Cap 10
Adam.
La semana ha sido demasiado excitante, cerrando tratos por aquí y otros por allá. Terminando también un diplomado y sobre todo avanzando con la tecnología que pretendemos tener más adelante.
No descanso en ningún momento en el que estoy aquí.
Miro por la puerta que Francis está aquí, se me hace extraño verlo puesto que nada tiene que hacer aquí, sin embargo lo dejo pasar, no ha de tener nada más importante que hacer.
Sigo en lo mío, ya que cuando me concentro en algo es imposible que me saquen de ahí.
La música suena bajito, pues comprendo que no a todos les gusta trabajar con la música en alto. Tarareo y muevo la cabeza a los lados para que no se me tense tanto.
La confirmación de la firma me llega para ir a Inglaterra y que me den los permisos adecuados para instalarme allá.
Respiro aliviado.
Las horas se me pasan e incluso la hora de comida se me va, cuando salgo ya casi no hay nadie.
Cuando llegó a casa todo está en orden y el olor a limpio me da cierta paz.
Voy al refrigerador y saco una botella de agua helada. Me siento en el sofá y observo la ciudad a través del ventanal.
Me pierdo en el paisaje, siempre he sabido apreciar las pocas buenas cosas que he tenido al alcance.
Bebo de la botella y dejo caer la cabeza hacia el respaldo.
Antes de que me gane el sueño me voy a mi habitación.
Me desvisto y me dejo caer agotado.
es viernes y tenía planeado ir con Gladys a París, pero no es una ciudad que me llene demasiado, por ello saco el tema de que tengo que ir a Londres a finalizar los trámites correspondientes.
—Tomate el fin de semana completo tú, lo mereces. —le digo cuando baja la mirada desanimada. —si quieres volver hasta el martes está bien.
—Acepta esos privilegios, yo no me acuerdo que a los demás se los diese. —dice Bruno en la puerta.
Lo mira mal y este ni se inmuta.
—Ventajas de ser la pareja del Jefe.
—Basta, Bruno. —le digo.
Deja los documentos sobre mi escritorio y se marcha.
—Bien, iré pero te extrañaré mucho. Ad. —me mira y la veo un poco diferente, supongo que soy yo y mi culpabilidad por dejarla sola este fin de semana.
—Lo compensaré después ¿bien? —me hago hacia atrás y escondo mis manos en los bolsillos. —Sabes hasta donde quiero llegar, sabes sobre mis planes de algún día poder adoptar así que si o si tengo que ser más de lo que soy ahora. —hablo sobre la adopción pues se que ella no quiere hijos.
—Está bien, ¿Sabes que te quiero mucho verdad? —asiento, —tú a mí ¿también?—me mira, la palabra no me sale, sé que tengo un sentimiento grande con ella, pero no sé descifrarlo. Así que solo asiento. —Nos vemos el martes Ad.
*
Tomo el vuelo a primera hora de la mañana en sábado con Bruno, quien va viendo una revista sobre National Geographic. Todo lo que tenga que ver con el medio ambiente en general le apasiona.
Mientras yo voy viendo por la ventanilla las nubes y pensando en cosas que no debería pensar.
Cuando llegamos el trayecto es igual en el auto, tomamos un taxi por cuestión de tiempo, Bruno sigue en lo suyo y yo trato de dejar de pensar. El conductor no habla, va ensimismado en su trabajo, lo que escucho es la radio prendida que entona “Yellow Submarine”. Y mueve los dedos en el volante. Saco la tableta y me pongo a diseñar.
Nos paramos en un semáforo y la canción cambia estrepitosamente, supongo que movió algo a la radio. Antes de volver a ponerle en la estación que estaba el semáforo cambia y deja la canción puesta del nuevo cantante.
“Sweet Caroline
Good times never seemed so good
Sweet Caroline
I believe they never could
Sweet Caroline”.
—Esa canción suena a cada nada en la radio, trae suerte según comentarios. Ya hasta la sueño. —dice el chofer e ignoró lo que dice al igual que la letra.—sweet Caroline debería ser un himno, pero por el momento vuelvo con lo que conozco mejor.
Cambia de estación y vuelve con los Beatles. En lo personal no me gustan, pero no puedo hacer que cambie sus gustos solo por mí.
Cuando llegamos al sitio agradezco por que ese interminable viaje terminara.
Veo el sitio donde pondré la empresa y solo tiene forma de bodega, por el momento así la dejaré. Ya que no cuento con muchos recursos por el momento para remodelar y cómo será desde cero, quiero que crezca con el tiempo.
Mientras Bruno hace sus veladas en busca del amor, yo me dedico a estudiar, trabajar y de vez en cuando a divertirme.
—Gladys ni se acuerda de ti, ella dándose la gran vida en parís y tú acá trabajando como un animal. —dice mientras ve una foto de ella en redes.
—Umm. —sigo en lo mío.
—Deberíamos salir como cuando éramos estudiantes, eras divertido en esos tiempos.
Termino el diseño y lo complazco en salir a beber alguna cerveza.
Es lunes, no hay mucho movimiento en el sitio pero nunca falta el grupo de mujeres que nos voltean a ver, Bruno es más fotogénico y sale en las revistas más que yo, por lo que lo reconocen con facilidad. Vienen a él y encantado charla con ellas.
—anda, puedes hablar con alguna. Y si quieres algo más ve, no es bueno tener a los animales encerrados. —me hace burla.
—No soy infiel.
—No cuenta como infidelidad si la otra persona no se da cuenta. —bebe de la cerveza.
—Lo sabría yo.
No dice nada y se va con la chica que vino a él.
Algo dentro de mí me carcome, «intuición». Rara vez suelo equivocarme en las cosas. Niego y disipo el pensamiento que me viene a la mente, bebo de la cerveza, pero una no me es suficiente y cuando menos lo pienso ya estoy en la pista bailando.
*
—Ad. Te extrañe Amor. —Me dice mientras esperamos que sirvan la cena en casa de mis padres.
—Son perfectos este par, o no ¿Alphonse?— le pregunta mi madre.
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Editado: 18.11.2024