Sólo Somos Vecinos

Prólogo

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Aby se sentía frustrada y bastante molesta. Durante todo el día no había podido avanzar gran cosa con la corrección que tenía que entregar en una semana, porque su mamá la interrumpía a cada rato con la misma perorata de siempre y ya la empezaba a hartar. 

¿Por qué le afectaba tanto el hecho de que siguiera soltera o no estuviera saliendo con nadie? ¿Por qué no podía entender que su trabajo era tan demandante que no le quedaba tiempo ni ganas de socializar? 

Se frotó la frente con desesperación y miró de nuevo la pantalla de su laptop, releyendo lo que había escrito. Descubrió un par de errores que había cometido y, cuando se disponía a corregir. La puerta de su habitación se abrió de golpe. 

― ¿No te has arreglado todavía? ― Preguntó su mamá, totalmente escandalizada. ― ¡Te dije que íbamos a ir a visitar a mi amiga Sara que nos invitó a cenar! 

― Y yo te dije que tengo mucho trabajo. ― Contestó Aby con fastidio. ― Estoy muy atrasada y tengo que cumplir con mis fechas. 

― ¿Cuál trabajo? ¡Te la pasas todo el día sentada frente a esa maldita máquina sin hacer nada en lugar de buscar trabajo en alguna oficina! ¿Así cómo diablos vas a conseguir novio? Créeme hija. No te estás haciendo más joven, ni más delgada, ni más guapa.  

― ¡Este es mi trabajo! ¿Por qué no lo puedes entender? ¡Hago correcciones para una editorial y me pagan por ello! ¡Tengo un contrato qué cumplir!  

― ¡Pero Sara tiene un hijo divorciado que va a estar esta noche ahí para podértelo presentar! 

― ¡Mamá! ― Abigaíl se puso de pie totalmente furiosa. ― ¡Entiende que no me interesa conocer a los hijos divorciados de tus amigas! ¡Tengo que trabajar! 

― ¡Eres una malagradecida! ― Le gritó su mamá. ― ¡Yo sólo me preocupo por ti, porque no te quedes solterona y porque logres conseguir a alguien que te acepte con ese carácter horrible que tienes! 

Aby la miró con los ojos muy abiertos sin poder contestar nada. ¿Carácter horrible? ¿Cómo diablos no iba a tener un carácter horrible si ella a cada rato la estaba acosando y no la dejaba trabajar en paz? 

― Déjame trabajar. ― Dijo en voz baja, tratando de contener su enojo. ― NO voy a ir a tu bendita cena. 

― ¿Y qué diablos le voy a decir a Sara? ¡Invitó a su hijo sólo por hacerte un favor! ¿Acaso crees que no me da vergüenza que mis amigas empiecen a pensar que eres lesbiana? 

― ¡Yo no le pedí que lo invitara! Además. ¿Y si realmente yo fuera lesbiana? ¿Por qué diablos te tiene que importar tanto lo que piensen esas viejas sin qué hacer? 

Basilia la miró furiosa y salió dando un portazo.  

― ¡Ingrata! ― Le gritó mientras bajaba las escaleras. ― ¡Solterona amargada! 

Aby se dejó caer en su silla absolutamente frustrada. 

― Esto no puede seguir así. ― Musitó casi a punto del llanto. ― Tengo que irme de aquí a como dé lugar. 

Buscó en sus redes sociales un grupo de local bienes raíces y se puso a buscar un lugar para rentar que se ajustara a su escaso presupuesto. Fue anotando en una libreta los que encontraba y luego, con decisión, se levantó y empezó a sacar su ropa del armario y a doblarla. 

― Al rato que se vaya a su cena, bajaré a buscar bolsas para meter todo esto. Mientras, voy a llamar a todos esos lugares, a ver qué puedo alquilar. 




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