Solo tú

34. SuHye

Está siendo una semana muy larga con todo el ajetreo de mi mudanza a la casa de TaeJoon y los demás miembros del grupo, tanto, que no he pisado la editorial para nada.

Jeremy ha continuado mandando mensajes a mi móvil, sin embargo, he hecho todo lo posible para que mi chico no los vea. Se pondría furioso y no creo que se quedara callado, provocando así que nuestra relación salga a la luz al plantarle cara al editor.

No es una gran idea y, mucho menos, semanas antes de que se publique mi nuevo libro. Tengo que centrarme en mi trabajo, después de varios días sin poder escribir ni un capítulo completo.

Recojo las últimas cosas que voy a llevarme a mi nuevo hogar, de momento, y bajo para despedirme del conserje.

El hombre me promete que cuidará de mi apartamento hasta mi regreso y yo me monto en el coche de Elenor.

Al llegar a la urbanización, ella mete el vehículo en el garaje para mayor intimidad y entramos en la casa donde los chicos nos esperan con una sonrisa en los labios.

—¡Bienvenida! —corean al unísono como grandes cantantes que son. 

Les dedico una reverencia agradecida y TaeJoon me guia hasta la habitación para enseñármela y que vea todo el espacio que ha dejado en el armario para mi ropa. Y no es tarea fácil. Él tiene, extrañamente, más prendas que yo.

—¿Qué te apetece hacer? —Me pregunta con las manos en los bolsillos, con timidez.

—Había pensado trabajar un rato. No he avanzado mucho esta semana —contesto con las mejillas sonrosadas.

—Por supuesto. Puedes ocupar mi escritorio para que nadie te moleste.

—No te preocupes. Me quedaré en el salón con los auriculares y no oiré nada de lo que hagáis. Así no me sentiré sola ni rara.

Asiente, me coge la mano y nos dirigimos al salón. Yo dejo la tableta digital encima de la mesa, abro la funda para poder teclear y pongo música en mis auriculares. 

Durante cinco minutos solo me quedo mirando a los chicos jugando a la consola y a Elenor aovillada en un sillón junto a su novio, riendo con ellos cuando alguno pierde o se sabotean.

Una sonrisa invade mi rostro y mis dedos se mueven por el teclado escribiendo a gran velocidad cuando me llega la inspiración. 

***

Me he concentrado tanto que no me he dado cuenta de cuándo han terminado de jugar y se han puesto a ver algunos de sus ensayos para mejorar en el baile o cambiar algún paso.

TaeJoon parece sentir mi mirada y gira la cabeza para clavar sus ojos marrones en mí. Me guiña un ojo con una sonrisa en los labios y le mando un beso.

Termino unas últimas frases que se me han ocurrido y le doy una leída antes de llamar a los autores del cuento para ver qué les parece. 

—NamYoon, JoMin, ¿os importa venir un momento? —Les pregunto desde mi asiento en la mesa del salón-comedor.

Ambos se levantan y se dirigen hacia mí para quedar a mis flancos. Les enseño lo que llevo escrito de su cuento y comienzan a leer en silencio.

TaeJoon no aparta su mirada de nosotros y, esta vez, soy yo quien le guiña un ojo para que no esté tan serio.

—Vaya, es espectacular —me dice NamYoon girando la cabeza hacia mí para dedicarme una sonrisa encantadora. 

—¿Os gusta? —Inquiero con ilusión.

—No nos gusta… —comienza a responder JoMin para concluir con—: Nos encanta. Estás plasmando lo que queríamos transmitir y aún no sé cómo haces para conocernos tan bien.

—Vosotros me lo habéis puesto muy fácil. No he tenido que pensar mucho lo que queríais decir.

—Eres impresionante —me halagan los dos apoyando sus manos en mis hombros.

Un carraspeo y una tos proveniente del sofá nos llama la atención y vemos a TaeJoon mirándonos con una advertencia.

—Tranquilízate, no te la vamos a quitar —lo calma NamYoon, el líder del grupo, regresando a su asiento después de dejarme otro pequeño apretón en el hombro. 

—Aunque podríamos hacerlo. Sin embargo, la amistad está antes. No obstante, no descarto la idea si lo vuestro no resulta bien —apunta JoMin con las manos en los bolsillos y caminando hacia el sofá de una forma chulesca.

—Estarías muerto si lo intentaras —agrega TaeJoon con una mirada asesina dirigida a su amigo.

Los otros miembros se ríen y, sin comerlo ni beberlo, una “discusión” sobre quién me ayudaría con la ruptura, comienza.

Elenor y yo nos miramos y ella me dice en español:

—Y así casi todas las noches. ¿Me ayudas con la cena?

Asiento guardando el documento del cuento, cierro la tableta y me levanto para unirme a ella en la cocina.

Decidimos cambiar un poco el menú y, además de preparar kimchi, costillas y panceta de cerdo, pelamos unas patatas para freírlas con una cebolla cortada en juliana. Cojo media docena de huevos cuando ponemos las patatas en el aceite y los bato.

—¿Has seguido recibiendo mensajes del baboso? —Me pregunta en español para que ninguno de los chicos nos entienda.



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En el texto hay: romance, amor

Editado: 12.05.2023

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