"Solo nosotros dos"

Capítulo:11

La feria bullía de vida bajo un cielo estrellado, vibrante de risas y luces parpadeantes que llenaban el aire con un magnetismo imposible de ignorar. Desde que habían llegado, hacía ya un par de horas, Dante, Madison, Marcus e Ian se habían sumergido en la magia del lugar, recorriendo atracción tras atracción, cada una despertando emociones que iban desde el vértigo hasta la pura alegría. La gente alrededor parecía tan despreocupada, como si todos hubieran dejado sus problemas en casa para entregarse, sin reservas, a la felicidad del momento. Sin embargo, tras el frenesí de los juegos y el incesante movimiento, Madison comenzó a sentir náuseas.

Marcus, siempre atento, se ofreció a quedarse con ella y juntos tomaron asiento en una banca. Allí, poco a poco, su charla se transformó en risas suaves y susurros cómplices, como si ambos estuvieran en una burbuja de intimidad en medio del bullicio. Mientras tanto, Dante e Ian continuaron su recorrido. Sus miradas se detuvieron en un puesto peculiar: un juego donde el desafío era escalar unas escaleras colgantes, que se balanceaban con el más mínimo movimiento y tocar la campana,El reto parecía sencillo, pero a juzgar por las caídas de quienes intentaban llegar a la cima, no era para cualquiera. La promesa del premio —un enorme peluche que esperaba como trofeo al final de la escalera— agregaba un toque irresistible de emoción.

Los dos amigos intercambiaron una mirada llena de complicidad. Dante sonrió, sintiendo cómo la adrenalina se encendía en su pecho. Se colocó frente a la escalera colgante, evaluando el balanceo de las cuerdas y la oscilación inestable de cada peldaño. La expectación creció a su alrededor, con algunos observadores deteniéndose a ver si lograría el ascenso que había derrotado a tantos antes.

Ian se inclinó hacia él, divertido, sus ojos brillando con desafío.

—¿Estás seguro, Dante? No parece tan fácil como crees. —

Dante dejó escapar una risa confiada mientras evaluaba las oscilaciones de las cuerdas y el movimiento de cada peldaño. Ya lo veremos —respondió, tomando el primer peldaño con determinación.

A medida que subía, la escalera temblaba bajo sus pies, balanceándose con cada avance. Intentaba moverse despacio, calculando cada paso y anticipando el siguiente bamboleo, consciente de que la emoción no debía dominar su ritmo. Al principio, la concentración total lo mantenía estable, y la cima parecía acercarse con cada movimiento. Sin embargo, en un pequeño descuido, sus dedos resbalaron, y la escalera se agitó con fuerza. Dante perdió el equilibrio, y con una risa de resignación, cayó al suelo entre las risas de Ian y los aplausos amables de los espectadores, Alex y Evan, junto con algunos desconocidos que hacían fila para intentarlo. Ian se acercó, contagiado por el reto. A ver, déjame intentarlo yo —dijo, flexionando los brazos con una sonrisa retadora.

—Dante sonrió, incrédulo—. Adelante, sorpréndeme —replicó, cruzando los brazos mientras observaba.

Ian tomó su turno con agilidad, y al comenzar a ascender, los movimientos rápidos y seguros dejaron a Dante asombrado. La tensión aumentó cuando Ian alcanzó los últimos peldaños y los espectadores, conteniendo la respiración, lo miraban expectantes. Finalmente, con un impulso final, alcanzó la cima, ganando el codiciado peluche.

Al bajar, victorioso, Ian se encontró con una mirada de orgullo de Dante, quien le dio un golpe amistoso en el hombro—. No estuvo nada mal para alguien que me cuestionaba —bromeó, soltando una carcajada y tomando el enorme peluche.

Mientras sostenían su nuevo trofeo, Dante volvió a Evan quien había fijado su mirada en él.

Las luces y las risas envolvieron a los amigos en un ambiente casi mágico. Dante se detuvo frente a un nuevo puesto, sus ojos brillando de emoción.

—Este sí parece divertido. ¿Qué dicen? ¿Nos animamos? —propuso con entusiasmo, señalando el lugar.

Alex, distraído mientras sonreía a Ian, apenas reaccionó, pero Ian captó la propuesta y asintió con una sonrisa divertida.

Dante se acercó al encargado y lo saludó. Buenas noches. ¿En qué consiste el juego?

El hombre les explicó las reglas mientras señalaba una plataforma inflable rodeada de colchones y dos bastones grandes, acolchados y llenos de aire.

—Cada equipo forma una pareja y sube a la plataforma para enfrentarse a otra pareja. Con estos bastones, deben intentar desequilibrar al oponente hasta hacerlo caer. Tienen dos rondas por equipo, y el primero que derribe a la pareja contraria en ambas, gana el premio.

Evan, divertido con la idea, pasó su brazo alrededor de los hombros de Dante y miró al grupo con picardía.

—Me gusta. Hagámoslo en parejas —dijo, lanzando una mirada desafiante a Ian y Alex—. Ustedes dos contra nosotros, ¿qué les parece?

Ian le devolvió la mirada con una sonrisa competitiva y asintió. Perfecto. No van a durar mucho en pie.

Dante, contagiado por el reto, sonrió con emoción. Bueno, veamos quién cae primero.

Después de pagar la inscripción, todos se subieron a la plataforma, colocándose en posición. Evan y Dante tomaron sus bastones con firmeza y se pararon uno frente al otro. Al otro lado, Ian y Alex se preparaban, intercambiando miradas decididas.

El hombre del puesto silbó, señalando el inicio de la primera ronda. Evan se lanzó rápidamente hacia Ian, buscando sorprenderlo, mientras Dante intentaba mantener a Alex ocupado. Los bastones se movían de un lado a otro con fuerza, chocando y provocando risas y gritos mientras intentaban hacer perder el equilibrio al otro. Después de unos golpes estratégicos, Ian logró empujar a Evan hacia el borde de la plataforma, pero Evan recuperó su estabilidad justo a tiempo. Dante, por su parte, esquivaba los ataques de Alex, quien trataba de alcanzarlo con un golpe más fuerte.

La batalla se intensificó, y en un momento de distracción, Dante hizo un movimiento rápido hacia Ian, logrando que ambos, Ian y Alex, cayeran al colchón en medio de carcajadas.




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