Con un toque sutil, se la llevó antes de que Alex pudiera reaccionar. Con la precisión de un rayo, avanzó un paso y definió.

Gol. 1-0.

Emilia le guiñó un ojo mientras la plaza estallaba en gritos.

—¿Eso es todo, Pajín? Pensé que venías a jugar —dijo, con una risita que lo picó.

Alex apretó los dientes. No podía dejar que tomara el control. Bloqueó su siguiente intento con rapidez, le robó la pelota y metió un caño perfecto.

1-2.

—No te creas campeona todavía, que te bajo del trono —respondió, devolviéndole el guiño.

Ella curvó los labios con picardía.

—Pensé que tu novia te apoyaba —dijo de repente, con tono casual—. ¿Por qué no está acá?

Alex sintió un golpe en el pecho, pero no dejó que se notara.

—Eso no te incumbe, y no vas a lograr distraerme.

Emilia arqueó una ceja.

—Ah, pensé que mi sola presencia ya te distraía.

Alex la miró fijo, manteniendo su postura.

—Deja de hablar y ponete a jugar de verdad —respondió, con una sonrisa fría.

Emilia aprovechó el momento para robándole la pelota y meter un taco que rozó el poste, pero se metió al fondo del arco, 4-2.

La gente rugía, Nico saltaba al borde del campo, y la plaza estaba a reventar. Alex se sobrepuso con una rabona que levantó un “¡uuuh!” ensordecedor 4-6. Emilia lo miró, acercándose un poco más de lo necesario mientras recuperaba la pelota.

—Te vez más lindo traspirando. Lástima que no vas a ganar —susurró, con una sonrisa que era pura provocación.

—¿Querés apostar? —respondió él, robándole la pelota con un amague y metiendo un gol de taco que hizo temblar el suelo 9-4.

Los últimos segundos fueron una locura. Emilia intentó un regate final, pero Alex la bloqueó de manera impecable. Ella quedó de espaldas al arco de Alex, y en un movimiento calculado, se pegó a él, casi como una provocación. El contacto entre sus cuerpos fue intencional. Emilia lo empujó con la cola, sintiendo cómo su cuerpo rozaba el de él, esperando que lo descolocara. Quería ver si podía romper su concentración, hacerle perder la compostura.

Alex lo sintió, y por un segundo, su mente se nubló. No fue solo la jugada lo que lo dejó atónito, sino la forma en que Emilia lo había tocado. No solo era fútbol, había algo más en ese momento, algo que lo golpeó más fuerte que cualquier regate. Pero él no permitió distraerse. "No voy a caer en esa," pensó, y bloqueó su intento, robándole la pelota con un toque preciso.

Emilia, sin perder el ritmo, salió disparada para recuperar la pelota, pero el daño ya estaba hecho. Ella había logrado descolocarlo, aunque solo fuera por un segundo, y eso fue suficiente para cambiar el curso de la jugada.

Entonces, en un giro rápido, se la robó y sacó un taco que pasó entre los pies de Alex, marcando el empate de 9-9, con ese gol combinado. La plaza explotó en gritos, el público estaba enloquecido por el partidazo que estaban viendo.

Emilia se acercó a él, clavando su mirada, y con una sonrisa desafiante.

—¿Te gustó eso, pajín?

Alex la miró, su respiración rápida y su pecho subiendo y bajando. No podía dejar que ella tuviera la última palabra. Así que, sin pensarlo demasiado, la empujó con el pecho, buscando recuperar su espacio, pero también para decirle que no la iba a dejar ganar tan fácilmente.

Rubí, viendo la tensión de la escena, se metió rápidamente a la cancha con un altavoz.

—¡Tiempo, tiempo! —gritó, levantando las manos. Los jugadores se detuvieron al instante, pero la emoción seguía vibrando en el aire. La plaza estaba en un silencio tenso, esperando lo que vendría a continuación.

—¡Gente, tenemos tiempo extra! —dijo Santy, su voz rasposa resonando en la plaza. —Esto no es un partido cualquiera, esto es una Final. El primer gol que se marque en el tiempo extra será el gol de la victoria. ¡Gol de oro! Así que… ¡señores, prepárense para el gol que definirá al campeón o la campeona!

La multitud estalló en vítores, y los jugadores se prepararon, ahora sabían que cualquier movimiento podría ser el definitivo.

Alex miró a Emilia, con una sonrisa desafiante.

—¿Lista para perder? —preguntó, sus ojos brillando con determinación.

Emilia no dijo nada, pero su mirada, más intensa que nunca, le mostró que sabía exactamente lo que estaba en juego.




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