Solo tú

32. SuHye

Son las siete y media de la mañana cuando la alarma de mi móvil suena y me levanto de la cama. Me estiro para desentumecer los músculos, entro en el aseo para lavarme la cara y me dirijo a la cocina para poner la cafetera.

Me visto con ropa cómoda, saco la pequeña maleta que uso cuando viajo y la abro para meter todo lo necesario para pasar una noche fuera de casa.

Escucho que el café ya ha subido, me echo un poco en una taza y el resto lo guardo en un termo para llevarlo en el bolso.

Doy un sorbo a la bebida después de echarle la leche y una cucharada de azúcar y me acerco al dormitorio para continuar con el neceser. 

Mi móvil suena cuando llega un mensaje y contesto a Elenor con un OK. No tardará en llegar, así que, debo darme un poco de prisa.

Meto el neceser en un lado con las zapatillas y estoy cerrando la maleta cuando escucho que llaman al timbre.

Miro la hora, pienso que es mi amiga, me dirijo a la puerta para abrirla mientras sonrío y le digo:

—No hacía falta que subieras. No llevo…

Mi frase se queda interrumpida cuando echo la tabla de madera a un lado y mis ojos se clavan en un rostro muy diferente al de mi editora.

—¿Cómo sabes dónde vivo? —Le pregunto a Jeremy que me observa con unas arruguitas en los ojos, señal de que está sonriendo.

—La editorial tiene todos tus datos y soy el jefe. No me ha costado encontrarla. 

—¿Qué quieres decirme para que no pueda esperar al lunes? —Inquiero cerrando un poco la puerta, inconscientemente.

—Se me han ocurrido nuevas ideas y como no contestas ninguno de mis mensajes he pensado en visitarte. ¿Me dejas pasar y lo hablamos? —Me pide guardando la mascarilla en el bolsillo del abrigo.

—Ahora no puedo. Me voy de viaje y están a punto de recogerme. El lunes lo comentamos en la oficina —le digo cerrando un trozo más la puerta.

Él parece darse cuenta de mi intención y pone la mano en la madera, empujando con fuerza y haciendo que el miedo invada todo mi cuerpo.

Está dentro de mi apartamento, me agarra de los brazos con mucha fuerza y se inclina hacia mi boca para besarme.

Me niego a que pruebe mis labios y recuerdo el consejo de Elenor: entrepierna.

Me muevo intentando zafarme, me quedo en una mejor posición y alzo la rodilla para estamparla en la entrepierna de él.

Me deja libre por el dolor y le grito que se marche con la voz más segura que puedo articular en ese momento.

Lo guio hacia la salida y veo que el conserje llega al rellano atraído por mi grito.

—¿Se encuentra bien, señorita Jun? —Me pregunta el conserje preocupado. 

—Gracias por venir, señor JeonJung. ¿Podría llevar a este hombre a la salida y no permitirle la entrada nunca más? 

—Claro, señorita. Señor, sígame, por favor. 

El conserje lo agarra de los brazos para ayudarlo y lo lleva escaleras abajo. 

Toda la adrenalina que he sentido en ese instante se está disipando de mi cuerpo y las piernas comienzan a temblarme. Estoy a punto de caerme cuando siento unas manos que me agarran con fuerza y paran el golpe contra el suelo.

Siento unas náuseas horribles y dejo salir las lágrimas de mis ojos.

—¿Qué te ocurre? ¿Estás enferma? —La voz de Elenor llega a mis oídos y alzo el rostro para mirarla sin poder dejar de llorar.

Está preocupada por mi estado y puedo verlo reflejado en sus ojos verdes. 

La abrazo con fuerza, dejando salir todo el llanto y los nervios, y ella me mece y acaricia el pelo con suavidad.

No estoy segura de cuánto tiempo estamos así, sentadas en el rellano, a la vista de cualquier vecino que pase. Elenor me ayuda a ponerme en pie y me lleva hasta el sofá. Cierra la puerta para tener intimidad y me ofrece un vaso de agua. 

El solo hecho de tenerla allí conmigo, en silencio, esperando con paciencia a que me recomponga, me hace ver que he encontrado a una gran amiga con la que poder contar.

Le doy un sorbo al agua, trago con dificultad y la miro para dejar salir las palabras:

—Ha estado aquí.

Mi editora me mira un poco confundida, pero se da cuenta de a qué me refiero en diez segundos y me abraza en silencio. Cuando cree que ya puedo hablar de ello, me inquiere:

—¿Qué ha pasado? 

Le cuento toda la historia y puedo ver cómo aprieta su mandíbula, enfadada.

—He seguido tu consejo de la entrepierna. Gracias por dármelo.

—También te di otro consejo y ya has visto que no me equivocaba. Está llegando demasiado lejos, SuHye —me comenta con preocupación en la voz.

—Ya lo sé, pero es demasiado pronto para que viva con él. En Corea no son las cosas tan rápidas y me ha sorprendido que él lo propusiera.

—Te lo ha propuesto porque ve el peligro de ese… ser. No quiere que te ocurra esto —me explica señalando la taza de café tirada en el suelo junto al líquido derramado.



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En el texto hay: romance, amor

Editado: 12.05.2023

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