Solo tú

22. SuHye

Mi mañana empieza como otra cualquiera en mi vida. Me levanto a las nueve, hago un poco de ejercicio delante del televisor junto a una youtuber que me encanta, me doy una ducha y me visto para ir a casa de mis padres. 

Saludo al conserje con un movimiento de mano y una leve reverencia con la cabeza, subo al ascensor y entro en el apartamento de mis progenitores justo a tiempo para desayunar con ellos. 

—Buenos días, honey. Hemos preparado tortitas. ¿Ya sabes cuál será la nueva aventura de SuJin? —Me pregunta mi padre en inglés dejando el plato encima de la mesa redonda de la cocina. 

Les dejo un beso en las mejillas, costumbre de mi madre española, y me siento para degustar el desayuno que huele de maravilla. 

—Aún no estoy segura, pero algo se me ocurrirá antes de que llegue el último día de entrega. Me han dado más tiempo porque estoy inmersa en otro proyecto de la editorial. 

—¿Qué proyecto? 

—Un grupo de K-pop ha inventado unos cuentos en su programa de entretenimiento y quieren publicarlo para que todos los beneficios sean destinados a ONGs. Es un acto muy solidario por su parte y me encanta formar parte de él —meto un trozo de tortita con sirope en mi boca.

—Más famosos deberían seguir ese ejemplo —opina mi madre al sentarse con nosotros a la mesa. 

—Esta tarde es la firma de libros. Al fin podré interactuar con mis lectores, después de esta pesadilla de pandemia. 

—Bueno, has hecho muchas cosas por Instagram, incluido los directos. No se han olvidado de ti —me alaba mi padre con una gran sonrisa orgullosa en su rostro. 

—Sí, pero no es lo mismo. Ahí solo me ven ellos y no puedo escuchar sus inocentes voces. 

—¿Sabes qué me sorprende? —Niego con la cabeza, ya que tengo la boca llena de tortita, y mi madre prosigue—: Que no seas ya madre con lo que te gustan los niños. ¿A qué estás esperando para darnos un nieto o una nieta? 

—No es fácil encontrar al hombre indicado, mami. Y creéme que lo he buscado, sin embargo, se resiste a entrar en mi vida —explico encogida de hombros para quitarle importancia. 

—Seguro que lo encuentras cuando menos te lo esperes, como yo encontré a tu padre. 

—Eso espero porque me estoy acercando a la treintena y mi ansiedad comienza a apoderarse de mí. 

—Relájate. Que tus amigas estén casadas y con hijos no quiere decir que tú debas seguir el mismo camino a la misma velocidad. Ve a tu ritmo, honey, y no te preocupes tanto —responde mi padre cogiendo mi mano para dejarme un beso en el dorso. 

Le dedico una sonrisa para que vea que no me afecta tanto, le doy un último sorbo a mi chocolate caliente y me levanto para ir hacia el despacho de mi padre para buscar algún libro que me inspire para mi nueva aventura de SuJin. 

***

A las cuatro de la tarde cojo el bolso del perchero de la entrada y me despido de mis padres para ir a la librería donde se va a realizar la primera firma de libros después de muchos meses.

Estaciono en el primer hueco disponible que encuentro y corro por la calle, asfixiada por la carrera y la maldita mascarilla.

Entro por la trastienda de la librería y saludo al dueño y a un hombre que se presenta como mi editor suplente.

—¿Editor suplente? ¿Qué ha pasado con Elenor? —Quiero saber mientras me preparo para salir a la sala y subir a la tarima que han montado como un pequeño escenario. 

—Ha tenido un accidente y está de baja. Prometo que haré un buen trabajo —me responde el hombre en inglés y con su mano apoyada en mi hombro. 

Me muevo para quitarlo con disimulo y me dirijo hacia la puerta que da paso a la librería para ver a toda la gente que entra. Hay muchas y, aunque no puedo ver sus rostros, sé que están ilusionados tanto o más que yo. 

Mi editor suplente, junto con el dueño de la librería como traductor, sale para presentarme y doy las gracias por tenerlos allí. 

Me siento para recibirlos uno a uno y, sin darme cuenta, meto la pata cuando creo que el chico que trae a dos niñas es el padre de éstas. 

—Es nuestro oppa —me corrige la más pequeña riendo. 

Me disculpo con el susodicho que clava su mirada marrón en mis ojos y casi estoy segura de que no ha parpadeado en todo ese tiempo que nuestras miradas se han encontrado. 

Me despido de los tres con un movimiento de mano y prosigo firmando. 

Mi mirada se desvía hacia el chico que ha acompañado a sus hermanas, que sale en ese momento de la librería, y me sorprendo cuando siento que el vacío que llevo sintiendo durante más de dos años en mi pecho, se acentúa aún más. 

Siento que algo pellizca mi corazón haciendo que mi respiración se agite e intento respirar hondo para no dejar a mis lectores en la estacada. Han esperado este momento durante mucho tiempo y no quiero defraudarlos. 

***

Son las ocho de la noche cuando, por fin, mi mano puede descansar de tanta dedicatoria y firma. No es muy normal estar tantas horas, pero la ocasión lo merecía. 



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En el texto hay: romance, amor

Editado: 12.05.2023

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