“solo Soy Adam Hoffmann”.

Happy Birthday Herr Hoffmann.

Cap 20.

La fuerte lluvia repiquetea en mis ventanales y los truenos se escuchan lejanamente.

Me volteo boca bajo y siento como la sábana se desliza por mi espalda.

Vuelvo a entrar en el sueño en menos de lo esperado.

No sé cuánto tiempo transcurre pero escucho la alarma sonar, la escucho timbrar un par de veces más. Dios.

Sin darle más pie a seguir acostado, me siento en la orilla mientras veo que las ventanas siguen empañadas y la lluvia aún se escucha.

Desactivó el sonido de la alarma y me estiro mientras me pongo de pie, me dirijo al baño hago mis necesidades y regreso a lavarme las manos antes de hacerme mi limpieza dental. Por fin me encuentro con el espejo y veo mi barba creciente, saco con toda la tranquilidad mi espuma para afeitar y la navaja para hacerlo.

—Theo, reproduce Invierno triste con Connie Francis.

En seguida se empiezan a escuchar las notas de la canción que tantas veces he escuchado, y que se ha convertido en un himno en este día.

Me comienzo a rasurar.

—Azul es el color de soledad… —Canto en voz baja. No soy la mejor voz pero nadie se dará cuenta de eso.

Me termino de rasurar y la voz de Connie sigue

Me gusta escucharla cantar en español, le da un toque a las canciones…

Me meto bajo la ducha, salgo en tiempo establecido y me encamino al closet.

Veo el pronóstico del tiempo y dice que será un día lluvioso, por lo que opto por ponerme un traje color verde tabaco y una camisa de cuello color café. El espejo de cuerpo completo me proyecta y sonrió, me gusta esta imagen, tengo una sesión de fotos en una hora y media. Me acomodo los zapatos y me coloco accesorios.

Cuando salgo me dirijo a la ventana y veo las gotas deslizarse hacia abajo. No se en que me quedo pensando cuando escucho mi celular vibrar.

Lo tomo.

—Buenos días… ¿Qué se siente escalar a esta edad?

Sonrió.

—¿Más cansado? ¿Algunas canas que hayas visualizado? ¿Tendré que comprar viagra?

Gruño con lo último.

—eso me dice que no. Él cumpleañero más guapo y fuerte. Dios, ya quiero verte para estrecharte fuerte. ¿Desayunamos juntos?

—Por supuesto, ya tienes mi horario para almorzar.

—No podrás quitarme de encima aunque lo ruegues ¿entendido?

—Sí.

—Bueno, nos vemos en un par de horas treintañero. Eres un niño a mi lado.

—¿crees?

—cuarenta y cuatro y treinta no van mucho de la mano.

Gruño en respuesta.

—A ti no te importa pero a los medios les fascina mencionarlo a cada nada.

—Los medios pueden decir lo que quieran no me interesa, hay que darles de comer. Te veo en unas horas.

—Si no te importa a ti a mí tampoco, feliz cumpleaños.

Cuelga la llamada y me dirijo a bajo.

—Herr, Tammy lo espera en la sala principal. —dice mi ama de llaves.

Asiento mientras bajo las escaleras.

—Feliz cumpleaños, Herr.

Asiento de nuevo y me dejó estrechar la mano.

—Dunkel está a bajo, lo bañe hace un rato.

—bien, toma el resto del día no estaré.

—Gracias Herr.

Cuando llegó al pie de las escaleras que conducen a la sala, veo a la mujer que me cuido alguna vez. Sonrió, cada año la tengo frente de mi.

—Oh, Dios. Los años te favorecen cada vez más. Que fuerte te ves. ¿Ejercitándote?

Asiento mientras camino hacia ella y le tomo el hombro en modo de saludo.

—ya no soy el joven obeso que criaste.

—Oh, ya lo veo, pero esas mejillas regordetas eran un encanto y más cuando te ponías todo serio.

Recuerdo lo que esas mejillas regordetas recibieron. Y un nudo de forma en mi garganta pero lo trago enseguida.

—Te traje un pequeño presente, y a desearte lo mejor, Ad. Te convertiste en más de lo que soñaste.

—Bueno, ahora ya no soy tan obeso así que creo en los cambios.

Sonreímos.

—Eras lindo, ahora eres guapísimo. Si no te hubiera visto crecer ahora mismo te conquistaría. Con eso de que te gustan las mujeres adultas.

Suspiro fuertemente.

—En fin, tengo que irme solo quería verte en este día tan especial. —la miro mal, —el Uber me espera a bajo, Ad. Y sé que tú agenda debe estar demasiado apretada.

Asiento y la veo salir.

Tomo el regalo que trajo y veo que es un libro antiguo y un bolígrafo de punta fina.

Dejo todo como estaba y voy a ver a Dunkel.

—Hola amigo. —me salta de inmediato. —Tengo que irme te veo por la tarde.

Le sacudo el pelaje y salgo al estacionamiento, subo al Rolls Royce.

Me llevan a la sesión de fotos, en contra de mi voluntad, pero Bruno insistió en que debía ir para conmemorar mis treinta años, ya debería ser demasiado el hecho de cumplirlos.

Por suerte es un joven el que las saca y se dedica a seguir su trabajo, solo me posicionó como lo dicta y salgo lo más rápido cuando termina.

Voy al sitio donde me espera alguien y sonrió al ver las puertas de su actual hogar.

—aquí tardaré un tiempo. Puedes darte unas vueltas yo te llamo cuando te necesite. —le digo al chofer.

—Entendido.

Bajo y tomo las bolsas que traigo.

Llamo a la puerta y sale la encargada de la puerta.

—Buen día, lo está esperando en el salón del té.

Asiento y paso junto de ella, siento una enorme sonrisa en mi rostro, una de verdad, ver a esa persona es lo que más feliz me hace últimamente.

Me saluda el personal que trabaja aquí.

Cuando llegó a la puerta del salón del té veo adentro y está platicando en voz alta con otra mujer.

—Buenos días. —llamó la atención cuando elevó mi voz y sale con entusiasmo, demasiado para ser verdad.

Voltean a verme y se pone de pie de inmediato.

—Papi, feliz cumpleaños —me pongo en cuclillas cuando corre hacia mi y le extiendo los brazos, —mira lo que te tengo.

Lo atrapó en mis brazos y dejó un beso sobre su cabeza.

Tomo lo que me entrega y veo dentro de la bolsa.

—galletas de mantequilla, tus preferidas.

—lo recordaste. —lo cargo y me siento con él en el sillón.




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