“solo Soy Adam Hoffmann”.

Hoy No Alphonse.

CAP. 5. 

ADAM. 


Abro los ojos, estoy en mi habitación y todo me da vueltas. No se como llegue a casa, ni mucho menos en que momento fue que me puse tan ebrio, solo recuerdo haber ido al bar que Bruno me mencionó y los recuerdos llegan de golpe.

Yo bailando, bebiendo, arriba de las mesas, con un grupo de mujeres, Hartmann aplaudiendo y burlándose de mí. La punzada que siento en la parte frontal de la cabeza hace que gruña.

Escucho el sonido de la aspiradora, ¿Quien hace tanto ruido en sábado?

 

Tomo el control de las persianas y las abro, por suerte esta nublado. Veo el reloj y marcan las 9:40 De la mañana. Podría contar las veces que me he parado tarde y esta es una de ellas.

Me pongo de pie y me cambio de ropa, apesto, lo sé pero tengo que salir a correr antes de que estar aquí encerrado tome mi mente.


 

Bajo de prisa y observo que en el comedor yace mi padre con Francis, tomando el desayuno. Ríen y hablan mientras el uno con el otro se suben el ego.

—Buenos Días, —digo por educación y no me responden.

—Les dije que era un padre orgulloso… —Dice mi padre a Francis mientras que a mí me mira con asco.

Niego con la cabeza y salgo a despejarme de todo.

Llevo no sé cuántos kilómetros corridos, cuando siento una gota en la cabeza.

Miro el celular y veo los videos y fotos que Bruno me envió hace un par de horas. “El Herr si  que sabe moverse, Pd: espero que no me despidas”.

Me rio, sí, suelto la carcajada en pleno parque, estoy solo bajo la lluvia que comienza a caer. «Fui Feliz anoche» me lo debo a mí desde Niño el ser feliz y deberé cambiar las cosas para serlo.

Los recuerdos de una Infancia de maltratos vuelve a mí, esos recuerdos que hacen que me saboteé mi pequeña felicidad.

Volteo hacia arriba y me pido perdón por las veces que he dejado que otros me quiten mi paz.

Corro de regreso y observo unas parejas que juegan bajo la lluvia, los miro con atención, no creo que sea la persona más apta para un día verme de ese modo, se me ha inculcado que no debo de querer a nadie, ni mucho menos que alguien me podrá querer, porque las personas que estaban diseñadas para hacerlo no lo hicieron. Mucho menos alguien que no me conoce de nada.


 

La tarde me da esa nostalgia de ¿Qué pasaría si te casas? ¿Qué pasaría si conoces a alguien y la amas con todo tu ser y se va, si no eres suficiente?

Y me hago la promesa de que jamás tendré a alguien a mi lado si no me quiere, o si quiere irse con alguien más. Sería muy poco de mi parte retenerla con sucios trucos.

La lluvia no ha cesado y observo por el ventanal, mientras me imagino en estas mismas paredes de hace más de cien años sentado solo en el sofá, mientras veo mi vida personal pasar, porque tengo en claro que en lo laboral seré un maldito tiburón, pero sentimentalmente no me veo rodeado de nadie.

Voy a morir solo, tal vez soy muy joven para pensar así, pero es lo que deseo.

—En vez de estar perdiendo el tiempo deberías ponerte a estudiar. —la voz ronca del hombre que me dio la vida se escucha detrás de mí. —¿Qué es esa mierda de que te vas de juerga? ¿Quien te dijo que tienes permiso de salir a esas cosas? En esta casa hay reglas y se respetan.
 

Suspiro fuerte antes de darle la cara.

—Tienes razón, pero no me es prohibido divertirme.

—Vamos, Tú eres incapaz de ser alguien sociable, no me sorprendería que hayas pagado esa fiestecita que hiciste con tal de verte amigable.

—No pague nada a nadie, si es lo que te preocupa.

—El dinero que tienes, lo cuidas, porque no es Justo que lo gastes en cosas inútiles como complacer a alguien. ¿Sabes porque? Porque si les das de tu dinero solo los tendrás sobre ti por eso.

—¿Así como madre contigo? Jamás he visto que tú pagues una cuenta. Y deberías, ya que eres el supuesto hombre de la casa.

—cuida tus palabras, Niño insolente. Que ya mucho me pesa que ese dinero vaya dirigido a ti, a una sucia basura como tú.
 

Aquí vamos.

—La basura es basura aquí y en todas partes, sea de la marca que sea es nada. Y tú eres así, podrás ser de la mejor marca pero ya eres una basura. —Se ríe, —¿Cuanto te va a durar tu amigo nuevo, un mes o dos meses? Acéptalo hijo, no mereces a las personas buenas, deberías de soltarlos y que ellos busquen su camino. No contamines más, el mundo merece personas buenas y no como tú.

—Te jodes, porque me trajiste al mundo…

—Tú madre es muy moralista, no quiso intervenir en el embarazo. —dice en tono burlesco. —desde ese momento supe que ibas a joder siempre.

—Lo que más te ha de doler es que quieras o no soy tu hijo, que pese a tus maravillosas manipulaciones hacia ella gane yo y aquí estamos y seguiremos. Y para rematar, soy tu primogénito y tu hijo legítimo. —ahora el que se ríe soy yo.

—¡Cierra la puta boca!— se acerca furioso hacia mi. —¡Las mierdas como tú no hablan, solo asienten o niegan!
 

Lo ignoro y subo a las escalerillas a bajar un libro. El sigue gritando sus maravillosas palabras que tiende a dedicarme.

Bajo con el libro y cuando ve que lo ignoro me lo arrebata e intenta arrojarlo a la chimenea, pero lo evito y el libro cae al piso.

—Cuando te hable, me haces caso, Niño estupido. —Intenta tomarme del cuello y lo aviento.

—Hoy no Alphonse. Hoy no va a ser el día en que te dé el gusto de nuevo de tocarme, ni mucho menos de que yo te golpee a ti.

Se masajea la mano. Ya sus fuerzas no son iguales a las que cuando tenía yo diez años.

—Te odio, Adam Hoffmann. Y odio haberte dado la vida.

 

Sale furioso del lugar y yo, bueno, vuelvo a ser El Niño que le dolían sus palabras, sé que intento de todas las maneras posibles persuadir a mamá para que me abortara, después para que me diera en adopción, pero ella no se atrevió. Y a veces desearía que alguna hubiera funcionado, es una maldita tortura ese hombre.




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