“solo Soy Adam Hoffmann”.

Solo soy: Adam Hoffmann.

Adam.

Han pasado cinco meses después de que mis progenitores hicieron aquello, la relación de por sí ya era distante, pues ahora aumento lo triple, mi madre me llama de vez en cuando, pero dejo que siga sonando el celular, he pensando incluso en bloquearla, pero finalmente me niego a renunciar a que es mi madre. he estado en suiza debido a que tengo un contrato de un semestre extra.

Admito que me agrada bastante el hecho de impartir una de mis materias favoritas de la facultad, pero eso no evita el vacío de que pude haber tenido a alguien que me hiciera feliz y yo a él. Sabía que jamás sería su padre, pero quería darle una vida digna, con buenos recuerdos de su infancia, conocerlo y que él supiera que era sumamente valioso por ser quien era, espero que su familia actual sepa inculcarle todo lo que una vida requiere para salir adelante. Pienso en que todo pasa por algo, tal vez ahora no estuviera sopesando la idea de irme a Canadá, cuando termine aquí el contrato, ahora he salido un poco más a recorrer el mundo, he ido a México, a Brasil, Colombia y Perú. Viajes cortos, pero he decidido aventurarme un poco más, cada país con sus diversidades, pero admito que los Cabos San Lucas se posicionan en mi top tres, el ambiente alegre y tropical; se lo llevaría Brasil, los amaneceres en el Perú, la comida de Colombia y sus mujeres. De algo ha servido esta agridulce soledad. ¿O solo es distracción para evitar pensar? No lo sé.

Me encamino hacia la puerta de la casa y en cuanto abro mi querido amigo me salta de emoción, cada vez esta mas grande, y eso me da un poco de nostalgia, aún no me cabe como fue que quería devolverlo, ya que sino fuera por él, mi vida sería más tediosa de lo que ya es. Dunkel juega con mis agujetas mientras dejo todo en orden en el recibidor.

Me bebo un vaso de agua helada y me preparo un bol con mis cereales de colores favoritos. Miro un rato mis correos y encargo la comida del día. En lo que llega, me dispongo a tomar asiento y esperar unos minutos.

Enciendo la pantalla y enseguida aparece la mujer que ha llevado mi proceso psicológico.

—Hola Adam, ¿Cómo te encuentras este día?—me sonríe con amabilidad.

Suspiro y eso a ella le hace sonreír levemente de nuevo.

—Un muy poquito tranquilo, demasiado bullicio el que tuve que soportar en cuatro clases, nada fuera de lo normal. Ha sido un día que estoy sobre estimulado, por ello lo asumo como fatal. —sonrió levemente, —no se como explicarlo, ya sabes cómo me cuesta expresar cuando estoy sobre estimulado.

—Ya sabes que tienes alguna canción que te ayuda a centrarte en el ahora.

—Condicionamiento clásico, querrá decir. —ironizó. —eso también lo hice, pero creo que ser profesor lo había subestimado. Lo mío son mis empresas. La misma sintonía tal vez.

—Lo que sucede, es que te sigues sobre exigiendo en tener el control siempre con todo, pero ya hemos ido disminuyendo un poco ese tema.

—Eso es verdad, he ido soltando de a poco el mando, el control, pero hay días como hoy que me cuestan, no es fácil.

—No no lo es, pero lo intentas. Y eso es recompensa. ¿O no?

Sonrió.

—Bien, queda zanjado el tema.

—¿Qué tema quieres hablar hoy entonces? ¿Niñez?

—Amm, la verdad es que no, aún no.

Me mira.

—Ya estamos más cercas de saberlo ¿No crees? Yo siento que si.

—pero aún no.

—No. —debo estresarla con tantas evadidas —¿cómo vamos con el tema respecto a Bastian?

—Procesándolo, le tome cariño. Pero hoy puedo decir que ya lo aceptamos. A lo que sigue.

—¿y que sigue?

—Enfocarme en lo mío, en lo que quiero trabajar el día de hoy es sobre mi madre.

Es a la primera persona con la que quiero sanar, no quiero guardare rencor, pero tampoco la quiero cerca en mi vida. Y eso me ha costado. Es un gran paso el que doy al hablar de ella, ya que antes me había enfocado en conductas.

El clima frío siempre me hace feliz, es como un gusto culposo.

Salgo a caminar con Dunkel en la ciudad, las vacaciones han llegado, la gente sale a organizar sus compras navideñas y yo, bueno, muerdo una barra de chocolate y “Rosenrot”, Resuena en mis auriculares, mientras yo avanzo, la bufanda se mueve con el viento, camino y camino, viendo las luces que adornan el lugar, viendo a los jóvenes tomar chocolate caliente en los restaurantes, a la multitud en general.

Miro mis guantes, algo de lo que nunca me he podido deshacer, me hacen sentir cálido en toda la extensión de la palabra y en todos los sentidos. Observo el panorama que cambia, el edificio religioso me invita a entrar, están decorando, avanzo al lugar, jamás he entrado a una que no sea para ver su edificación, o al menos no por simple gusto.

Pero la tranquilidad que siento cuando me adentro es inexplicable, me quito los guantes y espero no se que, Dunkel se tira sobre mis pies, como si sintiera lo mismo.

Con razón mi terapeuta mencionaba que este tipo de lugares eran reflexivos, por ello se llenan de gente atormentada para buscar paz.

Extiendo el momento, bloqueo los sonidos del arrastre de las escaleras y las órdenes de otros.

Cuando salgo, llamo al chofer y al venir le doy indicaciones de llevarme a mi vivienda.

Paso las festividades frente al televisor, comiendo un banquete para mi solo, contrate a un chef para hoy. Nadie iba arruinar que no cenara pavo. Ni las delicias de estos días. Siento que han sido las vacaciones más largas de mi vida, claramente he trabajado en la empresa, pero desde casa, hasta siento que he engordado, Me da igual, miro frente al espejo y veo que me ha crecido el pelo, y la barba ni se diga, parezco un vikingo.

Las festividades pasaron hace una semana, vi todas las porquerías cinematográficas que Bruno recomienda, desde lo más cursi hasta ciencia ficción. Él es quien sabe de esto, porque yo desconozco, me preparo para ir al barbero, y me arreglo para ir a la función de opera que se dará en unas cuantas horas.




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