Soledad a Doble Filo

CAPÍTULO UNO

Amanda...  escuchaba mi nombre a lo lejos… Amanda... sentía que alguien me necesitaba pero entre la neblina no podía llegar o si quiera ver quién era y si le conocía… ¡Amanda ayuda! Cada vez más claro, pero aun así no podía hacer nada la impotencia en la oscuridad aumentaba con rapidez; cuando de la nada las voces callaron y la neblina empezó a disiparse y la silueta de un persona de aclaraba cada vez mas haciendo que sus facciones provocaran a mi corazón latir más fuerte, de forma desbocada porque ese rostro… esa persona la reconocía y pensar que nunca más la volvería a ver, sus ojos llenos de lagrimas que evocaban desesperación, dolor… era ella uno de los seres que más he amado en el mundo abriendo sus brazos hacia mí y yo queriendo hacer de todo para llegar y sentirla aunque sea una vez más… un solo toque… un poquito de su calor…

Desperté totalmente sudada, con mi pulso y respiración acelerada, vi hacia la derecha y mi reloj despertador marcaba las cuatro y media de la mañana para variar era lo máximo que solía dormir en estas épocas así que no era de sorprenderse. Me quite la colcha de encima y puse mi pies en el suelo quedando sentada en la cama, maldiciendo en voz baja al sentir contra mi pies sudados y calientes el frio de la madera porque me olvide de poner la tonta alfombra en su lugar ayer domingo cuando había hecho la limpieza total de mi dormitorio que realmente ameritaba.

Respirando profundo alcanzo el salto de cama y me lo puse mientras me levantaba, me ponía mis pantuflas y me encaminaba al baño; a pesar de ser invierno en Guayaquil lo que da una temperatura cálida y húmeda en el día, en las noches y madrugadas suele hacer un frio de los mil demonios; hoy no era la excepción.

Una vez en el cuarto de baño y frente al espejo veo mi reflejo y es un desastre, si claro bueno fuera poder despertarse como en las películas todas regias y con el cabello en buen estado, pero no mi cabello rojizo oscuro el cual supuestamente amarré antes de dormir esta hecho un revoltijo y vaya a saber donde quedó el dichoso moño, en una de las comisuras de mis labio perfectamente se puede distinguir la huella de saliva seca y bueno otras cosas que mejor no describir mas. Meneo la cabeza nada contenta con mi apariencia mientras me quito la ropa y la pantuflas y me entro en la ducha, por suerte tiene graduador de temperatura así que pongo para que el agua salga tibia, ya que aunque tengo calor el agua es demasiado fría para mi gusto, lavo mi cabello y aprovecho para tratar de desenredarlo un poco; una vez terminado el baño salgo envuelta en una toalla tanto mi cabello como mi cuerpo y me dirijo a la cómoda saco un conjunto de ropa interior el cual lanzo a la cama y me voy al armario para sacar una blusa manga larga azul cielo y una falda lápiz azul marino perfectamente planchados la noche anterior, luego voy a una de las mesitas de noche y saco una caja de media nylon color piel parte de mi uniforme y por supuesto termino buscando un ligero suéter negro.

Procedo a secarme, colocarme mis lociones correspondiente y procedo a vestirme, tengo tiempo de sobra por la hora en que desperté, así que puedo secarme correctamente el cabello y logro hacerme una cola de caballo, busco mi neceser y me maquillo muy sutil a diferencia de otras personas me gustan mis pecas por lo que no me pongo mucho polvo en la cara.

Salgo y voy a la cocina, me preparo una tostada y batido de fresas; mientras como reviso mi servicio de mensajería y correos puesto que ayer me desconecté de todo el exterior pero para variar no hay nada. Reviso que en mi bolso tengo todo: mi billetera con mis documentos, la tarjeta del metro, el cargador del teléfono, audífonos, el gafete de la empresa y mi neceser. Una vez revisado todo me pongo mi suéter, guardo mi celular, tomo las llaves de mi casa y salgo.

El viaje en metro no es más de media hora, además de que salí un poco más temprano de casa así que me tomo el tiempo de esperar un metro que pase un poco menos congestionado y a eso saco mis audífonos y escucho algo de música para matar el tiempo. El metro me deja a dos cuadras de la empresa por lo que camino despacio ya que a ese nivel están haciendo una reparación en una sección de la vereda y con mis tacos que, aunque no son muy altos puedo tener un accidente. Ya en la empresa registro mi entrada poniendo mi dedo índice de la mano derecha en el sensor e ingreso, miro mi reloj y son las ocho y treinta y cinco de la mañana siendo mi hora de trabajo a la nueve en punto, aun así se que la empresa abre sus puertas a los empleados a las ocho por lo que no hay problema.

Paso saludando a los guardias y conserjes mientras camino a la cafetería y así aprovecho y me hago un café cargado, terminado me dirijo a mi cubículo y organizo todo en tanto veo llegar a mis compañeros con los cuales mas allá de unos buenos días incluso entre dientes como si fuera un saludo forzado no hay más.

No tengo amigos en el trabajo, no hice amigos en la universidad, mi circulo social es limitado si queremos decir que tengo uno ya que no consta de mas tres personas y eso porque las conozco desde la secundaria y han sido lo suficientemente tercos para no alejarse de mi; cosa que a veces no sé si agradecer o renegar… la soledad es mi aliada… es mi refugio… mi único hogar, sobre todo después de… bueno después de eso.




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