Solo tú

72. YoonKi

La grabación del programa junto al mini fan meeting ya ha terminado, nos encaminamos hacia los bastidores y nos escoltan hasta los coches. Cuando me siento en el asiento trasero, veo a mi novia con el ceño fruncido y los brazos cruzados a la altura del pecho.

Me quedo quieto hasta que la puerta se cierra y el vehículo empieza a andar al poner rumbo hacia el hotel. Me inclino hacia ella y le susurro al oído:

—¿Sigues enfadada por lo de esta tarde?

Ella responde negando con la cabeza y sin decir ni una palabra, aunque sí me hace un pequeño gesto con sus ojos para señalar al conductor. Entiendo lo que me quiere decir, miro hacia delante con el rostro más neutral que puedo y controlando mis manos para no agarrar las suyas.

El camino hacia el hotel se me hace una eternidad y camino con pasos rápidos hacia el ascensor. Subimos hasta la habitación y miro a mi alrededor para comprobar que no hay nadie que pueda descubrirnos. Cojo la mano de la locutora y tiro de ella hacia el interior del dormitorio para aclarar la conversación antes de irnos a dormir.

—¿Qué te ocurre? Siento haberte dicho todas esas cosas esta tarde, pero… —comienzo a disculparme incapaz de poder contener mis palabras al temer que puedo perderla.

—Tenías razón. He pensado en lo que me dijiste y, tienes razón. EunWoo no ha superado la ruptura. Hablaré con él en cuanto ponga un pie en Seúl —contesta rodeando mi cintura con sus manos para abrazarme y apoyar su cabeza en mi hombro.

Me he quedado atónito ante aquellas palabras y la pego a mí con fuerza. Estoy muy relajado y cómodo cuando ella se aleja con cara de pocos amigos, otra vez.

—¿Y ahora qué he hecho? —pregunto desconcertado.

—¿No te has dado cuenta?

—¿De qué?

—La presentadora ha estado coqueteando contigo durante todo el programa y no te has dado ni cuenta.

—¿Ha hecho eso? —inquiero confundido, intentando recordar lo que hemos grabado.

—Lo ha hecho, delante de mis narices. Y me he tenido que morder la lengua mientras las chicas me sujetaban para no arrancarle las extensiones del pelo.

—Habrías dado mucho de qué hablar —le dedico una sonrisa dando un paso hacia ella con coquetería.

—Por eso me he controlado. ¿Es necesario que las mujeres hagan eso?

—No es necesario, pero supongo que se ha sentido atraída por este rostro encantador, tierno y lindo que mis padres, con su buena genética, me han dado —la agarro de la cintura con suavidad y la pego a mí con lentitud para que se aleje si así lo desea.

—Creo que estás demasiado tiempo con Jan. Te está pegando su gran autoestima —responde con una leve sonrisa en los labios y rodeando mi cuello con sus brazos.

—¿No es verdad lo que digo? —pregunto con asombro.

—Es verdad —posa sus labios en los míos y me deja un beso que hace que mis piernas tiemblen.

La guio hacia la cama desabrochando el botón de su pantalón vaquero y la acaricio con suavidad.

 ***

El sonido de una música estridente me despierta y miro a mi alrededor, por un momento, desorientado hasta que veo a Mónica dormida a mi lado. Oigo que su móvil está resonando encima de la mesita de noche, me incorporo un poco para ver quién es y detengo la mano de ella cuando la alarga para descolgar.

Le dejo varios besos por el hombro y el cuello para que no piense en el aparato estridente y lo consigo. Se da la vuelta entre mis brazos y me abraza dejando un beso en mis labios.

Mientras está ocupada con mi boca, alargo la mano hacia el teléfono, lo silencio para que no nos moleste y la guerra de besos continúa.

No sé cuánto tiempo ha pasado desde que nos levantamos, pero no me importa. No quiero que ese día termine. Sin embargo, mis compañeros no parecen estar por la labor de dejarnos en paz.

Llaman al timbre de la puerta como si hubiera una emergencia y aporrean la tabla de madera para hacernos salir lo antes posible.

Me levanto con un gruñido, doy tres zancadas hacia la entrada y abro con el ceño fruncido y una mirada asesina reflejada en mis ojos.

—Espero que el hotel esté en llamas o acabaréis muertos —les informo a los seis junto a las tres chicas y dan un paso hacia atrás al unísono.

—Tranquilo, tigre. Hemos pensado que podríamos divertirnos todos juntos, aunque parece que tú tienes otros planes en los que no estamos incluidos —me dice Jan con las manos en alto como rendición.

—Lo siento. ¿Qué tenéis pensado?

—Jugar a juegos de mesa en el salón que conecta la habitación de NamYoon y TaeJoon. ¿Os parece bien? —pregunta JK desviando su mirada a mi espalda cuando siento que la locutora se acerca.

—Claro. Nos vestimos y vamos. No empecéis sin nosotros —les advierte la chica con una gran sonrisa en los labios y cerrando la puerta poco a poco.

—¿En serio? ¿Vamos a ir con ellos? —quiero saber con la sorpresa reflejada en el rostro.

—Por supuesto. Son nuestros amigos. No podemos estar aquí encerrados todo el día, la gente puede sospechar —susurra como si alguien pudiera oírla.



#13237 en Novela romántica
#1854 en Novela contemporánea

En el texto hay: romance, amor

Editado: 12.05.2023

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.