"Solo nosotros dos"

Capítulo:2

Apenas entregaban las maletas en la cinta transportadora, marcando el final de un agotador viaje de casi doce horas, con una escala en Nueva York. Dante, impaciente, observaba cómo la fila avanzaba lentamente. Se encontraba en Ashcroft, un pequeño pueblo a las afueras de Charlottesville, adonde había sido enviado por su padre. Aunque las razones para este "nuevo aire" no eran claras para Dante, obedecía la decisión de pasar una temporada con su abuela materna, a quien nunca había conocido. Una emoción surgió en su pecho al saber que conocería más de la vida de su madre.

Era una tarde lluviosa, con el sonido constante de las gotas golpeando las ventanas del viejo estudio donde Dante y su padre, Alessandro, se encontraban. Ambos estaban sentados frente a la chimenea, que proyectaba un calor suave y acogedor en la habitación. Dante, todavía impactado por todo lo que había sucedido en las últimas semanas, se sentía abrumado, vulnerable. No estaba seguro de cómo afrontar el nuevo camino que se abría ante él, sin su madre ni su hermana. El vacío que sentía lo hacía ver el mundo como un lugar mucho más incierto.

Alessandro, observando el rostro serio y pensativo de su hijo, entendía ese dolor. Él mismo había pasado noches sin dormir, preguntándose cómo seguir adelante después de perder tanto. Sin embargo, algo en él se encendió al mirar a Dante: el amor incondicional de un padre que haría lo que fuera por proteger a su hijo.

Alessandro rompió el silencio.

—Dante, hijo… —comenzó, con la voz suave pero firme. Sé que todo lo que ha pasado ha sido demasiado. Es difícil de entender y mucho más de aceptar. Perder a Alessa… perder a tu madre… no es algo que uno sepa cómo superar de la noche a la mañana. No quiero que sientas que tienes que hacerlo solo.

Sé que los acontecimientos de los últimos meses han sido algo incómodos para ti, en especial por las noticias falsas sobre el homicidio de tu hermana, por lo que le pedí a Nato que visitara a tus abuelos. Me gustaría que pasaras una temporada con ellos…

Su padre hizo una pausa y siguió.

—No quiero que tomes esto como una salida rápida para deshacerme de ti, pero con lo que pasó hace ya unas semanas sé que los periodistas no se detendrán hasta que obtengan algo que le beneficie; aún con las demandas ellos no se quedarán en paz. Sé que en estos momentos no es la mejor manera de afrontar las cosas, pero tómalo como una oportunidad nueva donde conocerás a tus abuelos, tíos y primos.

Dante no dijo nada al principio; simplemente asintió levemente, pero sus ojos estaban cargados de emoción. No había llorado desde el funeral. No frente a los demás.

—No lo sé, papá… —Susurró Dante después de un largo silencio. A veces siento que estoy caminando por un mundo que ya no reconozco. Como si una parte de mí se hubiera quedado atrás, con ellas. Y no sé cómo seguir adelante sin sentir que todo va a desmoronarse otra vez.

Alessandro lo escuchó con atención, asintiendo con comprensión. Se inclinó un poco hacia adelante, buscando el contacto visual de su hijo.

—Dante, mírame —pidió suavemente. Cuando sus ojos se encontraron, Alessandro continuó: Entiendo cómo te sientes, más de lo que puedas imaginar. Siento esa misma pérdida. A veces me pregunto cómo seguir, pero luego recuerdo algo que tu madre me dijo antes de irse… que nuestro deber es seguir adelante por los que quedan, por los que aún nos necesitan.

Dante tragó saliva, luchando por mantener la compostura.

—¿Y si no puedo, papá? ¿Y si no soy lo suficientemente fuerte? ¿Si no soy la persona que ellos esperan?

Alessandro negó con la cabeza de inmediato.

—No, Dante. No digas eso. Eres más fuerte de lo que crees. La fortaleza no siempre se trata de nunca caer; se trata de levantarse cada vez que lo hacemos. Y no tienes que hacerlo solo. Yo estoy aquí, hijo. Siempre lo estaré, y te prometo que pase lo que pase, voy a cuidar de ti… Voy a protegerte, tal como lo he hecho desde el día en que naciste; tomaría un avión directo a esa casa para ir por ti si así lo necesitas; además, sé de parte de tu hermano que ellos están deseando conocerte.

El silencio se instaló por un momento, mientras las palabras de su padre se asentaban en el corazón de Dante. Las lágrimas que había estado conteniendo comenzaron a rodar por su rostro, y no las contuvo más. Alessandro, sin decir nada, se levantó de su asiento y fue hacia su hijo, envolviéndolo en un abrazo cálido y fuerte.

—No tienes que ser perfecto, Dante. No tienes que tener todas las respuestas. —Eso es lo que me corresponde a mí como tu padre —susurró Alessandro mientras lo abrazaba. Voy a estar aquí, guiándote, cuidándote. Y aunque no siempre pueda protegerte del dolor, te prometo que no te dejaré enfrentarlo solo.

Dante hundió el rostro en el pecho de su padre, sintiendo la seguridad de esos brazos que siempre habían estado allí para él. A través del dolor, había un consuelo en saber que no estaba completamente solo.

—Gracias, papá… —murmuró Dante, apenas audible.

Alessandro sonrió con tristeza, acariciando suavemente el cabello de su hijo.

—Siempre, hijo. Siempre. Lo que sea necesario, voy a estar aquí para ti. Ahora más que nunca. No importa lo que venga, lo enfrentaremos juntos.

Ambos permanecieron así por un rato, en silencio, dejando que el momento los envolviera. La tormenta seguía afuera, pero dentro de aquella habitación, al calor del fuego y de su conexión, había una sensación de seguridad, de que juntos, de alguna manera, encontrarían la manera de seguir adelante.

Con su maleta en mano, decidió explorar un poco mientras esperaba. Frente a él, una tienda de conveniencia al otro lado de la calle captó su atención. Buscó un semáforo para cruzar y, al llegar, abrió la puerta de la tienda, provocando el tintineo de las campanillas que anunciaban su llegada. Caminó por los pasillos, fijándose en algunos libros, deteniéndose en uno de literatura. No manejaba el inglés con fluidez, así que se dispuso a buscar un diccionario.




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