Solo tú

41. EunSu

Salgo de la oficina con tiempo para ir al inmueble que están interesados en vender y subo a mi coche con todo lo necesario para hacer un buen reportaje. 

Llego a la dirección y hago algunas fotos de los alrededores para enseñar a los posibles vendedores las vistas y la buena armonía del lugar. 

Miro la hora en el móvil y me acerco a la puerta acristalada del edificio. El conserje  me pregunta qué se me ofrece y le digo que he venido a ver un piso. Parece saber a cuál me refiero y me abre. Me da una leve instrucción de cómo llegar y me subo en el ascensor.

Al llegar a la segunda planta, las puertas metálicas se abren y camino hacia la puerta del apartamento para llamar al timbre. 

No espero mucho cuando un chico aparece ante mis ojos, ataviado con una mascarilla y una gorra que no me deja ver con claridad sus ojos. 

“Madre mía, espero que no sea un secuestrador”, pienso abriendo los ojos como platos y llenos de miedo. Respiro hondo y me armo de valor para explicar:

—Buenas tardes. Soy agente inmobiliaria. Me han llamado porque están interesados en vender un inmueble. 

—Entre, por favor. La esperábamos. Tranquila, no muerde —me dice una chica rubia, para nada coreana, al acercarse a nosotros y alejar al chico con un leve empujón—. JoMin, déjala pasar. Creo que te estás metiendo demasiado en el papel de guardaespaldas. 

—Creéme, ver a TaeJoon enfadado no es plato de buen gusto —comenta el joven al dar un paso atrás para dejarme paso sin quitar sus ojos de mí. 

—¿Este es el piso que quieren vender? —Pregunto mirando a mi alrededor. 

El salón es espacioso, conectado a la cocina y al comedor. Tiene una habitación y el baño está anexo a ella. No está nada mal para una persona o una pareja. 

—Sí, es este. Espero que no tarde mucho en llevarlo a cabo. No tengo mucho tiempo para estar metida en este asunto —me explica la muchacha guiando mis pasos hacia el sofá después de dejar que haga fotos de las estancias. 

—No se preocupe, yo lo llevaré todo por usted. Voy a hacer un gran reportaje con todas las imágenes que he conseguido y lo venderé antes de lo que piensa. Le voy a dejar mi tarjeta por si tuviera que ponerse en contacto conmigo. ¿Puedo preguntar cuánto tiempo ha vivido aquí? —Inquiero con curiosidad. 

—Cinco años. Los vecinos son maravillosos, pero ha llegado el momento de terminar esta etapa y empezar otra con mi novio —responde ella con sus ojos celestes brillando de amor. 

Miro hacia el chico sentado en el respaldo del sofá, al lado de ella, y se da cuenta de que creo que es él. 

—Su novio es mi amigo. Él no ha podido venir y me ha pedido que la acompañe —me explica con un poco de culpabilidad en la voz. 

—Siento haberlo supuesto —me disculpo con una reverencia de cabeza y la joven se ríe de su amigo. 

Veo que la muchacha lee mi nombre en la tarjeta y abre sus ojos celestes con sorpresa. Me mira ante el silencio que se ha instalado en la estancia y pregunta:

—¿Te llamas Bae EunSu?

—Así me pusieron mis padres. 

—Parece que no te acuerdas de tu compañera de clase —me dice en español con su dulce voz. 

Entrecierro los ojos por unos segundos y mi memoria despierta. ¿Cómo no me he dado cuenta antes? 

—¿Irene Anderson? —Inquiero sorprendida. Ese no es el nombre que me dio por teléfono—. ¿Quién es Jun SuHye? 

—Las dos soy yo. El que te dí por teléfono es mi seudónimo de escritora. Qué pequeño es el mundo. Hace mucho que no nos vemos —me recuerda con una sonrisa que crea unas arruguitas en sus ojos. 

—Desde la graduación, antes de marcharnos a la universidad. 

—Menuda sorpresa. No puedo dejar mi piso en mejores manos. Voy a llamarte, pero para que tomemos un café juntas y nos pongamos al día. 

—Me encantaría. Bueno, tengo que irme ya. Me ha encantado volver a verte. Haré todo lo que pueda para que tu piso acabe en buenas manos —le aseguro aceptando el abrazo que me ofrece. 

Salgo del piso al despedirme de ambos y una leve sonrisa eleva las comisuras de mis labios. Ha sido toda una sorpresa encontrarla después de tantos años y me ha alegrado. 

Me subo de nuevo al coche y conduzco hacia mi casa. 

***

Aparco en el garaje, me bajo la mascarilla para respirar hondo con la mano en el pomo de la puerta y entro en la vivienda. 

Dejo las llaves encima del zapatero, cuelgo el bolso en el perchero y me encamino, descalza, hacia el salón. 

Veo varias botellas de cerveza esparcidas por el suelo, todas ellas vacías, y suspiro mientras me acerco al sofá para ver a mi padre tumbado y dormido. 

“Qué ilusa”, me digo cuando por un segundo he pensado que él podría estar fuera, buscando trabajo, para variar.

Me agacho para recoger las botellas, las llevo a la cocina y las tiro a la basura haciendo más ruido del necesario. 

Ante el estruendo solo recibo un ronquido y las lágrimas resbalan por mis mejillas. 



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En el texto hay: romance, amor

Editado: 12.05.2023

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