Solo tú

69. Mónica

Estoy cómodamente tumbada en la cama descansando hasta el último minuto en el que las chicas llaman al timbre de mi apartamento. Me levanto y me encamino hacia la puerta arrastrando los pies. Estoy molida de estar toda la noche despierta haciendo mi trabajo en la emisora, pero no puedo postergar por más tiempo mudarme a mi nuevo hogar, pagado con el sudor de mi frente.

Las saludo con una sonrisa y las dejo entrar. Para mi sorpresa, las tres han venido y no puedo estar más agradecida. Me van a salvar del aburrimiento y, acabo de darme cuenta, de que ya son mis amigas, en realidad, las únicas que tengo en Corea en ese instante.

—¿Hicisteis muchas cajas el domingo? —me pregunta Elenor en español al ver todas las que están ya embaladas y todo lo que queda aún por meter.

—Como unas cinco. No nos dio mucho tiempo de más. Trabajar de madrugada es un asco para hacer una mudanza —contesto preparando la cafetera para hacerme un buen café y despertarme.

—Vaya. Parece que algo os quitó ese tiempo tan valioso para empaquetar, ¿no? —inquiere SuHye con una sonrisa traviesa en los labios.

—¿Qué sabéis? —las interrogo con los ojos entrecerrados clavados en ellas.

—Solo que YoonKi llegó tarde a la casa. ¿Por qué sería?

—¿Pasó algo entre vosotros dos? —quiere saber EunSu cogiendo una caja para armarla y meter algunas figuritas del mueble donde descansa el televisor.

—Se supone que la periodista curiosa soy yo, no vosotras —respondo disimulando una sonrisa alegre al recordar lo que hicimos.

—La curiosidad no es exclusiva de los periodistas. Cuenta, ¿qué pasó?

—Es posible que, tal vez,… quizás, nos besáramos un poco —digo con una sonrisa tímida y preparando los cuatro cafés.

—Uy, eso me huele a algo más que un beso. Así que, ahora, ¿eres su novia?

—No está confirmado, pero yo diría que sí —salgo de la cocina con una bandeja para llevar las tazas y me siento junto a ellas en el sofá.

—Una más que ha caído en los encantos de un miembro del grupo BT7. Caemos como las abejas en la miel —comenta Elenor echando azúcar en su café—. ¿Qué tienen estos chicos que nos vuelven locas?

—Son muy diferentes a los que solemos conocer —observa SuHye antes de dar un sorbo al líquido negro y caliente de su taza.

***

Terminamos de empaquetar todo lo del salón conversando sobre nuestras relaciones y me siento como si estuviera de vacaciones con mis primas en España. No hemos dejado de hablar en español y me encanta.

—Hay muchas cajas. ¿Qué os parece si me acompaña una al otro apartamento para dejar algunas y las otras dos continúan empaquetando? —propongo mirando a mi alrededor la estancia repleta de cajas de cartón por cada esquina.

—Me parece bien. Que te acompañe Elenor que tiene más fuerza. Nosotras nos quedamos para que hagáis otro viaje —explica EunSu señalando a la aludida con el celo en la mano.

Ambas asentimos, cargamos cajas en el ascensor para bajarlas al aparcamiento del edificio donde tengo el coche y pongo rumbo hacia mi nuevo piso.

Entramos y abro las ventanas para airear las estancias. La editora deja la primera caja en el suelo del salón y sale al rellano para bajar a por más.

Miro lo que hay en esa primera caja y veo que son las sábanas. La llevo hasta la habitación, las saco para que no huelan mal y las voy guardando, excepto una que pondré en el colchón cuando la chica regrese.

Elenor me ayuda a hacer la cama y la sigo para subir más cajas. Las desembalamos y aplastamos para llevarlas a mi antiguo apartamento y aprovecharlas para traer más cosas.

—Hacía dos meses que no pisaba este suelo. No fue un adiós muy bonito el que vivimos aquí —me comenta la editora sacando los libros de la caja para ponerlos en la estantería encima del cabecero de la cama.

—¿Por qué? SuHye vivió aquí, ¿no?

—Sí, pero tuvo que irse casi obligada.

—¿Qué ocurrió? ¿No se llevaba bien con algún vecino? —me intereso al ver el misterio y la tristeza en los ojos verdes de la chica.

—Al contrario, son todos estupendos, incluso el conserje. Si tienes algún problema, llámalo. Te ayudará con gusto. ¿Sabes qué? Voy a dejar que ella te lo cuente. Es parte de su vida privada.

—¿En serio? ¿Vas a dejarme con la intriga?

—Pues sí —contesta con una sonrisa pícara en los labios que me hace gruñir.

—Eres muy mala. Ahora voy a tener que esperar a llegar al piso para preguntarle. Vamos, corre, terminemos aquí —la apremio acelerando el ritmo para acabar cuanto antes.

La editora se ríe haciendo que mi curiosidad aumente.

***

Regresamos a mi antiguo apartamento y subo los escalones de dos en dos para poder preguntarle a la escritora lo que pasó en su piso para que tuviera que irse de allí.

Me falta el aliento y creo que me voy a morir cuando llego a la puerta, intento atinar a la cerradura con la llave y me dirijo hacia el sofá para tumbarme y que el oxígeno llegue a mis pulmones con más facilidad.



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En el texto hay: romance, amor

Editado: 12.05.2023

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