Solo tú

47. EunSu

La semana ha sido más llevadera cada vez que mi móvil sonaba con la llegada de un mensaje de JoMin. Parece que el chico sí está interesado en mí y no sé por qué. No soy nada del otro mundo, más bien, del montón. 

No me estoy quejando de la atención del joven para conmigo, pero me parece raro. Nunca se habían interesado de ese modo en mí y, la verdad, es increíble esta sensación de saber que le preocupas a alguien. Echaba de menos ese sentimiento. 

Miro la agenda en mi tableta digital y me pongo en marcha para enseñar un piso. 

Le hago un recorrido por todo el apartamento a la pareja y me acaban diciendo que buscan algo más cerca a colegios y parques para cuando tengan hijos en un futuro próximo. 

Regresamos a la oficina y les enseño más pisos y casas que tenemos con todas las características que quieren. 

Me han vuelto loca durante una hora y media, pero he sabido controlar mi sangre latina y quedo con ellos otro día para ver los que han elegido. 

Los despido en la puerta de la oficina y mi móvil suena encima de mi mesa cuando recibo un mensaje. Miro quién es y mis comisuras se elevan en una sonrisa al ver que es de JoMin. 

<<¿Cómo te va el día? Te recuerdo que esta noche tenemos una cita>>, leo en mi mente. Dejo que mis dedos vuelen por encima de la pantalla y le escribo: <<El día no va mal y… ¿cómo se me va a olvidar que hoy tenemos una cita si me lo has recordado cada día de la semana?>>

Dejo el móvil en la mesa para continuar trabajando y vuelve a sonar unos segundos más tarde con la llegada de otro mensaje. <<Más vale prevenir que quedar plantado>>, leo silenciando una risa para que mis compañeros no se enteren. 

Mis dedos vuelan por las teclas, temblando de nervios, y respondo: <<¿Qué refrán es ese? No lo he escuchado nunca>>

<<Es posible que haya mezclado un par de refranes, pero a mí me vale. Te recogeré a las ocho y media>>, escribe con un emoticono feliz al final. 

<<De acuerdo. Nos vemos pronto>>, contesto con el emoticono del guiño de ojo. 

***

Mi jornada laboral ha llegado a su fin hasta el lunes por la mañana, por lo que recojo mi escritorio, me monto en mi coche y conduzco hasta mi casa para prepararme. 

Mi padre no está por ninguna parte, así que dejo salir el aire que he estado conteniendo sin darme cuenta y me doy una ducha. 

Me atavío con un vestido negro ceñido, unos tacones y un poco de maquillaje para que resalte mis inusuales ojos.

Estoy cogiendo el móvil cuando éste suena con la llegada de un mensaje de JoMin: <<Estoy en la puerta>>

Me doy un último retoque, me atavío con la mascarilla y salgo de mi casa para encontrar al chico dentro del coche, esperándome. 

Me siento de copiloto, lo saludo y me abrocho el cinturón para que pueda poner rumbo hacia el restaurante. 

—Estás preciosa —me halaga para que no haya un silencio incómodo en el habitáculo. 

—Gracias. Tú tampoco estás mal. ¿A dónde vamos? 

—A un restaurante. Después podemos dar un paseo por el parque que queda cerca. 

—Me parece bien. ¿Estás seguro de que nadie te reconocerá? No me gustaría acabar la noche corriendo para huir de tus seguidores —le digo con un poco de broma en el tono de mi voz. 

—Seguro. Y si tenemos que correr hay que ver el lado bueno. 

—¿Y ese lado cuál es? —Quiero saber con curiosidad. 

—Haremos ejercicio, quemaremos lo que hemos comido y tendremos que cenar de nuevo, juntos —sus ojos reflejan picardía y me coquetea guiñando un ojo. 

Me rio y asiento con la cabeza para darle la razón a ese lado bueno. 

El jefe de sala nos lleva hasta una sala VIP que ha reservado, nos deja la carta con el menú y se marcha con una reverencia. 

Nos sentamos uno al lado del otro y nos quitamos las mascarillas. 

Sin que pueda evitarlo, mis ojos se quedan clavados en sus labios cuando pasa su lengua por ellos para humedecerlos. 

Veo de reojo que alza su mirada de la carta y los clava en mí. 

—¿Has elegido algo? —Me pregunta con curiosidad. 

—Aún no, estaba un poco absorta en otra cosa. 

—¿Qué cosa? Si se puede saber, claro. 

—Miraba tus labios —contesto sin rodeos y levantando la carta para leer el menú. 

—Vaya, no sabía que eras tan directa. Me gusta, al igual que tú. 

—Parece que no soy la única directa en esta sala. 

—Eso parece. La vida es corta para perder el tiempo, ¿no crees? —Me inquiere al inclinarse hacia mí para quedar a pocos centímetros de mi boca. 

—Demasiado corta. 

Mis ojos regresan a sus labios, él lo muerde con sensualidad y se me hace cuesta arriba aguantar las ganas de probarlos. 



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En el texto hay: romance, amor

Editado: 12.05.2023

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