Solo tú

37. TaeJoon

Sabía que este día llegaría, pero no tenía idea de que me sentiría tan mal. 

Soy consciente de que sería un paso agigantado en nuestra relación, no obstante, ya lo hemos dado una vez, ¿por qué no darlo otra vez y con más razón?

Observo cómo SuHye prepara su maleta para regresar a su apartamento y frunzo los labios con una mueca infantil que no parece hacer efecto en ella.

—No pongas esa cara. Sabías que solo era temporal mi estancia en esta casa —me recuerda metiendo el neceser a un lado de las zapatillas.

—¿Y por qué tiene que ser temporal? ¿No quieres vivir conmigo? 

—No hagas que parezca la mala. No llevamos ni un mes de relación y ya quieres convivir. Definitivamente eres muy diferente a cualquier chico coreano.

—¿Y eso es malo? Sé que quiero estar contigo, ¿por qué voy a negarlo? —Le pregunto cruzando los brazos, intentando parecer molesto.

—Yo también sé que quiero estar contigo, pero me gustaría poder vivir un poco más la experiencia del noviazgo antes de convivir en exclusiva contigo.

No puedo hacer otra cosa más que asentir a regañadientes y abrazarla cuando está a punto de marcharse hacia el armario para coger las últimas prendas de ropa. 

—¿Estás segura de que se ha ido a Londres? —Inquiero temiendo que el editor aún continúe en la ciudad.

—Segura. La secretaria de MinSuk le consiguió el billete de avión. 

Intento mantener la calma en el exterior, pero en mi interior los nervios no me dejan en paz.

Tengo un mal presentimiento y me aterra que algo pueda pasarle en mi ausencia. 

Me deja un beso en la frente, otro en la punta de la nariz y, por último, uno en los labios. 

Me levanto de la cama sin dejar de besarla y rodea mi cuello con sus brazos para agarrarse con fuerza cuando la levanto del suelo. Rodea mi cintura con sus piernas y me dice:

—No vayas por ese camino o Elenor nos matará si la hacemos esperar. 

Un leve gruñido sale de mi garganta y la dejo con delicadeza en el suelo. 

Termina de hacer la maleta, bajamos al salón donde se despide de mis compañeros con un abrazo y cojo su macuto para llevarlo hasta el coche de la editora. 

Salimos del garaje y ponemos rumbo hacia el apartamento de la escritora. 

El conserje nos da la bienvenida, subimos al piso y la chica abre todas las ventanas para airear las estancias. 

—No me había fijado en lo bonito que es este apartamento. Podríamos vivir juntas… —empieza a decir la editora hasta que JK la interrumpe.

—Ni lo pienses —le dice con el semblante serio. 

—¿Por qué no? Nos haríamos compañía y nos ayudaríamos si algún baboso se nos acerca.

—Ya te he dicho que ni lo pienses. No vas a vivir con nadie, excepto conmigo.

—Me acabo de dar cuenta de que eres más posesivo de lo que imaginaba —cavila Elenor rodeando la cintura de mi compañero para dejar un beso en su cuello.

—Solo cuido y protejo lo que es mío.

—Ahí estamos de acuerdo. Yo también quiero cuidar y proteger lo que es mío, pero ella no se deja —me quejo señalando a la escritora que está guardando su ropa en el armario.

Escucho cómo suspira con cansancio por mi persistencia y me acerco a ella para abrazarla. Le dejo un beso en el cuello y le susurro:

—Por favor, vuelve a la casa conmigo.

—Estás muy pesadito con el temita. El peligro se ha ido y no quiero estar de gorrona en una casa ajena a la mía.

—¿Gorrona? ¿Me tomas el pelo? Has limpiado cada habitación de la casa de arriba abajo, has cocinado, nos has acompañado, has interactuado con todos… ¿A eso le llamas tú ser gorrona? —Le pregunto desconcertado de que se haya sentido así.

—Ya, bueno, pero sigue sin ser mi casa. No la estoy pagando. 

Le doy la vuelta entre mis brazos para clavar mi mirada en la suya, enmarco su rostro y murmuro:

—Si es por eso, podemos comprar una casa para los dos. Tendrías tu espacio, me tendrías a mí y pagarás por ella. Será de los dos.

La chica parpadea confundida y sorprendida a partes iguales. Me parece que está sopesando si hablo o no en serio, por lo que le dejo un beso en los labios con toda la pasión y el amor que siento por ella, buscando la manera de tenerla a mi lado. 

—Eso… Eso es ir como un cohete, ¿no te parece? —Inquiere después de un minuto en silencio.

Suspiro con fastidio y me alejo un paso para dejarle espacio y tranquilidad.

Me agarra del brazo antes de salir de la habitación y me abraza con fuerza. 

—Lo siento. TaeJoon, no quiero que nos hagamos daño por vivir juntos demasiado rápido. Démonos tiempo para conocernos mejor, por favor —me contesta con su suave y tierna voz. 

No puedo resistirme a esa mirada de corderito y asiento, resignado, por el momento.

 



#13228 en Novela romántica
#1852 en Novela contemporánea

En el texto hay: romance, amor

Editado: 12.05.2023

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.