Solo tú

23. TaeJoon

Es demasiado temprano por la mañana cuando la alarma de mi móvil suena en el silencio de la habitación. Me desperezo en la cama, estirando mis piernas para desentumecer mis rodillas y me levanto para lavarme la cara. 

Me acerco a la cama y despierto a mis hermanas con delicadeza. Me visto y les entrego los uniformes de la escuela para que se preparen. 

Lavo sus rostros para que se espabilen, cojo sus mochilas y las guio escaleras abajo para entrar en la cocina y encontrarnos con JK. Me sorprendo al verlo allí tan temprano y me acerco a él haciendo que se sobresalte cuando se percata de mi presencia. Está medio dormido y con el pelo alborotado.

—¿Qué haces tan temprano? —Le pregunto observando cómo saca unas pastillas de las cajas. 

—Elenor tiene que tomar su medicación. ¿A dónde vas tú?

—A llevar a mis hermanas al colegio. Mis padres las recogerán cuando terminen. ¿Necesitas algo? 

—Ahora no se me ocurre nada. Te llamaré si me acuerdo de algo. Ten cuidado en el camino —me dice preocupado de que conduzca de madrugada y con lluvia.

Le dejo una palmada agradecida en la espalda, preparo unos sándwiches para que mis hermanas desayunen en el colegio y me monto en mi coche.

***

Es de día cuando llego a la puerta de la escuela, despierto a mis hermanas que han estado dormidas durante todo el trayecto y las observo hasta que entran en el edificio con los demás estudiantes.

Me dedican un leve movimiento de mano para despedirse de mí y pongo rumbo hacia la casa de mis padres para verlos y comentarles que las niñas ya están en clases.

Mis ojos observan todo el terreno que pertenece a mi familia, me bajo la mascarilla al saber que allí puedo estar tranquilo y respiro hondo el aire fresco del campo. Camino por el sendero con una sonrisa en los labios y se ensancha cuando veo a mi padre preparando la tierra para plantar hortalizas y frutas.

Me acerco a él dejando que mis zapatos se hundan en la tierra mojada por la lluvia y lo llamo para que su atención recaiga en mí durante un minuto.

El aludido alza la cabeza, me mira con una sonrisa y se queda parado, sin saber si darme un abrazo con sus manos sucias o solo hacer un movimiento de mano. 

Doy un paso más hacia él y lo abrazo con fuerza, oliendo el aroma de la tierra mojada que tanto extraño cuando estoy en la ciudad. Siento que mis ojos se llenan de lágrimas y las dejo salir en silencio, con la cabeza apoyada en el hombro de mi progenitor.

—Hijo, ¿te encuentras bien? —Me pregunta al sentir la humedad de mis lágrimas en el cuello.

—Os echo de menos. ¿Cómo sigue mamá? ¿Hace caso al médico? 

—Eso intento, aunque no es fácil que se esté quieta en la cama. ¿Tus hermanas están en la escuela? —Asiento enjugando mis lágrimas—. Gracias por quedarte con ellas estos días. No creo que hubiera podido yo solo con todo. 

—No te preocupes. Puedes contar conmigo siempre.

—Será mejor que te vayas ya. No me gusta que conduzcas tantos kilómetros con la lluvia. Ve despacio —me advierte con preocupación. 

—Siempre tengo cuidado. Veo a mamá y me voy. 

Me encamino hacia el interior de la vivienda y el olor a comida casera entra en mis fosas nasales haciendo que mi estómago suene de hambre. 

Abrazo a mi madre por la espalda, se sobresalta por unos segundos y me dedica una sonrisa descansando su cabeza en mi pecho. 

—¿Cómo te encuentras, mamá? —Le inquiero dejando un beso sonoro en su frente.

—Mucho mejor. ¿Te quedas a desayunar? 

—Por supuesto. Hoy tenemos el día libre, así que, voy a aprovechar para comer tu rica comida que tanto añoro.

—Eres un zalamero. Toma, ve preparando la mesa. 

***

Hacía meses que no comía los alimentos del campo recién cogidos y cocinados por mi madre.

Conduzco con cuidado de regreso a Seúl y me da por llamar a JoMin, uno de mis compañeros y mi mejor amigo. 

—Dime —me contesta por la otra línea.

—¿Dónde estás? —Pregunto sin dejar de mirar la carretera delante de mí. 

—En el supermercado con Jan. Tendremos una invitada para el almuerzo y necesitamos provisiones. ¿Te queda mucho por llegar? 

—Unos veinte minutos. ¿Os recojo en el supermercado o habéis ido en coche? 

—Estamos en el de al lado de la urbanización y hemos venido andando, pero no hemos pensado en que volveríamos cargados —responde mi compañero con una carcajada que me contagia.

—Esperadme allí. Llegaré pronto.

—De acuerdo. Avísanos cuando estés fuera. Está lloviendo mucho. Ten cuidado.

Cuelgo después de despedirme y continúo mi camino. 

Salgo por la salida del supermercado, llamo a mi compañero para que estén preparados y abro el maletero cuando llego hasta la puerta. Meten las bolsas a todo correr y se sientan acicalando sus cabellos mojados.



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En el texto hay: romance, amor

Editado: 12.05.2023

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