Solo tú

33. TaeJoon

El día está siendo muy largo y cansado, sin embargo, no me importa. Primero porque estoy haciendo algo que me gusta y, segundo, porque ella está conmigo, lejos del peligro que ese editor representa.

Casi estamos terminando de grabar, solo nos queda la fogata y podremos irnos a descansar. 

Leemos las poesías que hemos escrito y nos despedimos hasta la próxima temporada del programa.

Las chicas nos han observado desde la parte de atrás de las cámaras y se enjugan con disimulo las lágrimas que recorren sus mejillas al escuchar nuestros poemas.

JK y yo nos acercamos a ellas, las besamos y abrazamos para calmarlas y las guiamos hacia la casa con las manos entrelazadas.

Entro yo primero en la habitación, desconecto las cámaras que han instalado y dejo que pase. 

—¿Cómo te ha ido el día? ¿Te has aburrido? —Le pregunto abrazándola y besando su cuello.

—Me he cansado solo de veros. Tenéis mucha energía. Y no me he aburrido. Elenor y yo nos hemos hecho compañía mientras vosotros trabajábais muy duro.

—He notado un poco de sarcasmo, pero te lo perdono. Has venido en vez de quedarte en tu casa trabajando en nuestros cuentos o en algún libro nuevo —le dejo un beso en la comisura de los labios y camino con ella hacia la cama.

—Lo cierto es que me he traído lo necesario para trabajar si estoy aburrida en algún momento, aunque me parece que vosotros no vais a dejar que eso pase. Sois unos payasetes muy guapos —me dice dando media vuelta entre mis brazos para poder rodear mi cuello con sus brazos y acercarme a ella.

—Gracias por el cumplido —poso mis labios en los suyos y caemos en la cama.

La acaricio con premura y me deshago de su camiseta. La recorro a besos desde el cuello hasta su brazo y mis ojos ven algo raro. Alzo la cabeza, me echo a un lado para que la luz me permita verlo mejor y noto unos moratones extraños. Mis dedos acarician los óvalos y me doy cuenta de que encajan en la forma. Mi mirada se clava en el rostro de ella con el ceño fruncido y pregunto:

—¿Por qué tienes marcas de dedos en los brazos?

La escritora abre los ojos de golpe, asombrada por la cuestión y echa un vistazo haciendo que ruede para dejarla libre. Se levanta de un salto y entra en el baño para mirarse en el espejo. La sigo para que me responda y traga saliva con dificultad, sopesando si me lo dice o no.

Me apoyo en el marco de la puerta abierta y la miro con expectación. “¿Por qué duda?”, me pregunto desconcertado por su comportamiento. 

—Esta mañana… —comienza a hablar y se queda pensando durante unos segundos hasta que continúa en un murmullo ininteligible.

Mis ojos parpadean intentando descifrar alguna palabra que me sea familiar, pero es inútil, no he entendido nada.

—¿Puedes vocalizar, por favor? —Le pido con los ojos entrecerrados.

—Ha estado en mi piso —me dice pretendiendo que yo deba saber lo que significa.

—¿Quién?

Responde en español y me quedo con cara de tonto porque no comprendo lo que ha dicho. 

Está claro que no me va a contar lo que ha pasado, así que, salgo de la habitación y me dirijo hacia la que ocupan JK y Elenor. 

Llamo a la puerta para no interrumpir lo que estén haciendo y pregunto con rapidez:

Noona, ¿qué significa el editor?

La chica se me queda mirando, parpadeando confundida, y responde:

—¿Quién te ha dicho esa palabra?

—SuHye. Quiero saber por qué tiene unos moratones con forma de dedos en los brazos y no parece poder decirlo con claridad —me estoy empezando a enfadar y me lo nota.

La escritora aparece detrás de mí con los ojos vidriosos y la camiseta de nuevo tapando sus brazos.

Elenor la mira y comienzan una conversación en español de la que no puedo entender ni una maldita palabra.

—Díselo —pronuncia al fin la editora en coreano captando mi atención.

Mi chica asiente con la mirada en el suelo, coge mi mano y me lleva de vuelta hacia el dormitorio. Cierra la puerta, me pide que me siente en la cama y que le prometa que no haré nada al respecto.

“No es nada bueno”, pienso temiendo lo peor.

Ella respira hondo, entrelaza nuestras manos y deja soltar el aire junto a las palabras que me dejan petrificado:

—Jeremy ha ido esta mañana a mi piso y ha intentado besarme.

No estaba preparado para escuchar esa confesión y noto cómo la furia crece en mi interior.

No estoy seguro de qué es lo que más me enfada, si el hecho de que ese hombre se haya atrevido a tocarla o que ella no pudiera contármelo.

—¿TaeJoon? —Me llama con la voz rota por las lágrimas que recorren sus mejillas.

—¿Pensabas decírmelo en algún momento? —Inquiero apartando mi mirada de ella y deshaciendo el agarre de nuestras manos.

—Creo que sí…



#13248 en Novela romántica
#1854 en Novela contemporánea

En el texto hay: romance, amor

Editado: 12.05.2023

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.