Solo tú

55. EunSu

Los días están pasando con rapidez al estar acompañada de todos los miembros del grupo en la casa y de mis amigas. Cuando se juntan son un caos, pero de los buenos. No puedo dejar de reír y lo agradezco después de todo lo que ha pasado en el fin de semana. 

Mi hora del desayuno comienza y salgo de la oficina para dirigirme hacia la cafetería.

Estoy a punto de hincarle el diente a mi tostada cuando mi móvil suena con la llegada de una llamada. Lo saco del bolso y miro quién es. Una sonrisa se dibuja en mis labios y descuelgo.

—¿Cómo estás? —me pregunta JoMin por el otro lado del auricular. 

—Muy bien. A punto de desayunar. ¿Y tú? ¿Estáis ensayando? 

—Grabando las canciones para el nuevo disco. No sé a qué hora llegaremos esta noche, así que, he pensado en recogerte cuando salgas y almorzar juntos antes de que regreses a la casa. 

—Me parece estupendo. Avisaré a Elenor para que no me recoja. Te veo después.

—Hasta luego, gordita.

Cuelgo y desayuno mirando las redes sociales de la agencia. Tengo a mucha gente interesada en el apartamento de mi amiga y eso me encanta. No estoy dando el cien por cien de mí capacidad para que se venda pronto, como ella quería, sin embargo, no pienso dejarlo en manos de personas que no sean dignas de cuidarlo.

Regreso a la oficina después de mi última visita con una pareja que no sabe lo que quiere y estoy recogiendo mi mesa cuando escucho que mi teléfono suena. Lo busco bajo todos los papeles desperdigados por el escritorio y contesto sin mirar:

—¿Diga? 

—¿Se puede saber dónde estás? —me inquiere una voz femenina en español, por el otro lado del auricular, en un tono nada amable. 

—¿Mamá? ¿A qué te refieres? 

—Llevo tres horas sentada en el sofá de la casa, esperando a que llegues. Ha entrado tu padre, pero tú no. ¿Dónde estás? 

—¿Estás en la casa? —Quiero saber con la voz rota por la sorpresa. 

—Pues claro. Te dije que vendría a finales de mes. Ven inmediatamente. 

—No puedo. Ya no tengo padre. 

—¿Cómo que no tienes padre? ¿A qué viene esa tontería? 

—Me echó de la casa hace una semana. No he vuelto a saber nada de él, ni quiero. Estoy cansada de que me culpe por la muerte de mi hermano. 

Escucho la respiración fuerte de mi madre por el auricular, señal de que no está muy contenta, y casi puedo sentir lástima por mi progenitor. 

—¿Dónde estás? —me pregunta de nuevo con los dientes apretados. 

—Aún en la oficina. En unos minutos llegará mi novio para ir a almorzar juntos —respondo recogiendo los papeles de mi mesa mientras hablo con ella y que me dé tiempo. 

—Muy bien. Esperadme allí. Voy para allá.

Quiero contestar con un “está bien”, sin embargo, mi madre ya ha colgado y me ha dejado con las palabras en la boca. 

Cuando solo me queda poner las carpetas en la estantería que tengo detrás de la silla, mi móvil vuelve a sonar con la llegada de un mensaje. Lo leo con rapidez, cojo mi bolso, me despido de mis compañeros hasta el lunes y salgo del local mirando a mi alrededor para encontrar el coche de mi chico. 

Está aparcado en la acera de enfrente, me saluda con un movimiento de mano y escucho la voz de mi madre a mi lado. 

—Princesa, lo siento mucho —me dice al dejarme un abrazo que me quita la respiración. 

—Hola, mami. Vamos, mi novio ya está aquí —nos acercamos al coche y veo cómo los ojos de mi chico se abren sorprendidos. Abro la puerta del copiloto y me siento—. Mami, te presento a JoMin, mi novio. Amor, ella es Carmen, mi madre —los presento abrochando mi cinturón de seguridad. 

Mi progenitora se baja la mascarilla para que él pueda verla bien y le estrecha la mano con una sonrisa en los labios. 

—Encantada de conocerte. He oído hablar mucho de ti —comenta mi madre con una mirada traviesa hacia mí. 

—Vendrá con nosotros a almorzar. ¿Te parece bien? —le pregunto a mi chico sin darle mucha importancia al asunto. 

—Claro. Ahora comprendo por qué tienes esos ojos tan inusuales en una coreana —me dice arrancando el motor.

***

Almorzamos conversando sobre lo que ha ocurrido con mi padre y mi madre me mira con los ojos vidriosos, con la culpabilidad reflejada en ellos. Agarro su mano para tranquilizarla y mis ojos se clavan en JoMin al contarle a mi progenitora que estoy viviendo con él. 

—Parece que lo vuestro va muy en serio —comenta mi madre con una sonrisa feliz al ver cómo mis ojos brillan cuando se clavan en el chico—. Yo creía que vendrías conmigo a España, pero me llevo la sorpresa de que no. 

—¿Por qué no se queda en Seúl? —Le pregunta mi novio antes de dar un sorbo a su cerveza. 

—Me trae demasiados recuerdos que no quiero tener en mente. En España estoy más tranquila y ya tengo trabajo y casa, además de a toda mi familia. Mi tiempo en Corea se ha acabado. Aun así, no os vais a librar de mí. Vendré a visitaros y espero que vosotros a mí también.



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En el texto hay: romance, amor

Editado: 12.05.2023

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